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El proceso para la pacificación total en Colombia sufrió un severo tropiezo y un aplazamiento de las negociaciones, después de que las guerrillas comunistas del Ejercito de Liberación Nacional (ELN) atacaron ayer en la madrugada a soldados colombianos y a la infraestructura petrolera tras finalizar anteanoche un cese del fuego bilateral y temporal que rigió del 1 de octubre de 2017 al 9 de enero de 2018.
El presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, deploró “la decisión del ELN de reanudar sus ataques terroristas contra la población civil, las fuerzas armadas y la infraestructura. El gobierno nacional estuvo siempre dispuesto a prorrogar el cese del fuego con esa organización y negocia uno nuevo”. Santos ordenó el traslado a Bogotá de Gustavo Bell, jefe de la delegación gubernamental en las pláticas de paz con el ELN en Ecuador, y de otros miembros del equipo. Aunque ayer en la mañana trascendió que las negociaciones fueron canceladas, el gobierno aclaró después que se trata de un “llamado a consultas” y “no de una suspensión del proceso”.
Las comitivas tenían previsto abrir ayer un quinto ciclo de negociaciones en Quito. Sin embargo, Santos anunció que, ante los ataques, conversó con Bell para que regrese de inmediato a Colombia “para evaluar el futuro del proceso”.
El gobierno denunció que el asedio del ELN, última organización insurgente colombiana y la única pendiente de finiquitar un acuerdo de paz, ocurrió en los orientales departamentos de Casanare, Arauca y Boyacá. El Ministerio de Defensa de Colombia informó anoche que, “en un hecho criminal perpetrado por terroristas” del ELN en esa zona, un soldado fue asesinado ayer en la tarde de un disparo por un francotirador.
En un mensaje que divulgó en la capital ecuatoriana en su página en internet, la representación guerrillera pidió que continúen las negociaciones y adujo que los sucesos registrados en el oriente colombiano “ocurren en medio de la compleja situación de conflicto que sufre el país”. A pesar de esos hechos, añadió, “no debe alterarse el curso de las conversaciones, para lograr una salida política del conflicto”.
La madrugada del pasado 4 de septiembre en una mesa de negociación de ambos bandos en Quito, y en un avance a la pacificación total de Colombia, el gobierno colombiano y el ELN firmaron el cese el fuego bilateral y temporal, que rigió 102 días. La decisión de las dos fuerzas, en guerra desde 1964, fue pactada de previo a la visita que el papa Francisco realizó a Colombia, del 6 al 10 de septiembre.
Respuesta “contundente”. Al lamentar que “inexplicablemente el ELN no sólo se negó [a prolongar el cese de hostilidades bélicas], sino que reanudó sus ataques terroristas” ayer en la madrugada “justo el día en que se debía iniciar el nuevo ciclo de negociaciones”, advirtió que ordenó a las Fuerzas Armadas “actuar con contundencia para responder a esta agresión y proteger la vida y honra de los colombianos”. “Mi compromiso con la paz ha sido y será indeclinable. Pero a la paz se llega con voluntad y hechos concretos de paz. No solo con palabras”, alegó el gobernante.
La situación se registró mientras avanza con tropiezos un acuerdo de paz que, tras cuatro años de negociación en Cuba, el gobierno firmó en noviembre de 2016 con las ex guerrilleras Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), ya legalizadas como partido político comunista.
Al reafirmar que el gobierno estuvo dispuesto a prorrogar el cese al fuego con el ELN, Santos informó que así lo notificó hace varias semanas y reiteró en los últimos días, ante una solicitud de la Conferencia Episcopal, a la Organización de Naciones Unidas, a países amigos del proceso y a organizaciones de la sociedad civil.