Sásabe, Arizona.— Pese a las amenazas de deportaciones masivas de Donald Trump y el reforzamiento de la vigilancia de de la Patrulla Fronteriza (Border Patrol) de Estados Unidos, migrantes de México, Honduras, Perú, Guatemala, India, Bangladesh y Líbano, continúan cruzando por el muro fronterizo.
En un recorrido realizado por EL UNIVERSAL en el punto fronterizo de Sásabe, entre Arizona y Sonora, se documentó cómo los migrantes cruzan el muro para llegar a EU —con el objetivo de pedir asilo— y luego ser detenidos por oficiales de la Border Patrol.
Lee también: BBVA ve baja probabilidad de deportaciones masivas en EU; Quédate en México, reto para las ciudades fronterizas, dice
“Somos de Bangladesh"
Son las 04:25 de la mañana y en este cruce divisorio entre Estados Unidos y México el frío se siente con fuerza, pues se registra una temperatura de -2 grados y frente al muro se encuentra un grupo de cinco hombres originarios de Bangladesh. Tiemblan de frío, uno de ellos no para de hacerlo... se encuentra ya con signos de hipotermia.
Debido a que no saben alguna palabra en español o en inglés, es difícil la comunicación. Únicamente se limitan a decir “somos de Bangladesh”.
Entre señas indican que esperan a que “la migra” los detenga mientras comen unas barras de cereal, agua y sopas que minutos antes les donaron los integrantes de Tucson Samaritans, un grupo de voluntarios estadounidenses que proporciona agua, alimentos y primeros auxilios a los migrantes que cruzan la frontera en el sur de Arizona.
La madrugada se extiende sobre el Desierto de Sonora y el enorme muro divisorio es testigo de cómo, dos kilómetros más adelante, otro grupo de migrantes hace señas cuando ve que el automóvil de esta casa editorial se acerca, pensando que es una patrulla de la Border Patrol. Son nueve personas originarias de Perú, Honduras, India y Líbano. En este grupo destaca Dayron, un niño muy sociable quien, emocionado, relata que desde hace un mes salieron de Perú junto a su mamá —quien carga a su hija de dos años— y su abuelita, quien se mantiene en silencio y prefiere no hablar... Pero sí Dayron.
Con una chamarra azul que apenas resiste el frío congelante, el menor relata que él y su familia salieron hace un mes de Perú por “una cuestión de trabajo”.
Emocionado, como si para él este viaje fuera toda una inocente aventura o parte de un juego, comenta que él y su familia buscan llegar a Nueva Jersey, donde tienen parientes que los pueden recibir.
“¿Por qué salieron de Perú?”, se les pregunta mientras la temperatura sigue bajando. “Por la situación política del país”, contesta la abuela, quien decide finalmente hablar, pero de una forma cortante y molesta. A su costado, su hija lucha por mantener caliente a la pequeña de dos años en sus brazos, pues la temperatura a las 05:37 de la mañana marca ya -3 grados.
“Estamos esperando a la migra para que nos suba y nos den asilo”, interviene gritando Dayron, quien no deja de mirar si en el camino sin fin de este desierto se acerca un vehículo de la Border Patrol.
“Si no nos dan asilo, nos matan”
Más adelante se encuentra el campamento de los Tucson Samaritans, quienes han prendido una fogata con la que se calienta y combate el frío intenso otro grupo de migrantes de México, Honduras y Guatemala; la mayoría, adolescentes que no sobrepasan los 18 años.
En este grupo que bebe chocolate caliente —el cual proporcionan con una sonrisa los integrantes de esta organización de voluntarios estadounidenses— está José, quien es abrazado por Lucía, su mamá.
La mujer relata que salieron huyendo de Michoacán luego de que un grupo criminal le cortara una parte del rostro a su hijo por negarse a ser parte de la organización. Entre lágrimas, y pese a que tiene una discapacidad del habla, Lucía relata que tras este hecho hizo una denuncia en Facebook esperando que las autoridades hicieran algo.
Lee también: Estamos organizados para la deportación masiva, asegura alcalde de Nogales; esperan atender a más de 3 mil migrantes
Sin embargo, la única respuesta que recibió es que —sólo horas después— otras personas fueran a amenazarlos a su hogar.
“De inmediato nos salimos, porque sabemos que si regresamos nos van a matar. Es una cuestión de vida o muerte. Espero que primero Dios sí nos den asilo en este país, porque si no, nos matan”, cuenta sin dejar de llorar.
Llega la patrulla
Por fin, a las 07:28 horas, y cuando salen los primeros rayos del sol, a lo lejos, junto al imponente muro fronterizo, se observa que avanzan dos patrullas de la Border Patrol.
En el grupo donde se encuentran los migrantes de Perú, Honduras, India y Líbano, la emoción llega y, como si fuera un rescate, Dayron les hace señas con ambas manos para que se detengan.
Con un tono serio y molesto, un oficial migratorio abre la puerta de su vehículo y comienza a subir poco a poco a los migrantes, en dos compartimientos que parecen jaulas.
Lee también: “México no se raja”: Mexicanos se solidarizan con paisanos ante deportación masiva de Trump; respaldan a Sheinbaum
Dayron se sube contento a la patrulla, inclusive casi celebrando, sin saber que horas más tarde, él, su familia y todos los migrantes que fueron detenidos serán deportados a sus países de origen.