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El papa Francisco visitó México una vez —durante el gobierno de Enrique Peña Nieto—, del 12 al 17 de febrero de 2016. Antes, el 12 de diciembre de 2015, el Día de la Virgen de Guadalupe, anunció el viaje en una misa en el Vaticano.
Jorge Mario Bergoglio estuvo cinco días en el país y dio un fuerte mensaje a la jerarquía eclesiástica, además de realizar una misa binacional en la frontera con Estados Unidos, en Ciudad Juárez, Chihuahua. También visitó la Ciudad de México, Estado de México, Chiapas y Michoacán.
Como recordó la cadena BBC, “quizá el acto más esperado de Francisco, fue el último”. Ofició la misa binacional tras rezar frente al río Bravo “a los pies de una cruz blanca erigida en el lugar que separa a México de EU” y fue “seguida a ambos lados de la frontera”. Habló de la crisis humanitaria de la migración. “Son hermanos y hermanas que salen expulsados por la pobreza y la violencia, por el narcotráfico y el crimen organizado. Frente a tantos vacíos legales, se tiende una red que atrapa y destruye siempre a los más pobres”, señaló el jerarca de la Iglesia católica.
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Se despidió citando al poeta Octavio Paz, de quien leyó el comienzo de su poema Hermandad y dijo: “La noche nos puede parecer enorme y muy oscura, pero en estos días he podido constatar que en este pueblo existen muchas luces que anuncian esperanza”. “Estamos a tiempo de reaccionar y transformar, convertir lo que nos está destruyendo como pueblo, lo que nos está degradando como humanidad”.
“Si tienen que pelear, peléense”
En la Ciudad de México, en la Catedral Metropolitana, se dirigió a la jerarquía eclesiástica. Les puntualizó: “Si tienen que pelear, peléense”. Ante las versiones de la división interna de la Iglesia católica mexicana, el Papa aprovechó su discurso para decirles: “No se necesitan príncipes, sino una comunidad de testigos del Señor”. Abogó por una Iglesia transparente donde no se pierda el tiempo en “habladurías e intrigas”, ni se dejen “corromper por el materialismo trivial”.
En Palacio Nacional, ante la clase gobernante, Francisco abogó “por la construcción de una política auténticamente humana y apeló a la responsabilidad de los dirigentes, quienes deben de modo especial trabajar para ofrecer a todos los ciudadanos la oportunidad de ser dignos actores de su propio destino”.
En Chiapas, el líder católico pidió perdón a las comunidades indígenas por los abusos a lo largo del tiempo y decretó oficialmente el uso de lenguas originarias en actos religiosos.
En Chiapas y en Michoacán se reunió con jóvenes y familias: “Hoy en día vemos y vivimos por distintos frentes como la familia está siendo debilitada, cuestionada. Se cree que es un modelo que ya pasó y que no tiene espacio en nuestras sociedad que, bajo la pretensión de modernidad, propician cada vez más un modelo basado en el aislamiento”, declaró en la oportunidad.
Francisco enfatizó la “mentira” de la ausencia de peleas en las familias y afirmó que “es conveniente que de vez en cuando discutan y que vuele algún plato”.
A los jóvenes en Morelia, les dijo que “representan la riqueza, la esperanza y la dignidad de México”.
“¡No seas egoísta!”; el regaño a un joven
También en Morelia, la capital michoacana, Jorge Mario Bergolgio perdió la calma y regañó a un joven que lo jaló y casi lo hizo caer sobre un menor en silla de ruedas.
“¡No seas egoísta!”, le espetó el papa Francisco. Luego se pidió precaución a los asistentes y el Pontífice siguió saludando a los fieles e impartiendo bendiciones a niños discapacitados.
Una vista pastoral y oficial
La Embajada de México ante la Santa Sede recalcó en 2016 que el viaje se realizó “dentro del año del Jubileo de la Misericordia (...) el Papa se ha referido a este jubileo como un momento necesario para reflexionar sobre la situación que actualmente se vive en el mundo”.
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La visita fue “pastoral, con un componente oficial, dado que México y la Santa Sede mantienen relaciones diplomáticas desde 1992”, indicó en febrero de 2016 el gobierno de México, por lo que el jerarca católico “recibirá el tratamiento protocolario correspondiente a su investidura como jefe de Estado”, se detalló. Durante la visita, el presidente Peña Nieto “destacó las coincidencias entre México y la Santa Sede en los ámbitos bilateral y, sobre todo, multilateral en asuntos globales como la lucha contra el cambio climático, el desarme nuclear, la migración y el desarrollo sostenible”.
En ese viaje, Bergoglio destacó que “México es un gran país; bendecido con abundantes recursos naturales y una enorme biodiversidad que se extiende a lo largo de todo su vasto territorio. Su privilegiada ubicación geográfica lo convierte en un referente de América, y sus culturas indígenas, mestizas y criollas le dan una identidad propia que le posibilita una riqueza cultural no siempre fácil de encontrar y especialmente valorar”.
Antes, el papa Juan Pablo II realizó cinco viajes a la República Mexicana y Benedicto XVI efectuó uno.