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San José.-
Arropadas en una imagen romántica de rebeldía, coraje, idealismo, esperanza y alegría, columnas de jóvenes guerrilleros barbudos irrumpieron desafiantes y jubilosas hace 60 años a ciudades y villas en múltiples rincones de Cuba para consolidar el triunfo de la Revolución cubana y marcar el destino de una generación, tras vencer en una guerra insurgente de 25 meses a las fuerzas militares del régimen dictatorial de Fulgencio Batista.
Encabezadas por Fidel Castro, de 32 años, y por comandantes como su hermano Raúl, de 27, el argentino-cubano Ernesto Che Guevara, de 30, o el cubano Camilo Cienfuegos, de 26, las tropas del Ejército Rebelde del Movimiento 26 de Julio tomaron el poder en Cuba el primero de enero de 1959 e iniciaron victoriosas el camino de una revolución que marcó a otras generaciones en América y el resto del mundo.
Batista (1901-1973) apenas despidió la última noche de 1958 y huyó en la madrugada del primer día de 1959 a República Dominicana, tras gobernar desde 1952 por la vía del golpe de Estado. La fuga dejó libre la ruta a la instalación de la primera revolución comunista en América, a sólo 150 kilómetros al sur de Estados Unidos como motor del capitalismo mundial, y abrió un foco de tensión constante entre ambos vecinos y su efecto geopolítico.
Pero seis décadas después, el régimen cubano arrastra el creciente dilema del desencanto de las nuevas generaciones con la revolución y del hastío con años de incesante bombardeo propagandístico de promesas y pronósticos de exitoso porvenir que nunca llegó, mientras el panorama socioeconómico generalizado es cada vez más complicado en la isla, con solo una abundancia: la escasez de bienes básicos de consumo.
“El futuro de los jóvenes es salir de Cuba”, dijo la disidente anticomunista y ex prisionera política cubana Martha Beatriz Roque, directora de una red de comunicadores que es ilegal en un país sin democracia multipartidista y en el que la única fuerza política legal, como estructura omnipresente de control estatal, es el Partido Comunista de Cuba (PCC).
“La revolución continúa pero sin ilusión para los pobres y es ineficiente. Cualquier joven que piense en su futuro, piensa en irse del país”, afirmó, en una entrevista con EL UNIVERSAL.
Pero en una declaración en el periódico Granma, órgano oficial del PCC, el presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel, adujo la semana anterior que “más de medio siglo de calumnias y de convites oscuros a la ruptura generacional y al desaliento frente a las dificultades, no han podido derribar las columnas del templo de nuestra fe: la Revolución de Fidel”.
Al recordar a la generación que emergió en 1953 con Castro al frente de un ataque armado a unos cuarteles del oriente de la isla, el mandatario recalcó que la revolución “transita por su año 60 con la dignidad de sus fundadores, intacta y engrandecida por haber sabido hacer en cada momento lo que cada momento demandaba”.
El líder histórico de la revolución murió en 2016, a los 90 años, y su hermano, ahora de 87, ostenta el verdadero poder como primer secretario del PCC. El segundo secretario del PCC es José Ramón Machado Ventura, de 88.
Sobrevivientes de 1959, como el comandante Ramiro Valdés, de 86, siguen en la cúpula de mando. Castro entregó la presidencia de los consejos de Estado y de Ministros a Díaz-Canel, de 58, el pasado 19 de abril, pero el PCC preserva el timón.
El líder rebelde cubano Fidel Castro (der.), rodeado por miembros del Movimiento 26 de Julio, el 4 de enero de 1959. (ARCHIVO. AFP)
El recuerdo de Guevara, asesinado en 1967 en la guerrilla en Bolivia, y de Cienfuegos, fallecido en 1959 en un percance aéreo en Cuba, es vital en el sexagenario aparato revolucionario en una nación en la que, con unos 11.5 millones de habitantes, hay unos 5.4 millones con edades entre cero y 40 años, según datos oficiales.
El gobierno reconoció el pasado 25 de diciembre la “desmotivación de los jóvenes” para trabajar en el Estado, por ofrecer condiciones laborales sin atractivo: los salarios públicos son de 30 o menos dólares al mes, aunque la revolución aduce que garantiza servicios gratuitos de salud, educación y otros beneficios.
Hostigamiento. Sometida desde el inicio a la desconfianza de EU, en una distancia que se agudizó por la nacionalización en 1960 de empresas estadounidenses en Cuba y la apertura de los primeros nexos con la entonces Unión Soviética en ese mismo año, la Revolución cubana quedó hostigada por un embargo económico total que Washington le impuso a la isla en 1962 tras romper lazos diplomáticos en 1961, cuando proclamó su carácter socialista.
Al emerger como símbolo global de resistencia antiimperialista frente a EU, La Habana saltó como primer aliado en América de Moscú y del bloque socialista de Europa del Este y santuario de las guerrillas comunistas de liberación del tercer mundo. La cadena de factores agudizó el choque con la Casa Blanca en el fragor de la Guerra Fría, por la pugna este-oeste entre EU y la URSS en las plataformas respectivas del capitalismo y del comunismo.
Caído el bloque soviético entre 1989 y 1991, Cuba perdió los flujos millonarios de asistencia financiera de Moscú y de sus socios comunistas y entró en una de las más hondas crisis económicas desde 1959, por lo que —urgida de nuevas alianzas externas y desconocida a finales del siglo XX por EU como amenaza a su seguridad— primero intensificó sus nexos con China y luego con su actual principal soporte: Venezuela.
Aunque en el último cuarto de siglo aprobó una tímida apertura económica y un sector privado en áreas no estratégicas, la revolución siempre advirtió que jamás habría reforma política para modificar el régimen de partido único y que nunca cambiará el rumbo iniciado por la generación vencedora hace 60 años.