.- El hedor de la muerte flota sobre la aldea de Imi N’Tala en los montes Atlas de cuatro días después de que un terremoto mortífero arrancó la ladera de una montaña, mató a los habitantes y redujo la aldea a escombros.

Excavadoras, rescatistas y paramédicos trabajan las 24 horas, removiendo escombros para recuperar la decena de cadáveres que aún yacen en el lugar.

“La montaña se partió en dos y empezó a caer. Las casas fueron destruidas totalmente”, dijo Ait Ougadir Al Houcine mientras los socorristas extraían el cuerpo de su hermana y los de otras personas. “Algunos perdieron todo su ganado. No nos queda nada más que la ropa que tenemos puesta. Todo ha desaparecido”.

La situación en Imi N’Tala, una aldea de pastores y cultivadores donde murieron 96 personas en el terremoto del viernes, es similar a la de decenas de lugares situados a lo largo de los traicioneros caminos de montaña al sur de Marrakech: hombres en chilabas prestadas extienden tapetes sobre el polvo y las piedras para rezar donde encuentren un espacio abierto. Los burros rebuznan al pasar junto a la gente, que se tapa la nariz para bloquear el olor de los cuerpos en descomposición.

Las cifras de muertos y heridos crecen sin cesar a medida que los socorristas llegan a las aldeas más remotas, desentierran cadáveres y envían heridos a los hospitales. La cifra oficial era de 2 mil 901 muertes el martes. Naciones Unidas calcula que el temblor de magnitud 6.8 afectó a 300 mil personas.

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Pero la escena ha cambiado con respecto a las horas y días inmediatamente posteriores al temblor.

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Unos 62 kilómetros (38 millas) al norte de Marrakech, el rey Mohammed VI visitó un hospital y donó sangre. Y a Imi N’Tala —como en las vecinas Anougal, Imi N’Isli e Igourdane— finalmente ha llegado la ayuda. Carpas blancas y amarillas flanquean los caminos parcialmente pavimentados, cerca de las pirámides de agua embotellada y leche en cartones. Marroquíes que se han acercado desde las grandes ciudades reparten cazuelas con tajine y bolsas de alimentos que toman de camiones.

Equipos de camarógrafos de Francia, España y la emisora qatarí Al Jazeera se instalan al tiempo que socorristas marroquíes junto con los de ONG internacionales parten rocas con martillos neumáticos para extraer el cuerpo de una mujer bajo una casa que parece a punto de derrumbarse.

Probablemente está muerta porque –a diferencia de los edificios derribados por el terremoto de Turquía y Siria meses atrás—los ladrillos de barro con que se construyeron las casas en Imi N’Tala dejan poco lugar para el aire necesario para mantener con vida a la persona, dijo Patrick Villadry, del equipo de rescate francés ULIS.

“Cuando excavamos, buscamos a una persona con vida. A partir de ahí, no nos cuestionamos. Si están vivos, qué bien. Si están muertos, qué pesar”, dijo, y señaló que para las familias marroquíes es importante recuperar los cuerpos de sus muertos.

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