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Brasilia. En cuestión de pocas horas, el fotomontaje ya circulaba en casi todos los perfiles en redes sociales de la familia de Jair Bolsonaro: arriba, el expresidente de Brasil (2019-2022) se aprieta la barriga luego de ser acuchillado en el abdomen durante un acto de campaña en 2018; abajo, Donald Trump, ensangrentado en su oreja derecha, es evacuado por agentes del Servicio Secreto tras ser rozado por una bala.
El ataque a Trump en pleno acto de campaña en Pennsylvania sumerge a Estados Unidos en una turbulencia política y permite trazar paralelismos con el atentado que sufrió Bolsonaro en septiembre de 2018, alterando el curso de esa elección en la que el ultraderechista se convirtió en presidente de Brasil.
Pasados casi seis años del ataque en el que un hombre surgido de la multitud durante un acto callejero en el sudeste brasileño se abalanzó sobre Bolsonaro y le clavó un cuchillo, el episodio alimenta hasta hoy teorías conspirativas.
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Mientras el expresidente de Brasil suele apelar al atentado por el que estuvo hospitalizado y severamente herido para victimizarse y culpar -sin pruebas- a la izquierda, algunos adversarios políticos cuestionan la veracidad del mismo.
El mes pasado la Policía Federal de Brasil pidió que se archivara la investigación sobre ese episodio, tras concluir que el agresor, Adélio Bispo, a quien se le diagnosticaron “trastornos delirantes persistentes”, actuó en soledad.
Meses antes de que Bolsonaro perdiera su reelección ante Lula, en octubre de 2022, la policía brasileña reabrió la investigación en búsqueda de un vínculo entre el atacante y el crimen organizado, vínculo que de probarse hubiera alterado la campaña. La pesquisa, sin embargo, descartó esa posibilidad.
El punto de contacto más evidente entre los ataques sufridos por Trump y Bolsonaro, señaló Leandro Consentino, politólogo del instituto Insper de Sao Pablo, es la repetición de un caso grave de violencia política en un clima de polarización exacerbada.
"Hay una escalada de la violencia política que contamina el ambiente social. En el Brasil de 2018, ese clima estaba recién germinando, ahora ya está mucho más consolidado”, explicó a La Nación el profesor del Insper.
Como este Trump de 2024 según algunas consultoras, en septiembre de 2018 Bolsonaro -en ese entonces un experimentado congresista marginal que se presentaba a sí mismo como outsider- lideraba los sondeos de opinión.
A pesar de que los dos tienen la misma naturaleza ideológica, los personajes son diferentes, según Consentino.
El Bolsonaro candidato de 2018 era un político que todavía debía ser “probado” en la recta final hacia las presidenciales, a diferencia de este Trump, que busca su segundo periodo como mandatario de Estados Unidos.
El expresidente de Brasil (2019-2022) debió ser hospitalizado en septiembre de 2018 y no pudo participar de los debates con Fernando Haddad, en ese entonces candidato a la presidencia delfín de Lula da Silva.
“Todavía era incierto el tamaño de la candidatura de Bolsonaro”, explicó Consentino. “El atentado lo benefició, no tanto por la conmoción, sino por el momento, en la víspera de las elecciones, cuando comenzaría a recibir críticas y tendría que someterse a los debates. Trump, en cambio, no necesita ser blindado ni esconderse”, agregó.
El clan Bolsonaro siempre intentó vincular la responsabilidad del atentado a la izquierda y de cómo sus adversarios desconocen los límites de la lucha política.
Se convirtió en un hito que pasó a formar parte de cada discurso del expresidente de Brasil, devenido en mártir. En la mayoría de sus discursos, Bolsonaro suele marcar septiembre de 2018 como la fecha de su segundo nacimiento determinado por la “voluntad de dios”. Todo indica que Trump, quien hoy dijo que su sobrevivencia sólo se explica como un "milagro de Dios", seguirá el mismo camino.
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“Solamente las personas conservadoras sufren atentados. ¿Ya te diste cuenta? Siempre los atentados son contra las personas de bien y conservadoras”, dijo Bolsonaro en diálogo con periodistas en Sao Pablo.
“Él [Trump] fue salvado, como yo. Los médicos dijeron que fue milagro que yo haya sobrevivido en 2018, teniendo en cuenta la gravedad de las heridas. Y él fue salvado por pocos centímetros. A mi entender, eso es algo que viene de arriba”, aseguró el expresidente, dotando ambos ataques y sus consecuencias de elementos religiosos.
“Trump tuvo una dosis de astucia al conseguir levantarse luego del tiro, alzar el puño y entregar una fotografía con la bandera de Estados Unidos de fondo. Ahora está en condiciones de presentarse como mártir, como víctima de una persecución del sistema, al igual que Bolsonaro”, concluyó Consentino.
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