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Bruselas.- Cuando triunfó el Brexit , los opositores al divorcio con la Unión Europea (UE) vaticinaron el inicio del final de lo que se conoce como el Reino Unido .
Cinco años después de triunfar el “No” a la comunidad europea, el rompecabezas hacia la disolución de la unión parece tomar forma.
Primero, Irlanda del Norte permaneció en el espacio económico europeo, ahora los electores le han inyectado más fuerza a los independentistas de Escocia , que votó contundentemente a favor de la permanencia en la UE en la consulta del 23 junio de 2016.
En las elecciones legislativas del pasado 6 de mayo, el Partido Nacional Escocés (SNP por sus siglas en inglés), encabezado por Nicola Sturgeon, no solo sumó su cuarta victoria consecutiva, consiguió 64 escaños, quedándose a sólo uno de la mayoría absoluta.
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Para Sturgeon el resultado fue “histórico y extraordinario” considerando que su partido lleva gobernando 14 años. Pero ante todo, precisó, fue un paso adelante hacia la independencia.
“Teniendo en cuenta ese resultado, no hay justificación democrática alguna para que Boris Johnson , o cualquier otra persona, intente bloquear el derecho del pueblo de Escocia a elegir su propio futuro", afirmó.
Para el premier conservador y uno de los artífices del Brexit, Boris Johnson, la cuestión del independentismo escocés quedó saldada en la consulta de 2014 y una nueva convocatoria resultaría irresponsable en un momento tan delicado como el que vive Gran Bretaña a causa de la pandemia de Covid-19.
“La calve luego de las elecciones es que en el Parlamento escocés hay una clara mayoría independentista, lo que significa que de haber otro referéndum o una iniciativa similar, es muy probable que obtenga la mayoría en la Cámara”, afirma la profesora Nicola McEwen, miembro del centro de estudios UK in a Changing Europe.
Si Sturgeon pretende que Escocia vuelva a tener la oportunidad de decidir su futuro en las urnas necesita que el gobierno del Reino Unido diga sí a la transferencia de poderes al Parlamento escocés.
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Esto puede ocurrir a través de una ley adoptada por el Parlamento de Westminster o de manera temporal a través de la activación de la denominada orden de la sección 30.
En el pasado esto ha ocurrido para permitir al Parlamento escocés legislar sobre temas que atañen concretamente a Escocia, como la modificación de la edad para votar.
También fue el caso en el plebiscito de independencia celebrado en 2014, luego de que el entonces premier británico David Cameron y el líder escocés, Alex Salmond, rubricaran en la llamada Casa de St. Andrews, sede del Gobierno autónomo, el denominado "Acuerdo de Edimburgo".
En un foro convocado por Changing Europe para analizar las implicaciones de los comicios legislativos para el futuro de la Unión, y que contó con la participación de Douglas Ross, líder de los Conservadores Escoceses, quedó claro de que Sturgeon tiene en mente el segundo referéndum, después de la recuperación económica figura en lo alto de su lista, compuesta por 11 prioridades.
Pero también existe el convencimiento de que la originaria de Irvine no avanzará de manera unilateral, es decir, no invocará la consulta sin contar con la legalidad requerida y sin un gobierno británico comprometido a reconocer cualquiera sea el resultado. De enfrentar resistencia política en el 10 de Downing Street, estos criterios podría obtenernos empujando procesos legales, incluso en la Suprema Corte.
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“Para que sea reconocido internacionalmente requiere que sea un proceso consensuado y legítimo en casa”, aseguró McEwen.
No obstante el remarcable resultado de los independentistas, sumando a los verdes conforman un bloque de 71 escaños de 129, la politóloga dice que el divorcio no un deseo consumado, pero tampoco la permanencia en la unión.
“¿Si hay un referéndum cuál es la probabilidad de un sí? Desde hace tiempo se sabe que Escocia está partida a la mitad”, afirma.
De acuerdo con la última encuesta de YouGov el 51% estaría a favor de la independencia y el 49% en contra.
Por otro lado, aseguró que el Brexit ha complicado aún más la situación. Si bien, fortaleció el caso político a favor de un nuevo referéndum por parte del SNP, hizo más compleja la perspectiva de una frontera entre Inglaterra y una Escocia independiente, en caso de que decidiera volver a la Unión Europea.
“Entre más se debata el proceso más se desviará la atención de la sustancia”, indicó.
En otras palabras, podría ocurrir lo mismo que en la antesala del Brexit, en la que se habló sobre quedarse o irse, pero no de las implicaciones y consecuencias prácticas de la decisión que se tome en las urnas.
jabf/lsm