San José.— El presidente interino de Venezuela, Juan Guaidó, anticipó ayer que si en el diálogo que empezó el 13 de este mes en México entre oficialistas y opositores de su país se logra un acuerdo para rescatar la democracia venezolana y avanzar a comicios libres, justos y verificables, el proceso repercutirá en la “democratización” de Cuba y Nicaragua.
En entrevista exclusiva con EL UNIVERSAL, Guaidó dijo que de México “podría surgir la solución a lo que la catástrofe venezolana representa para América”.
De 38 años, casado con la venezolana Fabiana Rosales en una unión de la que nació Mariana, e ingeniero industrial, el opositor Juan Gerardo Antonio Guaidó Márquez emergió a la escena política mundial en enero de 2019.
Como presidente de la Asamblea Nacional, Guaidó desconoció la reelección presidencial en 2018 de Nicolás Maduro para el periodo 2019-2025 y, apegado a la Constitución de Venezuela, alegó que fue ilegal y el 23 de enero de 2019 se proclamó como presidente interino de la nación.
Ese día lanzó tres metas: terminar la usurpación presidencial de Maduro, dirigir un gobierno transitorio y llamar a comicios libres para el regreso de la democracia.
El mandato de Maduro fue desconocido por más de medio centenar de gobiernos que reconocieron a Guaidó.
Con dos mandatarios, la pugna ahondó la peor crisis socioeconómica en Venezuela del siglo XXI por falta o encarecimiento de medicinas, alimentos y artículos básicos, hiperinflación, devaluación y deterioro salarial, en un éxodo de más de 6 millones de venezolanos al exterior.
Comitivas de Maduro, en defensa del socialismo y con Rusia como país amigo, y de Guaidó, a favor del capitalismo y con Holanda, abrieron el 13 de este mes en la Ciudad de México una fase de diálogo tras el fracaso de vías similares en República Dominicana en 2016, 2107 y 2018, y en Noruega y Barbados en 2019.
Con mediación de Noruega, un punto vital será que, a cambio de que Maduro se despoje del control electoral por el que se tildó de fraudulento, e inserte profundas reformas para que haya elecciones libres, justas y verificables. Estados Unidos flexibilizaría las sanciones económicas contra Caracas que golpearon las finanzas oficialistas.
El siguiente es un extracto de la entrevista:
¿Se juega usted su última carta en México?
—La democracia siempre tiene espacio de lucha, conquista y desarrollo. En Venezuela no estamos en una contienda de tú a tú. Esa es una distorsión que ha querido vender la dictadura. Nos agrupamos para construir unidad y, en este momento, con la Plataforma Unitaria como oposición legítima.
Lidero este proceso para recuperar la democracia y equiparar la vulnerabilidad con la que nos enfrentamos a la dictadura. Mientras estamos conversando, mi equipo [de aliados políticos] sigue en la clandestinidad.
En los medios de comunicación venezolanos no se me puede llamar ni siquiera por mi nombre o hacer referencia, porque censuran al medio.
Una mesa de negociación no es un acuerdo: es una propuesta para solucionar la terrible catástrofe humanitaria de Venezuela, recuperar la democracia y convertir la ruta electoral en una solución si hay condiciones y garantías.
Reducir esto simplemente a Juan Guaidó y a la alternativa democrática sería minimizar un proceso muy complejo que nos ha tomado años consolidar, para llevar la dictadura a una mesa, en la que es una de las partes.
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Queremos discutir garantías políticas y electorales, cronograma electoral, levantamiento progresivo de sanciones [de EU], respeto a la Constitución, resarcir a las víctimas, cese de la violencia de la dictadura y seguimiento al proceso.
Si se fracasa en México y Maduro siga inamovible, ¿hay plan B?
—No partimos de la buena fe de la dictadura, que no está inamovible y depende de financiarse con narcotráfico y ‘oro de sangre’ [minería ilegal], de ápices de reconocimiento y legitimidad. Por eso, celebró iniciar el proceso en México: tiene necesidades.
Para los venezolanos, lamentablemente, que no haya acuerdo significa profundizar el conflicto. Maduro no puede gobernar, no tiene cómo. El régimen se robó los recursos de Venezuela.
Que el régimen evite o diluya el acuerdo sería negativo para los venezolanos y mayor presión a Maduro. El conflicto es muy doloroso, sólo comparado con indicadores de países en guerra.
¿Funciona el proceso en México si la oposición está dividida y con opositores que se dicen excluidos?
—Eso es propaganda de la dictadura. Esos sectores están sancionados por la Unión Europea, por EU, por recibir sobornos de la dictadura y secuestrar partidos políticos. Difícilmente se les puede decir oposición. Son apéndices del régimen que fueron sobornados.
La Plataforma es la legítima. Lo demás es la clásica maniobra de estos regímenes de crear divisiones artificiales, generar opositores a su medida y aparentar que no hay verdadera oposición.
