Bruselas.— Con las alertas encendidas por la imparable marcha de las fuerzas de extrema derecha, los europeos acuden a partir de este jueves (6 de junio) a las urnas para definir la nueva composición de la única institución de la Unión Europea (UE) electa por sufragio universal directo.

Los holandeses serán los primeros en elegir a sus representantes como diputados al Parlamento Europeo, el 6 de junio; después tocará el turno de los irlandeses, letonios, malteses y eslovacos. El resto de los ciudadanos de los países miembros lo harán el domingo 9 de junio. República Checa e Italia le dedicarán dos días a la jornada electoral.

El mayor número de personas con derecho a voto se encuentra en Alemania, 64.9 millones, seguida por Francia, con 49.7 millones, e Italia, con 47 millones. Estos tres países además tienen el mayor número de votantes primerizos, 5.1 millones de alemanes, 4 millones de franceses y 2.8 millones de italianos.

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La primera ministra italiana, Giorgia Meloni (centro), y los miembros y candidatos del partido Hermanos de Italia, durante un mitin antes de las parlamentarias de la UE. Foto: Alessandra Tarantino | AP
La primera ministra italiana, Giorgia Meloni (centro), y los miembros y candidatos del partido Hermanos de Italia, durante un mitin antes de las parlamentarias de la UE. Foto: Alessandra Tarantino | AP

Datos de la Agencia Europea de Estadísticas (Eurostat) muestran que en el polo opuesto se encuentra la isla de Malta, con 400 mil personas con derecho a voto, el Ducado de Luxemburgo, con 500 mil, y la dividida isla de Chipre con 700 mil.

En total, los europeos elegirán 720 eurodiputados, 15 más que en las elecciones anteriores, repartidos bajo el principio de proporcionalidad demográfica decreciente, es decir, 96 y 81 para Alemania y Francia, seis para Malta, Luxemburgo y Chipre, respectivamente.

La tendencia de los últimos 15 años (las elecciones europeas se celebran cada cinco años), ha sido el avance constante de las fuerzas de extrema derecha, en detrimento de las otrora agrupaciones centristas dominantes, el Partido Popular Europeo que agrupa a la familia Demócrata-Cristiana, y la Alianza Progresista de Socialistas y Demócratas.

Aunque para esta edición los sondeos anticipan una victoria como nunca para las fuerzas que pretenden destruir desde dentro el proyecto de integración europea.

De acuerdo con el European Council on Foreign Relation (ECFR) con sede en Berlín, habrá un “brusco viraje a la derecha popular” en perjuicio de los partidos de centroizquierda y ecologistas.

Los populistas antieuropeos estarían aventajando las encuestas en nueve países miembros (Austria, Bélgica, República Checa, Francia, Hungría, Italia, Países Bajos, Polonia y Eslovaquia) y ocupando la segunda posición en otros nueve (Bulgaria, Estonia, Finlandia, Alemania, Letonia, Portugal, Rumania, España y Suecia).

De confirmarse los pronósticos, casi la mitad de los escaños en el hemiciclo de la legislatura 2014-2029 estarán ocupados por eurodiputados ajenos a la “súper gran coalición” de los tres grupos centristas, y por vez primera, una eventual coalición de derecha, formada por democratacristianos, conservadores y la derecha radical podría alzarse con la mayoría.

Manifestación en apoyo del primer ministro húngaro, Viktor Orbán, y su partido en Budapest. Orbán ha centrado su campaña para las elecciones al Parlamento Europeo sobre la guerra en Ucrania. Foto: Denes Erdos | AP
Manifestación en apoyo del primer ministro húngaro, Viktor Orbán, y su partido en Budapest. Orbán ha centrado su campaña para las elecciones al Parlamento Europeo sobre la guerra en Ucrania. Foto: Denes Erdos | AP

Este temor, cantado desde inicios de año, podría ser resultado, entre otros factores, de la ejecución de una estrategia equivocada, según un análisis elaborado por Ivan Krastev, presidente del Centre for Liberal Strategies en Sofía, Bulgaria, y Mark Leonard, director del ECFR.

