Miami.— Desde 2015 hemos visto cómo los presidentes de Estados Unidos han pasado de la diplomacia tradicional a una nueva diplomacia digital, empleando las redes sociales. Ya sea en Twitter (ahora X), Facebook, Telegram u otras redes, el mundo vio cómo Barack Obama sentó las bases de un tono medido en este tipo de comunicaciones.
Sin embargo, Donald Trump ha roto todos los moldes, especialmente cuando se trata del envío de mensajes combativos. Joe Biden buscó restaurar la mesura tradicional después de la primera presidencia de Trump, pero para muchos, el demócrata simplemente pasó desapercibido en este tema.
La primera presidencia de Donald Trump (2017-2021) estuvo marcada por un uso inusual de Twitter como megáfono diplomático. A diferencia de sus predecesores, el republicano a menudo anunció decisiones de política exterior, lanzó insultos personales o amenazas directas a líderes extranjeros y reaccionó impulsivamente a eventos globales en tiempo real en las plataformas.
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Un ejemplo fue el intercambio de bravatas e insultos en 2017 con el líder norcoreano Kim Jong-un. Corea del Norte avanzaba rápidamente en sus pruebas nucleares y de misiles y Trump alternaba entre insultos coloridos y bravuconadas militares en sus mensajes públicos.
Ahora que regresó a la Casa Blanca, Trump ha buscado presionar a sus socios comerciales México, Canadá y China, pero también a varios de sus aliados en Europa, a través de las redes sociales. “Donald Trump con esto que llaman diplomacia digital no hace otra cosa que reforzar su imagen de líder intransigente y aparente defensor de los intereses de Estados Unidos”, señala a EL UNIVERSAL Jane Williams, analista política.

Trump ha amenazado digitalmente con aranceles o cualquier otro tema, pero no muchos políticos atacados se han prestado al juego; entre los que sí, el caso más sonado es el del presidente colombiano Gustavo Petro, quien se puso al tú por tú con Trump en X por el tema de los migrantes deportados, y perdió de una manera estridente.
Riña tuitera
El 26 de enero, Petro informó en su cuenta de X sobre la llegada de vuelos con deportados colombianos. “A las 6:45 a. m. llegará el primer avión con deportados colombianos de Estados Unidos. Otro avión llegará hacia las 10 a. m. Recibámoslos con banderas y flores”, escribió.
Al enterarse de que los deportados serían transportados en aviones militares estadounidenses y encadenados, Petro ordenó impedir el aterrizaje de estas aeronaves, argumentando que tal trato era indigno y que recordaba a viejas prácticas esclavistas. La tensión escaló cuando ambos mandatarios utilizaron las redes sociales para expresar sus posturas. El presidente Trump, a través de su cuenta en Truth Social, calificó a los deportados como “asesinos” y “capos”, justificando el uso de medidas estrictas durante su traslado.
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Petro respondió en X con fuertes críticas. “No permitiremos que nuestros compatriotas sean tratados como criminales. Colombia es una nación soberana que exige respeto para sus ciudadanos”, dijo. Cuestionó si Trump intentaba desestabilizar su gobierno y afirmó: “No estrecho manos con esclavistas blancos”.
Después de que Trump anunciara en una conferencia de prensa que desde ese momento Colombia tendría aranceles en su contra para todos los productos que esa nación exporta a la Unión Americana, Petro cambió su tono diplomático y envió aviones colombianos para el traslado de los colombianos deportados, alegando que de esa manera garantizaba el trato digno de sus connacionales. Sin embargo, a decir de Williams, el caso “visibilizó el poder arancelario del presidente Trump contra quienes lo reten, sentando un mal precedente”.
Con Trump, la política se convierte en espectáculo. Entre más estridente, mejor. Es el showman buscando atención a sus acciones, intentando mostrar su poder sobre otros líderes. “En la era de las redes sociales, Trump maneja su cuenta de Twitter como la varita de un mago, conjurando tuits que conmocionan la escena mundial. Desde el momento en que entró en la arena política, puso patas arriba la diplomacia tradicional, sustituyendo los discursos dignos por proclamas de 280 caracteres”, señaló Ahmed Y. Zohny, autor del libro Donald Trump’s Digital Diplomacy and Its Impact on US Foreign Policy Towards the Middle East (La Dipomacia Digital de Donald Trump y su impacto en la Política Exterior Hacia Medio Oriente).
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Kajsa Hughes, de la Universidad sueca de Malmö, lo describe como “tuitplomacia”. “Los tuits de Trump y sus encuadres de otros líderes y países extranjeros son una combinación de su personalidad narcisista junto con una versión extrema de la política exterior de fuerza estadounidense, acercándose a los líderes extranjeros como si fuera el hegemón de un sistema unipolar que intenta coaccionar a otros países para que sigan los principios estadounidenses”, señala en su análisis La Twiplomacia de Trump: ¿Una nueva norma diplomática?