María Corina Machado, principal opositora venezolana, dijo a este diario que su comitiva negociaría en México la coexistencia con la “tiranía” de Maduro. ¿Será así?
—El escepticismo natural de cualquier dirigente genera contrapesos. Venezuela no quiere otra fallida negociación. Necesita un acuerdo para orientar al país.
Nuestra historia ha sido resistir democráticamente a persecución, censura, asesinatos políticos, violación sistemática de los derechos humanos de la dictadura en una pelea desigual. En Venezuela hay conciencia plena de quiénes son responsables del desastre y la tragedia que sufrimos.
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La lucha no violenta y constitucional por la democracia y la libertad es constante en Venezuela y se mantiene intacta. Ha tenido altos y bajos ante el ataque incesante de la dictadura. No podemos como sociedad acostumbrarnos a vivir en dictadura y mal acostumbrarnos a que los derechos sean conculcados por el régimen.
De la exigencia de elecciones libres y justas no nos va a sacar ningún dictador, ni ninguna intención de querer adormecer a una sociedad.
Al caso de Venezuela se sumaron en 2021 las crisis en Cuba y Nicaragua, aliados de Maduro. ¿Qué se juega la región en este panorama?
—Están en juego los derechos fundamentales de los ciudadanos de América Latina y el Caribe. Hemos visto cómo Cuba y Venezuela generaron dictaduras interdependientes. Se proveía de servicios diplomáticos, propaganda, inteligencia y de contrainteligencia cubana y se financió desde Venezuela, con ingresos por petróleo y minerales, ese aparato de represión y sostenimiento de esos regímenes autoritarios.
Hoy vemos que por el deterioro del régimen venezolano hay un declive del cubano y del nicaragüense.
La dictadura en un país va a afectar a los vecinos. Hay consecuencias directas, más allá de financiar la desestabilización regional.
Si no tomamos conciencia plena de la importancia de defensa de la democracia y de los derechos humanos, vamos a ver cómo impactan en América Latina y el Caribe, directa e indirectamente, los focos de desestabilización, de financiamiento al terrorismo regional y del narcotráfico en el continente entero.
Debemos tomar conciencia como latinoamericanos de la importancia de defender la democracia y tener un sistema de hacer rendir cuentas a los violadores de derechos y a los que generan este tipo de delitos. Ahí es donde el mundo entero tiene una tarea pendiente, porque no sólo son Nicaragua, Cuba y Venezuela. La democratización de Venezuela, Nicaragua o Cuba repercutirá no sólo en la de Venezuela, Nicaragua y Cuba, sino que consolidará la democracia en la región.
¿Por qué se escogió a México como sede?
—Para nosotros era bastante amigable México, Colombia, Ecuador, Estados Unidos incluso o cualquier país europeo. Para el régimen de Maduro no tanto. Se buscó un espacio en el que ambas partes pudieran sentirse dispuestas a negociar ante las altísimas restricciones que tiene la dictadura de Maduro por violar los derechos humanos y por corrupción y con juicios internacionales.
Creo que la Ciudad de México y el gobierno de México han hecho una labor importante en demostrar, digamos, independencia de alguna manera, o neutralidad de cara a ambas partes en este momento y a este proceso que, con lo que representa e implica y más lo que significa para los venezolanos, es muy importante que se mantenga de esa manera, lo cual agradecemos.
La mayoría de Venezuela necesita una solución a esta catástrofe e incluso el continente. Es una necesidad global y así lo muestra la presencia de Rusia y Holanda. Es claro el interés del mundo entero de acompañar este proceso de solución.
¿México es clave como estación negociadora para resolver la catástrofe?
—Podría surgir la solución a lo que la catástrofe venezolana representa para América. La sede es importantísima y que mantenga neutralidad e imparcialidad de cara al proceso. Hacemos votos para que continúe de esa manera, como lo ha hecho hasta este momento y lo cual, insisto, agradecemos, y que sea algo constructivo para los venezolanos y para América Latina.
México es profesional en sus relaciones internacionales y esperamos que pueda aportar de manera constructiva y positiva.
¿Cuál es su expectativa para septiembre, luego de que Diosdado Cabello, número dos del régimen, lo calificó en televisión de ladrón de ladrones y le advirtió que, con o sin México, debería pagar?
—Vamos a discutir la agenda de fondo, buscar mecanismos y alternativas para resolver el conflicto. Una negociación ‘de micrófonos’ difícilmente sería negociación y es lo que pretende el régimen. Vemos muy claro la necesidad del pueblo venezolano de la urgencia de una solución y vamos con toda disposición para lograr un acuerdo en este proceso que continúa y empieza el 3.
Si el régimen quiere seguir en su pelea estéril de micrófonos, es clara su intención y la entendemos, pero vamos a ir a México a insistir en una solución.
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