Bruselas.— Desde el inicio del proyecto comunitario, la principal motivación de las naciones europeas por trabajar colectivamente ha sido la amplificación del Estado de bienestar para que los ciudadanos vivan mejor y por más tiempo.
Ahora que la generación del baby boom, aquella que nació en los primeros años de lo que hoy se conoce como Unión Europea (UE), es testimonio de los logros alcanzados, la narrativa de los gobiernos está cambiando.
A los hijos y nietos se les está diciendo que ahora vivirán más: la esperanza de vida en el bloque comunitario ha alcanzado los 81.4 años, superando el nivel anterior a la pandemia. Pero el tiempo extra no necesariamente será para disfrutar de su tiempo libre, sino para trabajar más.
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La edad de jubilación ha ido aumentando paulatinamente en los países miembros de la Comunidad Europea. En Dinamarca, la edad media de retiro pasó de 63 a 67 años en los últimos 12 años.
La edad habitual para jubilarse en los Estados miembros es en promedio 65 años, aunque algunos ya han acordado incrementarla hasta los 67 años, como Italia y Bulgaria; otros están en ese proceso, como España y Alemania. En la mayoría de los casos, los cambios en la edad de jubilación están previstos de aquí a 2030, aunque hay países en donde la resistencia popular aumenta, expresándose en las calles como es el caso de Francia, en donde la extensión de la vida laboral se considera una política injusta y sintomática un retroceso de los derechos sociales.
Sin embargo, la próspera Dinamarca ha decidido romper con el molde y predicar con el ejemplo, lanzando una apuesta nunca antes vista en el espectro europeo. El gobierno de la primera ministra Mette Frederiksen decidió incrementar la edad de jubilación progresivamente en los próximos años hasta alcanzar los 70 años en 2040, con lo cual los daneses tendrán la edad de retiro más alta de toda Europa. La normativa fue avalada por el Parlamento y consiste en elevar la edad de jubilación de 67 a 68 años en 2030 y a 69 años en 2035, para alcanzar el objetivo marcado cinco años después.
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La monarquía parlamentaria justificó la decisión asegurando que la edad de jubilación debe estar vinculada al aumento de la esperanza de vida, actualmente de 82 años para hombres y 83 años para mujeres.
A diferencia de Francia, en Dinamarca no ha habido resistencia. De acuerdo con Jesper Brask Fischer, director de la unidad sobre bienestar social de PFA, hay un cambio cultural respecto a la jubilación entre la población danesa y el mercado laboral progresivamente se ha ido ajustando, buscando beneficiar a los empleados de edad mayor, haciendo énfasis su calidad de vida y en la mejora del ahorro para el retiro. “Mientras que hace relativamente pocos años, la jubilación solía llamar a la puerta al cumplir los 60, ahora cada vez más personas miran hacia los 70. Es un cambio importante en nuestra cultura laboral”.
“La prolongación de la vida laboral se ha vuelto mucho más popular, especialmente si se complementa con una transición flexible a la jubilación, donde se termina con una semana laboral de cuatro días en los últimos años”, afirma Fischer en un artículo divulgado por European Pensions, fuente de información en materia de pensiones con sede en Londres. Esto explica por qué 58% de los daneses desean trabajar después de jubilarse, según una encuesta realizada por PFA.
“Nuestra encuesta muestra que, si bien se ha hablado mucho sobre el aumento de la edad de jubilación, los jóvenes de hoy no ven con malos ojos tener que trabajar muchos años más”, asegura Jan Hansen, director de Pensiones en I&P Denmark.
La consulta revela que 40% de los daneses de entre 18 y 34 años esperan trabajar hasta la edad de jubilación y 12% adicional irá más allá. La firma estima que si el índice sobre la esperanza de vida continúa como hasta ahora, los daneses que hoy tienen 25 años se jubilarán a los 74 años.
De acuerdo con Franz Eiffe, experto de la Fundación Europea para el Mejoramiento de las Condiciones Laborales y de Vida (Eurofound), los países europeos están modificando la edad de retiro con la finalidad de que el sistema de pensiones siga siendo sostenible, es decir, están tratando de encontrar un balance entre los que aportan al sistema y el número de beneficiarios.
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La brecha ente las personas mayores de 65 años y la población en edad laboral (de 20 a 64 años) está aumentando; se prevé que pase de 36% en 2022 a 55% en 2050 y a 65% en 2100. En otras palabras, en 2022 había aproximadamente 2.7 trabajadores por cada persona mayor en la UE, la cifra caerá a 1.5 en 2100.
A esto se añade una preocupación adicional: los mayores de 85 años son el grupo de edad de mayor crecimiento en la UE. En 2022, 2.9% de la población de la UE tenía 85 años o más. Los cálculos apuntan a que esta proporción se duplique para 2050 y casi se triplique para 2100, alcanzando casi 10% de la población total.
“Estamos cortos de mano de obra, y es muy probable que el suministro de mano de obra disminuya en el futuro. Por lo tanto, tenemos que hacer uso de los trabajadores que ya tenemos. Tenemos que asegurarnos que la gente sana, que encuentra un propósito en su trabajo y que le gusta trabajar se le anime a continuar incluso más allá de la edad de retiro”, sostiene Franz Eiffe.
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David Pinkus y Nina Ruer, analistas del prestigioso instituto de estudios económicos Bruegel, con sede en Bruselas, señalan que no basta con aumentar la edad de retiro para afrontar la doble crisis —disminución de la fuerza laboral y envejecimiento demográfico—, y sus impactos en pensiones, atención sanitaria, cuidados de larga duración y competitividad económica. “Aumentar la edad legal de jubilación ampliaría los periodos de cotización, pero podría beneficiar más a los grupos con mayores ingresos, ya que estos tienden a vivir más. Las reformas que contrarrestarían esta presión financiera, como aumentar las cotizaciones o reducir las prestaciones, reducirían la renta disponible durante la vida laboral o la vejez, respectivamente”, indican los analistas en un reporte.
Debido a que la situación demográfica en la UE no es uniforme y la apuesta en aumentar la edad de jubilación no es por sí sola una fórmula mágica, los expertos sugieren varias estrategias. Señalan que los países del este de la UE deben centrarse en retener el talento, atraer inmigrantes a sectores con escasez de mano de obra y aumentar la participación laboral de las mujeres y los trabajadores de mayor edad.
Los países del sur deben fortalecer políticas que favorezcan la familia y el empleo juvenil, mejorando al mismo tiempo la integración de los inmigrantes y la infraestructura regional, mientras que los países occidentales y del norte deben priorizar la integración de los inmigrantes, el desarrollo rural y las reformas graduales del mercado laboral en consonancia con el envejecimiento de la población.
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“Un plan coordinado de la UE para estas diferentes tendencias ayudaría a los países de la UE a abordar los desafíos que enfrentarán. La integración de los migrantes en los mercados laborales y en las sociedades será de especial importancia, aunque depender de una migración alta y sostenida podría no ser una solución viable a largo plazo; tampoco será un sustituto para maximizar la participación de los residentes en los mercados laborales”.