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San José.— Los opositores ecuatorianos que están en la embajada de México en Quito o se dieron a la fuga o cayeron presos en Ecuador integraron el engranaje central de lo que el gobierno de Lenín Moreno denunció como un violento plan de desestabilización de ese país controlado desde el exterior por el expresidente Rafael Correa, confirmaron ayer fuentes oficiales de esa nación.
La Fiscalía General y la Policía Nacional de Ecuador arreciaron esta semana la búsqueda de los “correístas” acusados de los violentos sucesos que estallaron el 3 de octubre pasado en ese país, en repudio a un decreto de Moreno que eliminó un subsidio a los combustibles e impulsó un ajuste socioeconómico; el gobernante derogó la medida el domingo.
Los asambleístas titulares “correístas” Carlos Viteri y Soledad Buendía y el alterno Luis Fernando Molina, aliados de Correa, entraron el pasado lunes a la embajada mexicana en Ecuador, con sus cónyuges, y recibieron protección de México. La legisladora titular Gabriela Rivadeneira entró el sábado anterior a esa sede diplomática y denunció acoso de policías, militares y agentes de inteligencia en su contra.
Fiscales y policías allanaron anteayer la casa del ex asambleísta Virgilio Hernández, cercano a Correa y en fuga. La fiscalía informó que halló “indicios” como teléfonos celulares, tarjetas de crédito y dinero en efectivo. Cerca de la medianoche del lunes, las autoridades allanaron oficinas del Movimiento Compromiso Social, partido que aglutina al “correísmo”, en lo que la fiscalía describió como “cumplimiento de un acto urgente”. La “correísta” Paola Pabón, prefecta (jerarca) de la norteña provincia (estado) de Pichincha, y dos colaboradores de Correa, identificados como Pablo D. y Christian G., fueron detenidos anteayer.
Moreno culpó al “correísmo” de infiltrarse en las pacíficas protestas indígenas para generar violencia, atizar la crisis y lanzar un intento de golpe de Estado en asocio con el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro; ambos negaron los cargos. En entrevista con EL UNIVERSAL, el analista político ecuatoriano Lolo Echeverría dijo que los opositores que están en la legación mexicana, Hernández y los presos “son el núcleo duro” de Correa, quien gobernó de 2007 a 2017 y fue aliado de Moreno.
“Los dirigentes de Correa confesaron [en la crisis reciente] que su intención es tumbar al gobierno e instigaron a los anarquistas que se sumaron a la protesta indígena, pero los indígenas los rechazaron”, afirmó. Al pronosticar que “no creo que tengan éxito”, porque la mayoría de partidos “pretenden consolidar la democracia”, alertó que el “correísmo” ahora “no quiere respetar las reglas democráticas” y busca “la caída del gobierno”.
Mientras Moreno restableció su gobierno en la capital, Quito, el exgobernante Correa afirmó que el régimen de Moreno desató una persecución contra el correísmo para intentar justificar la represión durante las protestas indígenas.