No había pasado ni medio día tras el derrumbe de la torre sur del complejo Champlain Towers cuando comenzaron las especulaciones sobre qué había ocasionado que un edificio, relativamente moderno, se hubiese desplomado de repente. Charles Burkett, el alcalde de , la municipalidad costera de Miami donde ocurrió la tragedia, dijo lo que muchos pensaban: “Se supone que estas cosas no pasan en Estados Unidos”. Según expertos entrevistados por el Grupo de Diarios de América (GDA) y la prensa local, la causa puede haber sido una trágica combinación de terrenos movedizos, construcciones inadecuadas para la costa y leyes inadecuadas para atender los efectos del cambio climático .

“Esto pudo haberse evitado”, afirmó la arquitecta venezolana Mariana Rodríguez, quien ha asesorado a algunas juntas de condominio (formadas por los propietarios para manejar el edificio). Las ordenanzas creadas para evitar algo así fueron aprobadas hace más de 30 años, cuando ni se pensaba en que tendríamos un aceleramiento tan drástico del alza del nivel del mar y de la intensidad y frecuencia de los huracanes”, lamentó.

Ciudad en guerra

La imagen de Miami es la de una ciudad que vive una constante fiesta. No es falsa, pero no podría ser más incompleta. Miami y todas las municipalidades cercanas libran una constante guerra contra la naturaleza. Es una de las características históricas de un área creada gracias a la terquedad de un grupo de hombres que quisieron hacer su propia conquista en el sur de la península de Florida . A diferencia de los que se fueron hacia el oeste contagiados de la fiebre del oro, los que llegaron a Miami en vez de excavar debieron destruir manglares protectores y después rellenar. Gran parte de lo que hoy es el territorio costero de la ciudad estaba bajo el mar o era pantanos.

Aunque los visitantes no lo notan, la naturaleza es un enemigo que no da tregua. Basta con una estadística: Entre 1950 y 2015, las autoridades de Florida gastaron mil 300 millones de dólares “nutriendo” las playas. Es decir, comprando arena para sustituir a la que se llevan cada año las tormentas. No es algo barato y hay que sacar el dinero de alguna parte.

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A finales de la década de los 60, Surfside fue obligado a suspender los permisos de nuevas construcciones mientras modernizaba su deteriorado sistema de aguas negras (cloacas). Según The Miami Herald, en 1979 la empresa que erigió las aportó públicamente 200 mil dólares a la alcaldía para financiar la mitad del proyecto, para que se completara y pudiera arrancar. De hecho, fue el primer edificio de más de seis pisos que se inauguró en el área.

“Eso fue previo huracán Andrew (1992), que arrasó con buena parte de la ciudad. Después de eso hubo cambios importantes en las leyes y códigos de construcción”, recordó Rodríguez.“No modificaron la ordenanza de los 40 años y fue una lástima, pero nadie se imaginaba lo que venía”, subrayó la arquitecto en referencia a la ley de 1975 en el condado, que exige que las construcciones de más de tres pisos sean recertificadas como “seguras” al llegar a las cuatro décadas.

Lo que se veía y lo que vendrá

Entre 1993 y 2019 el nivel del mar en el sur de Florida subió 12.7 centímetros y podría llegar a 15 centímetros más para 2030, alertó un estudio de El compacto de cambio climático de la región del sureste de Florida , un organismo oficial formado por las autoridades ambientales de los condados vecinos de Miami-Dade, Broward, Monroe y Palm Beach. El cuerpo de ingenieros del ejército ha propuesto la construcción en Miami Beach de una pared costera de seis metros (20 pies) de extensión, con un costo de 6 mil millones de dólares. La situación es tan grave que se ha advertido que para 2060 40% de Miami podría estar bajo el agua.

Asimismo, la oficina de sistemas costeros y playas del Departamento de Protección Ambiental de Florida publicó en 2019 un informe en el que se afirmaba que toda la zona con costa al Atlántico está “críticamente erosionada”, lo que hace “imperativo” revisar la situación de las construcciones en la playa y las leyes para el futuro.

Al igual que otros edificios de la época que se alzaron frente a la playa, las Champlain Towers están construidas sobre terreno rellenado. Los planos del edificio indican que la técnica que se usó era la típica del momento, una base artificial de concreto anclada sobre la roca madre de piedra caliza. “Debería haber aguantado cualquier tipo de movimientos en la tierra”, explicó el ingeniero Charles Danger, quien formó parte del Departamento de inspecciones de Construcción en Dade-County durante 26 años, hasta 2014, y tuvo a su cargo imponer los cambios en los códigos después de Andrew.

