Más Información
Sheinbaum evita polemizar con Salinas Pliego; confía en que se resuelvan adeudos fiscales por 35 mmdp contra sus empresas
Hallan cajas negras del avión de Azerbaijan Airlines siniestrado en Kazajistán; expertos brasileños participarán en descifrado
Continúan la fiesta de Navidad en cantinas de la CDMX; "estoy pedísimo, pero a gusto y disfrutando", relatan
Detienen a más de 50 policías municipales en Chiapas; son acusados de vínculos con el crimen organizado
EL UNIVERSAL/EL PAÍS
Nairobi
En América Latina la agenda de los derechos sexuales y reproductivos ha avanzado a marchas forzadas por las condiciones políticas, sociales y económicas que experimentan algunos países desde hace dos décadas. En consecuencia, los embarazos en adolescentes y la violencia sexual contra las mujeres no ha descendido como se esperaba y, en algunos casos, incluso se ha estancado.
Han pasado 25 años desde la Conferencia Internacional sobre Población y Desarrollo (ICPD) de El Cairo, en la que líderes mundiales se comprometieron a luchar para hacer avanzar los derechos de las mujeres y garantizarles un mayor y mejor acceso a la salud. Con el tiempo se determinó que esos derechos incluían los sexuales y reproductivos.
Pero la situación hoy no es tan halagadora como se esperaba en América Latina y El Caribe.
Cifras del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) revelan que la tasa de embarazo en adolescente es de 61 jóvenes por cada mil, a nivel mundial está por debajo de las 40 por cada mil.
En el caso de los derechos sexuales y reproductivos, la región se partió en dos: están los países con un avance constante y los que mostraron marcados retrocesos.
El primer grupo lo encabeza Uruguay, que pasó de tener una tasa de fecundidad adolescente de 63 por cada mil en 2000 y en 2018 redujo la tasa a 36 por cada mil.
Del lado contrario se encuentra Argentina, que en 2000 registró una tasa de 64 adolescentes embarazadas por cada mil y en 2015 la cifra subió a 65 por cada mil. Mientras que en Perú hace 19 años se tenía una tasa de 59 adolescentes embarazadas por cada mil y para 2012 ya eran 65 por cada mil.
El UNFPA recolectó estos datos de los 11 países que conforman el Grupo de Diarios América (GDA). La información fue recabada, en algunas ocasiones, de más de dos fuentes de información porque las autoridades no actualizaron sus estadísticas.
Pablo Salazar, asesor regional de Población y Desarrollo de la Oficina Regional para América Latina y El Caribe del UNFPA, explicó que la desigualdad económica ha generado una brecha entre los países de la región y eso afecta sus indicadores de salud sexual. Las naciones más afectadas, detalló, son Perú, Bolivia, Honduras, Guatemala, Haití y República Dominicana.
Según el experto, la persistencia en los embarazos en adolescentes también puede ser explicada por la falta de educación sexual hacia la población, así como por la disminución de la inversión en métodos anticonceptivos por parte de países que enfrentan una crisis económica.
“Hay un asunto vinculado al tabú y el acceso a anticonceptivos antes de los 19 años. También hay un tema educativo, en Centroamérica la mitad de las adolescentes embarazadas dice que tuvo intenciones de tener a ese hijo. No se piensa en la carga que implica a esa edad”, dijo Salazar. ¿Cuál debería ser la meta regional? Salazar comentó que “un ejemplo a seguir” sería “Noruega, con tasas de fecundidad en adolescentes de siete cada mil”.
Sobre el porcentaje del uso de métodos anticonceptivos entre adolescentes, el UNFPA muestra un dato preocupante: en Argentina se ha registrado una disminución en el uso de cualquier método, porque en 2001 65% de los jóvenes se cuidaban y en 2012 sólo fue 55%.
Caso contrario fue el de Colombia, donde en 1990 66% de los adolescentes utilizaban métodos anticonceptivos y en 2016 la cifra se incrementó a 81%. Sobre este tema Salazar agregó:
Buenos acuerdos, poca acción
El estancamiento de algunos países latinoamericanos en el fortalecimiento de los derechos sexuales y reproductivos sucede a pesar de que en 2014 se firmó el Consenso de Montevideo, con el cual se buscó atender esta situación.
Harold Robinson, director regional para América Latina y El Caribe del UNFPA, dijo: “En términos globales Latinoamérica tiene una posición de avanzada en el planteamiento de los derechos, que está en el Consenso de Montevideo. El desafío que hay es que la mayoría de las veces los compromisos de los países no necesariamente se reflejan en acciones”.
Un ejemplo es que hace 25 años varios países de la región tenían indicadores similares a las naciones más desarrolladas de África. Un cuarto de siglo después, la relación sigue igual y América Latina no logra acercarse a Europa o al sudeste asiático.
Robinson consideró que la Conferencia Internacional sobre Población y Desarrollo de Nairobi, celebrada entre el 12 y 14 de noviembre, donde se discutieron estas temáticas, no fue una celebración para los países latinoamericanos. Para él, el contexto político de nuestro continente también ha frenado el avance de los derechos sexuales y reproductivos, y advierte que “ha habido un retroceso en la humanidad” de Latinoamérica.
También llamó la atención sobre la distribución desigual de la riqueza en la región, lo cual afecta directamente a la agenda de Montevideo o los acuerdos logrados hace 25 años en El Cairo, Egipto.
“El problema de Latinoamérica es que genera riqueza, pero no la distribuye bien. La única solución que han encontrado las sociedades desiguales, como las nórdicas, es tener un Estado que redistribuye a través de oportunidades para el desarrollo humano; brinda educación, salud y empleo en un ambiente de derecho. Eso no lo hacemos bien”.
Sobre la violación a los derechos de las mujeres, Robinson se refirió a las agresiones que reciben por cuestión de género e hizo un llamado a trabajar con las masculinidades para erradicar el problema. “Debemos hacer un cambio cultural profundo, pero primero debe haber legislaciones para tratar de proteger a las mujeres y empoderarlas, para que denuncien más y tengamos sistemas judiciales en los que confíen. Hay que trabajar mucho con las mujeres y las niñas en su autoestima para que nunca se mantengan en relaciones abusivas”.