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Washington.— Al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, no le gusta nada que lo investiguen, pongan en duda su gestión, ni que se escrute si sus acciones acatan las leyes o rozan la frontera de la ilegalidad, la moralidad o la ética. Su nula afición por el concepto de check and balances, el sistema de contrapeso y auditoría fundamental en la república estadounidense es muy visible cuando hace discursos en los que se cree autócrata; pero otras veces sus acciones son más evidentes.
En las últimas seis semanas, en plena crisis del coronavirus que ha paralizado Estados Unidos —con 90 mil decesos hasta ayer— y sumergido la economía y el sistema sanitario del país en el caos, la administración Trump ha despedido a tres inspectores generales de tres agencias y departamentos clave: inteligencia, salud y, este último fin de semana, diplomacia.
“Tenemos muchos inspectores generales de la época de [Barack] Obama”, dijo hace algunas semanas, insinuando que las auditorías habituales son en realidad una persecución política en su contra.
Es habitual en los círculos de poder de Washington que las noticias que se quieren enterrar y mantener lejos de la opinión pública se anuncien los viernes a última hora de la tarde, cuando el mundo tiene la mente en fin de semana, y así cuando llegue el lunes se hayan olvidado. La administración Trump, a pesar de su nula experiencia política, adaptó rápidamente la tradición, al grado que el senador Bob Menendez habló de lo que parece ser “un ritual en las tardes-noches del viernes”.
El despido del inspector Steve Linick es la gota que colma el vaso en un Departamento de Estado colmado de escándalos desde que lo encabeza Mike Pompeo, quien acumula varias quejas y críticas por el mal uso de los fondos públicos para su beneficio personal.
El pasado viernes, Linick fue fulminado de forma abrupta. Estaba investigando una denuncia de que Pompeo encargaba tareas domésticas, como sacar al perro de la familia o recoger la ropa de la lavandería, a un funcionario político, a coste del erario. Congresistas demócratas iniciaron un análisis sobre el caso.
Pero podría haber otra razón. El congresista Eliot Engel, presidente del Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes, tuiteó que el despido de Linick podría estar relacionado con una averiguación sobre una decisión presidencial de emergencia para dar vía libre a una venta de armas multimillonaria, la mayoría a Arabia Saudita.
Pompeo dijo a The Washington Post que el despido no es fruto de una voluntad de represalia contra una pesquisa en curso y acusó a Linick de socavar la misión del Departamento de Estado, sin dar detalles.
Linick es el tercero que es despedido en mes y medio (todos en viernes más tarde de las ocho de la noche). Bajo la justificación de “pérdida de confianza”, Trump está aprovechando para socavar investigaciones contra él, su gestión o prácticas de su administración.
El 1 de mayo, la inspectora general del Departamento de Salud, Christi Grimm, fue despedida tras emitir un informe crítico con la gestión de Covid-19. Un mes antes, el 3 de abril (viernes), fue fulminado Michael Atkinson, auditor de la comunidad de inteligencia, meses después de enviar al Congreso la queja de un informante anónimo sobre la llamada entre Trump y Ucrania, y que desató el proceso de impeachment.