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Ankara.— “Nunca había sentido nada igual en los 40 años que llevo viviendo”. Erdem, un turco residente de la ciudad de Gaziantep, no se recuperaba del impacto de los terremotos que azotaron ayer al país. “Nos sacudieron al menos tres veces muy fuerte, como a un bebé en una cuna”, añadió.
“Pensamos que era el apocalipsis”, dijo a AFP la reportera Melisa Salman, quien vive en Kahramanmaras, epicentro del primer sismo, magnitud 7.8.
“Estamos afuera desde las cuatro y media de la madrugada. Está lloviendo, pero nadie se atreve a volver a sus casas por miedo a nuevas réplicas”, agregó esta joven de 23 años.
En Diyarbakir, 380 kilómetros al este, Muhittin Orakci presenció las operaciones de rescate frente a un edificio en ruinas. “Siete miembros de nuestra familia están bajo los escombros, dijo. Y en Sanliurfa, a escasos kilómetros de Siria, Emin Kaçmaz, de 30 años, explicó que se quedaría toda la noche fuera. “El edificio no es seguro”, señaló.
Lugareños sólo hablaban de destrucción y más destrucción, y pérdidas. Veysel Şervan contó a BBC News que muchos de sus familiares estaban bajo los escombros. “A duras penas conseguí salir del edificio con mi familia. Estábamos saliendo de entre los escombros cuando vimos que una persona se asomaba por un pequeño hueco. El edificio se derrumbó sobre nuestro amigo que intentó salvarlos. No tienen ninguna posibilidad de escapar, se derrumbó sobre ellos por completo. Estamos en una situación muy difícil”, expresó.
Russell Peagram, quien al igual que Erdem reside en Gaziantep, habló de los actos de solidaridad en medio de la tragedia: “Los vecinos se unieron, fue trabajo en equipo. Si había una mujer mayor que llegara y tenías espacio en tu auto, la dejabas entrar. Entre todos conseguían sábanas y las compartían, se hizo todo lo que se pudo”.
En Jandaris, en la provincia siria de Alepo, muy dañada también por el terremoto, un padre de familia conmovió a todos cuando estalló en llanto al ver el cuerpo de su bebé muerto.
El bebé fue extraído de los escombros y el hombre, al verlo, lo tomó en sus brazos y cayó de rodillas, llorando inconsolable.
Un video difundido en medios lo muestra acunando y besando a su pequeño, mientras otros intentan ayudarlo.
En el pueblo sirio de Azmarin, fronterizo con Turquía, Usama Abdelhamid contó que sintió el temblor mientras estaba durmiendo.
“Con mi mujer y mis hijos, corrimos hacia la puerta de nuestro apartamento del tercer piso. Cuando la abrimos, todo el edificio se desplomó”, declaró.
Algunas personas que quedaron atrapadas bajo los escombros pedían ayuda a través de sus celulares. Otros videos daban cuenta de los gritos que provenían de entre los escombros, mientras afuera la gente luchaba con desesperación para remover cada piedra y rescatar a la mayor cantidad posible de personas.
Hospitales, escuelas, edificios enteros sucumbieron en cuestión de segundos. Incluso ante cámaras. Un reportero del medio DHA se encontraba haciendo una transmisión en vivo frente a un inmueble desplomado cuando se vino un sismo de magnitud 7.6. Los rescatistas comenzaron a correr y bajar de los escombros, mientras el periodista y su camarógrafo seguían narrando para la televisión. Más humo, más pánico, más derrumbes, y el miedo sin fin de los sobrevivientes.
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