Madrid.- Isabel II encara los festejos por sus 70 años de reinado con la salud mermada, no solo por su avanzada edad sino también por las posibles secuelas del que contrajo en febrero pasado. Además, la soberana británica de 96 años sigue afectada emocionalmente por la pérdida en 2021 de su esposo, el Duque de Edimburgo, con quien estableció una sólida relación cuando todavía no había accedido al trono. 
  
La precaria salud de Isabel II se ha puesto también a prueba en los últimos tiempos por las acusaciones de abuso sexual lanzadas contra su hijo predilecto, el príncipe Andrew, al que tuvo que despojar de sus títulos militares y patrocinios reales tras el escándalo que saltó en 2019 y que finalmente no prosperó, luego de que las partes llegaran a un acuerdo económico para evitar los tribunales tras la demanda. 
  
Sin embargo, el convenio alcanzado por los abogados del duque de York para anular las consecuencias judiciales de la presunta agresión sexual a la menor de edad, Virginia Giuffre, no pudo disipar el bochorno padecido por la reina ante el comportamiento inapropiado de uno de los máximos representantes de la monarquía británica. La avanzada edad de Isabel II y su delicado estado de salud, agravan las secuelas emocionales de un escándalo que la prensa británica, sobre todo la más sensacionalista, se encargó de ventilar profusamente. 

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Aunque el impacto haya sido menor, la deserción de su nieto menor Harry también ha supuesto un costo sentimental para la soberana que tuvo que lidiar con la familia para evitar fracturas indeseables, mientras intentaba preservar la imagen de la Corona. Harry y su esposa Meghan abandonaron finalmente la corte para afincarse en Estados Unidos luego de denunciar el acoso de los medios de comunicación británicos y revelar situaciones estresantes, como los comentarios de algunos miembros de la familia real sobre el color que tendría su primer hijo al nacer. 
  
Todos estos percances físicos y afectivos hacen que, por primera vez en su prolongado reinado, Isabel II esté dando claras muestras de flaqueza. 
  
El primer aviso serio se produjo el año pasado, cuando la soberana se retiró sorpresivamente de la misa por el día de los veteranos de guerra tras sufrir un esguince de espalda. 
  
Más tarde, en octubre de 2021, los médicos ordenaron a Isabel II guardar reposo y permaneció una noche hospitalizada para someterse a pruebas que nunca se detallaron. 
  
El pasado mes de febrero la reina contrajo el Covid-19 y, a pesar de haberse recuperado, ha manifestado abiertamente que se encuentra “cansada y agotada” tras el contagio. 
  
Como consecuencia de todos estos achaques que se suman a los problemas típicos del envejecimiento, la movilidad de Isabel II se halla muy reducida, hasta el extremo de que en algunas ocasiones necesitaría silla de ruedas para desplazarse. 
  
Las últimas imágenes en movimiento que se guardan son las de su llegada al funeral de su esposo, cuando comenzó a usar públicamente bastón. Del resto de sus apariciones solo queda registro fotográfico. 
  
Los indicios sobre su frágil salud se acumulan en los últimos meses, por lo que se ha visto obligada a cancelar su participación en destacados eventos, aunque de improviso retome su agenda y aparezca públicamente luciendo una sonrisa, como sucedió a mediados de mayo con motivo de las jornadas del Royal Windsor Horse Show. La competición ecuestre tuvo lugar en los terrenos del castillo de Windsor, su actual lugar de residencia, lo que facilitó su asistencia. Días después y acompañada de su bastón, Isabel II reaparecería en la célebre estación londinense de Paddington con motivo de la inauguración de la línea de metro que lleva su nombre. 
  
Estas apariciones entrecortadas serían reflejo de los altibajos de salud que está sufriendo la reina, como lo demuestra el hecho de que el pasado 10 de mayo no pudiera asistir a la ceremonia de apertura de sesiones del Parlamento británico, por lo que fue sustituida por su hijo mayor, Carlos de Inglaterra, que se encargó de leer el discurso inaugural estrenándose en el papel de príncipe regente a sus 73 años. 
  
“La Reina sigue padeciendo problemas episódicos de movilidad y después de consultar a los médicos, ha decidido a su pesar que no atenderá mañana la ceremonia de apertura del Parlamento (…) A petición de Su Majestad, y con el acuerdo de las autoridades relevantes, el príncipe de Gales leerá el discurso de la Reina, con la presencia añadida del duque de Cambridge”, explicó Buckingham. 

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La comparecencia en el Parlamento reemplazando a su madre, supuso la primera función estatal de importancia del heredero de la Corona británica, en lo que se interpreta como una posible aproximación del relevo, ya que se trata probablemente de la ceremonia protocolaria más importante del año.  
  
La reina tampoco estará presente en las famosas fiestas que la familia real suele ofrecer en los jardines del palacio de Buckingham para recaudar fondos con fines benéficos. 
  
Los actos por el jubileo de sus 70 años de reinado, no serán todo lo esplendorosos que cabría esperar; y no solo por la delicada salud de la soberana. Los duques de Sussex, Harry y Meghan, han sido excluidos de la conmemoración, a pesar de que acudirán a Londres con motivo de los festejos. También ha sido apartado de los mismos el devaluado príncipe Andrew. Ninguno de ellos estará presente en el balcón principal del Palacio de Buckingham para presenciar el desfile aéreo, uno de los momentos culminantes de la celebración, lo que sin duda ha sido una decisión difícil de tomar para la reina a quien acompañarán, entre otros, el príncipe de Gales y heredero al trono, Carlos, y su esposa Camila, así como los duques de Cambridge, William y Kate, y sus tres hijos. 
  
Los conflictos familiares están entorpeciendo algo fundamental para la salud física y mental de Isabel II, como es la mejora de su estado anímico, que resultó seriamente afectado tras la muerte de su esposo. 
  
El Reino Unido conmemorará entre el 2 y el 5 de junio el jubileo de Isabel II que cumplió siete décadas de reinado el pasado mes de febrero, con una variedad de eventos, festejos callejeros y actividades comunitarias. El acto más sonado será el desfile de gala que tendrá lugar el 2 de junio en el centro de Londres con la participación del Primer Batallón de Guardias Irlandeses, cientos de músicos del ejército y más de mil efectivos militares, y que estará presidido por los miembros de la familia real que aun gozan de la plena confianza de la soberana. 

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