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Jeannette Jara, militante del Partido Comunista (PC) y convertida en la candidata del oficialismo en Chile, y José Antonio Kast, el ultraderechista líder del Partido Republicano, se convirtieron en los ganadores de la primera vuelta electoral y buscarán la presidencia en la segunda vuelta del 14 de diciembre. ¿Quiénes son y qué propone cada uno para el país?
Al frente de la coalición progresista más amplia de la historia de Chile, Jara llamó a "defender la democracia" frente a la posibilidad de que, por primera vez desde el fin de la dictadura, la ultraderecha regrese al poder en el país.
Militante comunista desde la adolescencia, exdirigente estudiantil, abogada y administradora pública de 51 años, Jara era casi una desconocida hasta que en marzo de 2022 entró a formar parte del gobierno de Gabriel Boric como ministra de Trabajo.
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La aprobación de alguna de las leyes más emblemáticas de esta administración, como la reducción de la jornada laboral y la reforma de las pensiones, le granjearon gran popularidad y le hicieron ganar las primarias abiertas a la ciudadana que el progresismo celebró en junio, imponiéndose a la candidata de la socialdemocracia, la también exministra Carolina Tohá.
"El acuerdo alcanzado para la reforma previsional la catapultó porque logró un consenso transversal con apoyo del oficialismo, del empresariado y de la derecha", afirmó a EFE el politólogo Octavio Avendaño, de la Universidad de Chile.
Hija de un mecánico y una ama de casa, Jara es la mayor de cinco hermanos y en múltiples ocasiones ha hablado de las dificultades económicas que atravesó su familia cuando era niña.
"Su origen social, el saber que las cosas son difíciles, que todo se complica, es lo que más la ha marcado, incluso más que el partido", dijo a EFE el historiador Cristian Pérez, de la Universidad de Playa Ancha.
Durante su campaña, anunció que, de llegar a la Presidencia, "suspenderá o renunciará" al partido como señal de que representa a "una coalición mucho más amplia" y tratar de convencer a los sectores de centro que ven su militancia como un impedimento para ganar.
A los 19 años se casó contra la voluntad de su madre. Dos años después enviudó, un golpe que definió su carácter. Más tarde volvió a formar pareja y, a los 33, tuvo a su hijo, hoy estudiante de teatro.
Su carrera en el sector público comenzó en la segunda Administración de la expresidenta Michelle Bachelet (2014-2018), cuando fue nombrada subsecretaria de Previsión Social.
Antes de llegar al gabinete de Boric, fue funcionaria del Servicio de Impuestos Internos, dirigente sindical y figura activa en organizaciones laborales.
Kast, el tercer intento, con un tono más moderado
Para Kast, este es el tercer intento por alcanzar la presidencia. "No hablamos solo de ganar una elección, hablamos de recuperar nuestro país", dijo en su cierre de campaña esta semana Kast, abogado ultracatólico, de 59 años y padre de nueve hijos.
Hijo de una próspera pareja de migrantes alemanes -su padre estuvo afiliado al partido nazi- y licenciado en Derecho por la Pontificia Universidad Católica, Kast no es un outsider de la política. Fue diputado 16 años por el conservador Unión Demócrata Independiente (UDI), que abandonó antes de su primer intento por llegar a La Moneda como independiente. En 2019 fundó el Partido Republicano.
A diferencia de sus otros dos intentos por llegar a la Presidencia (2017 y 2021), en esta campaña Kast ha evitado a toda costa hablar en público de sus convicciones ultraconservadoras en materia de libertades individuales, como el aborto, el matrimonio igualitario o la píldora del día después, así como de su defensa de la dictadura militar (1973-1990).
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Cuando le han preguntado, en las escasas entrevistas concedidas, se ha limitado a decir que tiene "las mismas convicciones", pero que "los chilenos hoy día tienen otras urgencias".
Kast, que hace cuatro años aseguró que si el dictador Augusto Pinochet estuviera vivo votaría por él, "aprendió de su campaña anterior y esta vez tiene una estrategia muy clara, con un programa muy reducido, centrado en la seguridad ciudadana", indicó a EFE Cristóbal Rovira, académico de la Pontificia Universidad Católica.
En 2021 perdió con claridad frente al actual presidente, Gabriel Boric, en un país marcado por las heridas del estallido social y por un electorado que entonces priorizaba las demandas de cambio.
Hoy el clima es distinto: la seguridad desplazó a la agenda social, el avance del crimen organizado redefinió prioridades y el desgaste del proceso constituyente debilitó la épica transformadora de 2019.
En 2017 se postuló por primera vez a la presidencia y no pasó al balotaje, pero aquella campaña —frontal, anti-establishment y marcada por la “batalla cultural”— sirvió para instalar su nombre a nivel nacional.
Desde entonces construyó un espacio propio dentro de la derecha y fue comparado con Donald Trump, Jair Bolsonaro o Javier Milei por su estilo directo y su retórica polarizante.
¿Qué proponen los candidatos?
Jara, quien ha buscado distanciarse de las posturas más controversiales de su partido, por ejemplo, criticando a los gobiernos de Cuba y Venezuela, calificando a este último de “dictadura”, prometió que, de ser elegida, “lo más probable es que suspenda o renuncie” a su militancia comunista.
En economía, Jara, quien ha enfocado su campaña en el "costo de la vida" y en la importancia de "poder llegar a fin de mes". Su propuesta central es la imposición de un ingreso vital de 750 mil pesos (cerca de 800 dólares) para los trabajadores.
En cuanto a seguridad, Jara impulsa el levantamiento del secreto bancario, para así trazar la ruta del dinero ilícito.
Otras iniciativas incluyen el control de armas para reducir el poder de fuego de bandas criminales, la implementación de un registro biométrico, el uso de tecnologías como drones e inteligencia artificial, y el fortalecimiento de la seguridad municipal y privada.
En migración, propone el fortalecimiento del Sistema Nacional de Migraciones con programas de ordenamiento migratorio laboral y convivencia intercultural. Impulsa un empadronamiento biométrico nacional temporal acotado a un máximo de 6 meses, con la advertencia de que quienes no se sometan a este proceso serán expulsados del país.
Mano dura contra la delincuencia
Por su parte, Kast ha centrado su campaña en el tema de la seguridad. Prometió formar un "gobierno de emergencia" con el que aplicar mano dura contra la delincuencia y la migración irregular y solucionar la "peor crisis de las últimas décadas" en la que está sumida Chile.
En materia de seguridad, Kast propone el Plan Implacable para frenar el crimen organizado, que incluye la instalación de cárceles de máxima seguridad con aislamiento total para cabecillas narcos. También busca endurecer las penas para miembros de bandas criminales y crear una fuerza de tarea dedicada a recuperar zonas bajo control del narcotráfico.
En el rubro de migración, su propuesta pasa por convertir la migración irregular en un delito, deportaciones masivas -incluyendo financiar unos dos mil vuelos para deportar a indocumentados a sus países de origen, a un costo estimado de 300 millones de dólares y blindaje de la frontera norte con vallas y zanjas.
En economía, propone un recorte fiscal de seis mil millones de dólares en 18 meses, aunque aún no ha dado detalles de cómo planea hacerlo. Apuesta por reducir gastos eliminando funcionarios que consiguieron sus puestos por acomodo y regulando la entrega de licencias médicas.
También propone limitar beneficios públicos en salud, educación y vivienda para migrantes sin documentos.
mgm
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