Después de todo, las torres habían sobrevivido el paso de más de una treintena de tormentas tropicales intensas y cuatro huracanes importantes. El más reciente fue “Irma” en 2017 y los daños a la playa en Surfside fueron tales que obligaron a la alcaldía contratar a un “cabildero de arena” para que les ayudara a conseguir los fondos para solucionar el problema. Al final, el municipio logró comprar 202.5 toneladas cúbicas de arena, equivalente a mil piscinas olímpicas.

La tormenta perfecta

Algunos políticos han rechazado la posibilidad de que el desastre en haya sido por el calentamiento global, alegando que de ser así habría más edificios en problemas. Lamentablemente, la torre sur de las Champlain Towers parecía estar particularmente vulnerable a los embates del clima por problemas estructurales.

Un estudio de la Florida International University, indica que las torres se habían hundido dos milímetros anualmente entre 1993 y 1999, un ritmo superior al del resto de las propiedades cercanas. “Nosotros no sabemos por qué pasa, pero podemos detectarlo vía satélite”, indicó Shimon Wdowinski, uno de los investigadores. “No creo que haya sido lo que haya causado el colapso, pero sí pudo haber contribuido”.

Además, el edificio presentaba un deterioro importante, con inundaciones frecuentes en el estacionamiento, decoloraciones y grietas. Los problemas llevaron a la junta de condominio a contratar en 2018 a la firma Morabito Consultants. En su informe, la empresa alertó que había descubierto “abundantes desconchados y grietas de diferentes grados de profundidad (...) en las columnas de concreto, vigas y las paredes” del garaje. Asimismo, mencionó “daños importantes en la plancha estructural de concreto” de la base sobre la que estaba la piscina (alberca, pileta). La impermeabilización de las áreas cercanas al mar también estaba vencida, por lo que “debían ser completamente removidas y reemplazadas”.

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Uno de los sobrevivientes, quien ha declinado ser identificado, contó que el garaje a menudo estaba inundado de agua salada, lo que tenía preocupado a todo el mundo. Tanto, que una vecina demandó en 2015 para acelerar el proceso de arreglo. Para el momento del colapso, los propietarios estaban pagando cuotas extra -una reciente de 70 o 100 dólares -según se pudiera- para financiar las reparaciones. El presupuesto oscilaba entre los ocho y 15 millones de dólares. “Sabíamos que había problemas, pero nadie nos dijo que esto podía pasar”, agregó. De hecho, hay pruebas de que la junta de condominio mantuvo informada a la alcaldía en todo momento. “Hasta los felicitaron por tener la iniciativa antes de que tocara la recertificación”, recordó el hombre. La voz de alarma nunca sonó. Aun así, los propietarios habían conseguido un préstamo para pagar el proyecto, pero los arreglos del edificio se retrasaron por la pandemia. “Estaban por empezar”, indicó.

Una trágica ironía

El incremento de las vibraciones en el área puede haber sido otro de los factores que complicaron la situación de la torre. En los últimos años se han erigido altos y lujosos edificios en la zona. Dos semanas antes del colapso, la Marina alertó que realizaría explosiones submarinas controladas cerca de . Uno de los edificios cercanos fue implosionado días antes, y horas antes de la tragedia se había taladrado en el techo con maquinaria pesada para instalar un sistema para poder limpiar las ventanas.

Cuando Surfside fue fundado en mayo de 1935, la meta era que se mantuviera casi al natural, con excepción de algunas lujosas construcciones como el aún existente Surf Club, donde pasaban largas temporadas importantes personalidades como Winston Churchill, Frank Sinatra, Elizabeth Taylor, Ava Gardner y Dean Martin. Lo lograron justamente hasta que se empezó a erigir el complejo de las Champlain Towers .

Los efectos del cambio climático en la playa y los gastos que ha generado obligaron a las autoridades a dar permisos de construcción para generar mayores ingresos tributarios. Sin ellos no hay arena y mar, y sin arena y mar no hay turismo. Es un círculo vicioso que destruye, repara, y sigue destruyendo aquel paraíso original, cobrando vidas como las de la tragedia de Surfside y que puede haber provocado la primera gran tragedia del cambio climático.

agv/acmr