Alexei Navalny, líder opositor ruso que expuso la corrupción y el abuso de poder del Kremlin y de la élite de su país, se sumó este año a la lista de opositores y enemigos del presidente ruso, Vladimir Putin, que han fallecido en periodos recientes, lo que dejó un gran vacío para la oposición en el país.
Navalny murió el 16 de febrero después de sentirse mal tras una caminata en la colonia penal del Ártico donde cumplía una sentencia de 19 años por extremismo. Expertos de la ONU dijeron que el gobierno ruso, presidido por Vladimir Putin, fue el responsable de su deceso. Incluso, tras ese hecho, el gobierno estadounidense puso más de 500 nuevas sanciones al Kremlin.
AP reportó que “las tensiones aumentaron en los últimos meses, porque los aliados de Navalny y otros disidentes prominentes intercambiaron acusaciones que parecían desvanecer cualquier esperanza de un frente anti-Kremlin unido”. Michael Drummond, reportero de Sky News, ya decía desde febrero el problema: “La muerte de Alexei Navalny no deja un sucesor obvio que pueda llevar la voz cantante en favor de la democracia en Rusia”.
Lee también: Fiscalía rusa pide casi 6 años de cárcel para abogados de Navalny; los acusan de participar en un grupo extremista
Pero, tras su muerte, el problema es que “no hay un candidato obvio para un Navalny 2.0”, dice Ben Noble, profesor asociado de política rusa en el University College de Londres.
La muerte se dio un mes antes de las elecciones rusas donde ganó nuevamente Putin. Maxim Alyukov, experto en Rusia del King’s College de Londres, dijo en febrero que era “probable que lo hayan asesinado antes de las elecciones de marzo, para desmotivar y aplastar cualquier posible disidencia”. Remarcó que los comicios, “incluso si están estrictamente controlados, aún pueden servir como focos de descontento y ha habido candidatos alternativos que han hecho campaña con éxito para registrarse, al demostrar que hay una demanda de paz y un cambio de poder”.
“Dada la importancia de Navalny y el hecho de que muchos asociaron con él el cambio democrático en Rusia, su muerte será una señal que conmocionará y desmotivará a muchos, demostrando que la resistencia es inútil”, declaró entonces.
Lee también: Guerra en Ucrania: Putin responde con un dicho a informes sobre posibilidad de poner fin al conflicto en 2025
Su poder para mover a la gente se vio cuando tras fallecer, cientos de personas protestaron contra Rusia en Georgia y Armenia.
A mediados de noviembre, figuras de la oposición, incluida Yulia, su viuda, protestaron contra el gobierno de Putin en el centro de Berlín en un acto que congregó a mil personas, pero la demostración fue en Alemania, no Rusia.
Versiones sobre el deceso
Navalny se sintió mal después de una caminata, según el Servicio Penitenciario Federal, y perdió el conocimiento, y pese a que una ambulancia sí llegó, no lograron reanimarlo. Meses después la versión oficial fue que falleció por una “arritmia” y por lo tanto no habría una investigación.
Su viuda, Yulia, criticó “la muerte se produjo a causa de (...) la arritmia. Y díganme, ¿cómo encontraron esa arritmia durante la autopsia? Es imposible establecer un trastorno del ritmo cardiaco tras la muerte y Alexei no tenía ninguna enfermedad cardiaca cuando estaba vivo.
“Me gustaría que Putin, todo su personal, todo su entorno, todo su gobierno, sus amigos, sepan que serán castigados por lo que han hecho a nuestro país, a mi familia y a mi marido. Comparecerán ante la justicia y ese día pronto llegará”, dijo entonces Yulia.
Lee también: Ucrania se arrepentirá del ataque con drones a Kazán: Putin; promete más "destrucción" en suelo ucraniano
“Lo han torturado constantemente y le han negado tratamiento médico. Navalny se comunicaba activamente con el público desde la prisión a través de sus abogados, y sus declaraciones dieron esperanza a muchos disidentes tanto dentro como fuera de Rusia”, dijo el experto del King’s College de Londres.
Yulia opinó que “sólo hay una explicación. Una sola. Lo mataron y ahora están tratando de borrar las huellas como sea posible”.
Navalny ya había sobrevivido a un intento de envenenamiento con el agente químico Novichok en agosto de 2020 en Alemania.
El líder opositor regresó en enero de 2021 a Rusia y fue detenido de inmediato. Lo habían condenado a 19 años de cárcel por “extremismo” en una colonia carcelaria en el Ártico. Cuando se le cuestionaba por qué había vuelto, el líder opositor decía que “no quiero abandonar mi país ni traicionarlo. Si sus convicciones tienen un sentido, deben estar listo para defenderlas y para hacer sacrificios si es necesario”. Él cumplió, con el máximo sacrificio.
Luego de su muerte, el gobierno de Putin emitió una orden de arresto contra su viuda; la acusó de “participación en un grupo extremista”. Meses más tarde, un tribunal ruso rechazó el recurso de apelación de Yulia. Ella prometió durante el año que tomaría el relevo en la actividad política de su esposo a quien amaba profundamente y era correspondida totalmente.
En noviembre, el cerco sobre los allegados de Navalny siguió luego de que la fiscalía rusa pidiera casi seis años de cárcel para sus abogados; los acusó de participar en un grupo extremista. Además, pidió prohibirles ejercer como juristas durante cinco años, una vez que salgan de prisión. La fiscalía rusa afirmó que sus abogados se aprovecharon de su estatus para servir de mensajeros entre Navalny y sus seguidores, lo que, según las autoridades, le permitió liderar su movimiento “para planificar, preparar, promover y cometer delitos de carácter extremista”. En marzo de 2022, Navalny escribió “pasaré el resto de mis días en prisión y moriré aquí” cuando estaba preso. Así fue y dejó un gran vacío en la oposición rusa.