Madrid

España será uno de los países más afectados por la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea (UE), debido sobre todo a los reajustes presupuestarios que provocará el Brexit.

El desgajamiento británico también impactaría, según los expertos, en el comercio bilateral y el desarrollo tecnológico. Concretamente, existirán riesgos importantes en los mercados del automóvil, aeroespacial, energético y financiero.

Además, el Brexit podría perjudicar el flujo de turistas británicos que visitan España regularmente. El 20% del total de visitantes que llegan anualmente al país ibérico procede de Gran Bretaña, por lo que cualquier complicación del tráfico aéreo con las islas británicas, un mayor control de fronteras o un eventual debilitamiento de la libra esterlina, podrían incidir en este importante sector de la economía española, que aporta más de 11% al Producto Interno Bruto (PIB).

El Brexit también podría afectar a miles de jóvenes españoles que se tras-ladan cada año a Gran Bretaña para estudiar un posgrado o ampliar su dominio del inglés, mientras laboran de meseros, recepcionistas o cuidando niños, ya que no dispondrán de las facilidades que tenían como ciudadanos de la UE para ingresar en la isla y gestionar su estancia sin más trámites.

La primera ministra británica, Theresa May, ha reiterado que la voluntad de su país es poner fin a la libertad de movimientos de ciudadanos de la UE, mediante un nuevo sistema migratorio que daría prioridad a las cualidades y méritos académicos del solicitante con independencia de su origen.

“Reino Unido para España es el quinto mercado de exportaciones y con ellos tenemos superávit comercial, por lo que hay cierto margen de maniobra para negociar. Es pronto para predecir el impacto del Brexit, aunque no será positivo para España ni para Europa, ni tampoco para los propios británicos”, señala Almudena Semur, economista y secretaria general del Instituto de Estudios Económicos (IEE), a EL UNIVERSAL.

“En el sector del automóvil Reino Unido es un gran cliente de España, como también en bienes de equipos y alimentación, por lo que estos sectores se podrían resentir y habrá que renegociar. También podría haber cierto impacto en el turismo, aunque está por ver ya que España resulta muy atractiva para los británicos”, agrega la experta, luego de advertir que habrá que seguir con atención el efecto contagio que puede producir el Brexit.

Los ajustes de los presupuestos de la UE tras el abandono de Gran Bretaña, uno de sus principales financiadores, reducirá el monto de las partidas comunitarias que han contribuido al progreso de España desde su ingreso en el club europeo en 1986.

Gran Bretaña aportaba a la Unión más de lo que recibía, por lo que estaba considerada como un contribuyente neto. En opinión de los especialistas, su salida reducirá sustancialmente el presupuesto europeo, que se sitúa en torno a los 175 mil millones de dólares anuales.

El Brexit dejaría un agujero en la UE de unos 15 mil millones de dólares al año, dijo a principios de 2018 el comisario de Presupuestos del organismo, el democristiano Günther Oettinger.

Al presentar el borrador de los primeros presupuestos tras la salida del Reino Unido, (2021-2027), la Comisión Europea propuso recortar los fondos agrícolas y de cohesión, mientras se aumenta el gasto dedicado a políticas de inmigración y control de fronteras, seguridad y defensa, entre otros rubros.

Los previsibles recortes afectarían directamente a algunas regiones españolas que quedarían fuera del paraguas financiero de la UE que se materializa a través de los fondos de cohesión y de las remesas destinadas a procurar el desarrollo de las regiones más rezagadas. España ha sido uno de los países que más se han beneficiado de estas ayudas europeas, destinadas sobre todo a infraestructuras.

Las autoridades de Bruselas ya han sugerido que los socios más aventajados tendrán que realizar un esfuerzo adicional para compensar. Sin embargo, mientras Alemania y Francia se muestran dispuestas a aumentar su aportación al presupuesto europeo, otros contribuyentes netos como Holanda, Austria, Suecia y Dinamarca rechazan subir sus cuotas.

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