Señalan que en respuesta al previsible auge de la derecha en las elecciones al Parlamento Europeo, muchos partidos mayoritarios adoptaron como estrategia de contención la narrativa de la derecha sobre migración, al tiempo que ponían el acento en los éxitos alcanzados por la UE en ámbitos como a crisis climática, la pandemia del Covid-19 y la guerra de Rusia contra Ucrania.

“Es probable que ambos enfoques resulten contraproducentes. La migración no es tan importante como muchos políticos piensan (...) lo que importa es quién habla, no lo que se dice”.

Además, dicen que centrarse en la agenda positiva de la Comisión es desfavorable, “porque los ciudadanos europeos tienen una percepción negativa del historial de la UE a la hora de responder a las crisis”.

De confirmarse el escenario anticipado por las encuestadoras, el gran vencedor de la noche será el grupo de derecha radical Identidad y Democracia (ID), que podría obtener 40 escaños adicionales y sumar casi 100 eurodiputados, con lo que se alzaría como el tercer mayor grupo político en el nuevo Parlamento. Esta formación política aglomera a los partidos políticos que se nutren de la polarización y de discursos nacionalistas tóxicos, como el Partido por la Libertad del holandés, Geert Wilders; Agrupación Nacional, de la francesa Marine Le Pen; Vlaams Belang, del flamenco Tom Van Grieken, y la Liga, del italiano Matteo Salvini.

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Fragmentación y parálisis

El 7 de junio, la UE podría amanecer tensa y anquilosada. La eventual victoria de los ultras dificultará el quehacer de la Comisión Europea, el órgano que propone y ejecuta las instrucciones de la Eurocámara, al tiempo que provocará confusión en las tareas de la Cámara, las voces negativas y contestatarias serán más ruidosas que nunca en el hemiciclo de Estrasburgo.

Esto será en detrimento del funcionamiento de la UE en un contexto geopolítico adverso: la guerra de Rusia en Ucrania, la rivalidad con China, que aumenta cada día, y la probabilidad del regreso de Donald Trump a la Casa Blanca. Enfrentar estos desafíos requiere de unidad, no división.

Eso explica por qué estas elecciones sean consideradas como “muy importantes” y de “gran trascendencia” por analistas como Daniela Schwarzer, miembro del Comité Ejecutivo de la Bertelsmann Stiftung, y Fabian Zuleeg, jefe Ejecutivo del European Policy Centre.

“El gran temor es que el resultado de estas elecciones profundice aún más la parálisis en varios países. Vemos cómo están ocurriendo todas estas crisis, pero cada vez más somos menos capaces de responder a ellas. El resultado de estas elecciones podría consolidar esa tendencia”, asegura Zuleeg.

Para Janis Emmanouilidis, experto del European Policy Centre, la clave estará en el número de personas que acuda a las urnas a votar. El nivel de participación en las elecciones europeas de 2019 fue de 50.66%.

“La participación electoral importa, no sólo por la señal que emite, sino porque entre más elevada sea la votación, las fuerzas detractoras tendrán un desempeño menor al que muchos temen”.

Afirma que el temible escenario previsto puede cambiar si salen a votar las personas preocupadas por la amenaza que suponen los extremistas para el futuro de la democracia liberal. “Espero que la mayoría, que está preocupada, salga a votar consciente de que no solo está en riesgo el futuro de las políticas, sino de la democracia en Europa”.

Los analistas coinciden en que el riesgo de una Asamblea fracturada no es ninguna exageración. Existe la posibilidad de que por vez primera la extrema derecha deje de usar la Eurocámara como fuente de financiamiento, visibilidad y divulgación, y se ponga a trabajar en el aparato legislativo en perjuicio del proyecto europeo. En ese contexto, los contenciosos serán mayores y menor la posibilidad de superarlos. Peor aún, podría comprometer el posicionamiento de los grupos proeuropeos (democristianos, socialistas, verdes y liberales), al ver que apostar a favor de Europa no necesariamente se traduce en votos, sino en una pérdida de estos.

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