Esta tuitplomacia no está exenta de riesgos. Un posteo de Trump ha sido capaz de provocar el desplome de los mercados bursátiles, o su impulso y, en general, provoca sacudidas en la diplomacia mundial.
Aranceles a la Truth Social
El mandatario estadounidense ha usado la red que creó cuando fue “expulsado” de Twitter, en su primer mandato, para anunciar aranceles, o levantarlos.
Ahí dijo, en sus primeros días, que impondría “ un arancel de 25% a todos los productos provenientes de México hasta que se detenga el flujo de fentanilo hacia nuestro país”.
El gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum ha respondido con cabeza fría, con pragmatismo, y dando golpes certeros, incluyendo el despliegue de 10 mil elementos de la Guardia Nacional en la frontera norte mexicana y la entrega de 29 narcos, algo que le ha valido el respeto de Trump, quien describe a Sheinbaum como una presidenta “maravillosa” con la que acordó suspender esa primera ronda de gravámenes, al menos hasta el 2 de abril.
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Este quita-pon de aranceles, dice Williams a este diario, “es una muestra más de la estrategia de presión calculada que usa Trump: imponer medidas extremas y luego conceder espacio para negociaciones”.
Sin embargo, Trump agrega otro elemento a su tuitplomacia: la incertidumbre. En el caso de los aranceles, han sido tantos los anuncios y giros, que políticos, empresarios y mercados viven en una constante ruleta rusa. Nunca se sabe, dice Williams, con qué puede salir el mandatario de EU.
En este segundo mandato, y con su desagrado evidente hacia el hoy exprimer ministro canadiense Justin Trudeau, Trump usó sus redes para burlarse de él, además de lanzar amenazas. “El gobernador Trudeau”, repitió una y otra vez en sus posteos, en los que insiste en que Canadá estaría mejor si fuera el estado 51 de Estados Unidos.
En este caso, la diplomacia le reviró. Su diatriba impulsó un nacionalismo canadiense que terminó con el triunfo en las urnas del liberal Mark Carney. Si el partido tenía cero posibilidades de ganar, tras la ofensiva de Trump, principalmente en su red, Truth Social, Trump lo impulsó, sin querer, a la victoria.
Ya sin Trudeau en el escenario, el estadounidense busca nuevas formas de abordaje. Por lo pronto, ya sostuvo una reunión con Carney, que dejó en claro que el canadiense no es su antecesor y cuya primera advertencia a Trump ha sido: “Canadá nunca será parte de EU”.
China y el fentanilo
China ha sido otro de los blancos principales de Trump en su diplomacia digital, especialmente en relación con la crisis del fentanilo. Desde su campaña, prometió imponer medidas duras contra Beijing. En noviembre de 2024, anunció que “China debe detener el envío de fentanilo a nuestro país. Si no lo hacen, impondremos aranceles adicionales para proteger a los estadounidenses”.
Este mensaje marcó el inicio de una nueva guerra comercial. Además, Trump criticó abiertamente las prácticas comerciales chinas. “China ha estado aprovechándose de Estados Unidos durante años con prácticas comerciales desleales. Eso termina ahora”.
Fue a través de Truth Social que Trump anunció aranceles estratosféricos, a los que Beijing respondió. La realidad económica estadounidense fue lo único que obligó al estadounidense a bajar la temperatura digital y a llegar a un acuerdo con Beijing.
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Acuerdos y desacuerdos a un tuit
Trump nunca ha ocultado su escepticismo acerca de la funcionalidad de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), considerando que Estados Unidos ha cargado con una parte desproporcionada de los costos de defensa. Durante meses reiteró esta crítica en sus redes sociales, señalando que los aliados europeos se han beneficiado del paraguas de seguridad estadounidense sin contribuir lo suficiente.
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“Los aliados europeos nos tratan peor que nuestros enemigos. Los protegemos y luego nos estafan en el comercio. ¡Eso no volverá a suceder!”. Con este mensaje, Trump dejó en claro que exigiría un mayor compromiso financiero de los países miembros de la OTAN. Más allá de la retórica, su administración adoptó una postura de condicionalidad en la defensa de Europa, lo que quedó evidenciado en una publicación posterior: “No defenderemos a los aliados de la OTAN en Europa si no cumplen con el objetivo de gastar 2% del PIB en defensa”.
Amenazas, rompimientos: Trump ha llevado la diplomacia digital a otro nivel, con todos los riesgos que ello implica. “Aunque esta forma de diplomacia puede servir para involucrar a la opinión pública, corre el riesgo de agravar las tensiones entre dirigentes y funcionarios a través de ‘riñas tuiteras’, o de prometer más de lo que las políticas acaban cumpliendo”, o desplomar mercados, advierte la investigadora Cassia Jefferson en el artículo Diplomacia Xplosiva: Petro, Trump y los riesgos de la retórica en las redes sociales. Para Trump, eso no tiene la menor importancia... por ahora.