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Bruselas. El primer ministro en funciones de Países Bajos, Mark Rutte, se enfrentará a desafíos como la guerra en Ucrania, entre otros, cuando tome el relevo de Jens Stoltenberg en la secretaría general de la OTAN, una vez sea confirmado oficialmente por los 32 países de la Alianza Atlántica.
Rutte, único candidato que queda para el puesto y que tiene el respaldo de los aliados, debe sustituir a un Stoltenberg que ha sido prorrogado varias veces y alabado por su buena labor a lo largo de diez años.
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Mantener el apoyo a Ucrania
La amenaza más directa para la OTAN es la guerra rusa en Ucrania. Su objetivo es mantener una defensa y disuasión fuertes para que el conflicto no se extienda a países aliados y provoque un enfrentamiento directo con Rusia.
Pese a que la OTAN no es parte del conflicto, ha ayudado desde el comienzo del mismo a Ucrania, país que en el futuro los aliados han decidido que se integre en la organización.
Rutte deberá supervisar la aplicación de la decisión formal que se espera salga de la cumbre aliada de Washington en julio, para que la Alianza tenga un papel más activo en la gestión del envío de ayuda militar y la formación de soldados ucranianos, y quizá también de un fondo militar que Stoltenberg ha pedido dotar de 40.000 millones de euros anuales para Ucrania.
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Amenaza de Rusia
La OTAN ha reconocido que Rusia es la principal amenaza a la que se enfrenta la Alianza, ya que le preocupa cada vez más la capacidad de Moscú de emplear tácticas híbridas para desestabilizar a los países que la conforman.
Rutte deberá estar atento a las necesidades de los aliados frente a lo que ya consideran una “campaña de actos hostiles” rusos contra ellos, que aseguran incluye una oleada de sabotajes, ciberataques o, incluso, el uso instrumentalizado de migrantes.
La respuesta aliada se espera que incluya mayor intercambio de inteligencia, más protección de las infraestructuras críticas -como las submarinas y del ciberespacio- y nuevas restricciones a los agentes de inteligencia rusos.
China en el punto de mira
China no es vista como una amenaza por la OTAN, pero los aliados sí están preocupados por cómo ha disparado su inversión militar y por la posibilidad de perder frente a Pekín su ventaja tecnológica
Además, cree que no se puede considerar neutral a Pekín en lo que concierne a la guerra rusa en Ucrania, ya que suministra a Moscú bienes de doble uso (civil y militar) y electrónica que emplea en las armas que usa en la invasión.
La OTAN cree que lo que ocurre en el Pacífico afecta también a su seguridad, y Rutte estará llamado a profundizar la relación que la Alianza está reforzando con socios del Pacífico (Japón, Corea del Sur, Australia y Nueva Zelanda).
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Gasto militar
Rutte deberá continuar el trabajo que Stoltenberg ha venido realizando desde 2014 para incrementar el gasto en defensa.
En Washington se espera que el objetivo de invertir el 2% del PIB en defensa no sea un tope sino un mínimo común para todos.
En los próximos años, los aliados que pertenecen además a la Unión Europea deberán pactar un nuevo presupuesto comunitario en el que la Defensa tendrá difícil retener fondos frente a las políticas de competitividad.
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Atender al sur
Frente a las tensiones en el flanco este, la OTAN se enfrenta también a la inestabilidad que proyecta su frontera sur, con países como España o Italia haciendo especial hincapié en la necesidad de atender adecuadamente esas amenazas.
Rutte tendrá que implementar la estrategia concreta para el flanco sur que los aliados esperan aprobar en su cumbre de julio en Washington.
Las diferencias en las posiciones de los aliados han quedado más patentes que nunca en los últimos años con Hungría, que ha puesto resistencia a decisiones que se toman por consenso en la OTAN.
Así, no dio su apoyo casi hasta el último momento a Rutte como futuro nuevo secretario general, y consiguió que los demás aliados aceptaran que se desmarcaba de los nuevos proyectos para ayudar a Ucrania a defenderse de Rusia, en tanto no los bloquease.
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Posible vuelta de Trump
Fuentes diplomáticas aliadas creen que durante el mandato del expresidente estadounidense Donald Trump (2017-2021), pese a sus exabruptos contra la Alianza antes de llegar al poder, el vínculo transatlántico no quedó debilitado, pero su posible vuelta a la presidencia abre de nuevo interrogantes.
Trump ha declarado que no piensa mantener el apoyo a Ucrania y, hace unos meses, sugirió que animaría a Rusia a atacar a los países de la OTAN que no cumplan con las cuotas de gasto en defensa.
ss/mgm