San José.— Una alerta demoledora cayó en 2024 sobre el sistema de salud de América. Unos 500 millones de personas quedaron en riesgo de contraer dengue, que circula en sus cuatro serotipos y en simultáneo o por separado por el continente americano y con el mosquito Aedes aegypti “ampliamente distribuido” en 33 de los 35 países y en territorios y colonias europeas.
El número, revelado por la Organización Panamericana de la Salud (OPS), exhibió la gravedad por la propagación de la crisis al registrar que 2023 cerró en América con un promedio diario de 12 mil 509 casos de dengue, incluido el hemorrágico, mientras que en los primeros 51 días de 2024 se reportó una media de 17 mil 959 de ambos.
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México, que finalizó 2023 con 277 mil 963 y 203 fallecidos, sumó 22 mil 893 en este año, con 131 del grave y sin víctimas mortales, de acuerdo con la OPS, que pertenece al sistema de la Organización de Naciones Unidas (ONU) al integrar la Organización Mundial de la Salud (OMS).
México subió de 78 mil 621 y 858 difuntos en 2018 a 268 mil 458 con 3 mil 560 muertos en 2019, bajó a 120 mil 639 y mil 58 decesos en 2020, en una época complicada por el ataque a partir de ese año del Covid-19, y a 36 mil 742 y 300 fallecidos en 2021. México remontó en 2022 a 59 mil 918 y 410 que perecieron, aseguró.
El conteo total del año anterior en América llegó a 4 millones 565 mil 911 y 7 mil 653 que fallecieron, mientras que en 2024 ya se alcanzaron 915 mil 948 y 873 muertos.
Un dato oficial mostró que en 2022 fueron contabilizados 2 millones 812 mil 204 casos (murieron 4 mil 606) y un millón 269 mil 271 en 2021 (3 mil 272 fallecidos).
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Los decesos aumentaron de 437 en 2021 (1.19 al día) a mil 290 en 2022 (3.53) y a 2 mil 340 en 2023 (6.42), con 149 en 2024 (2.91), según la OPS. En la reconfirmación del peligro, las estadísticas evidenciaron que el número de caso de dengue en América se incrementó en los últimos 40 años al pasar un millón y medio acumulado en la década de 1980 a 16 millones 200 mil en la de 2010.
“En realidad con el cambio climático que estamos viendo con lluvias fuera de tiempo y demás, el dengue está viviendo un momento perfecto para propagarse en toda América”, afirmó el médico costarricense Roberto Salvatierra, investigador de la Coordinación de Investigación de la Escuela de Medicina y Cirugía de la (no estatal) Universidad Hispanoamericana, de Costa Rica.
“Después de haber pasado por la pandemia [del coronavirus desde 2020], y tener un cansancio de conciencia de salud en toda América, estamos viendo que el cuidado y defensa que teníamos para enfermedades clásicas se ha ido perdiendo”, relató Salvatierra a EL UNIVERSAL. El proceso, aclaró, quizás “no sea solamente por faltas de la población”, sino que “es un problema intrincado: los sistemas de salud en América Latina y el Caribe están sin dinero. Otros ya no quieren ahogar más con campañas repetitivas y la gente está viviendo a lo máximo pospandemia”.
Desinterés
“[Surgió] un efecto parecido a los locos años de la década de 1920, cuando el swing (variante del jazz) y otras modas, algunas con libertinaje asociado, se esparcieron como pólvora por el mundo. Realmente no hay interés en la salud, excepto por grupos muy específicos, como adultos mayores o personas con enfermedades crónicas”, subrayó.
“Si agregamos descuidos a la naturaleza, deforestación, construcciones en lugares inadecuados, problemas en manejo de aguas residuales, todo esto afecta aún más a la salud general y no sólo problemas como el dengue, sino que se ve un aumento de otras enfermedades como las enteritis virales o bacterianas”, advirtió.
Provocado por la picadura de un mosquito infectado con algún serotipo, el dengue causa fiebre persistente, somnolencia, falta de energía, irritabilidad, sarpullido, sangrado por encías o nariz, dolores de cabeza, huesos, ojos, musculares, articulaciones y abdominales con vómito.
Con opción de asintomática, podría evolucionar a dengue grave: dificultad para respirar, sangrado severo y agudas complicaciones de los órganos. Como enfermedad febril sin medicina específica, la prevención involucró a comunidades y a familias para fumigar sitios con aguas que sirven de criaderos de mosquitos.
La evidencia científica mostró que por eventos del clima como El Niño, que ocasiona calentamiento anómalo del mar, humedad, fuertes aguaceros e inundaciones, persistieron condiciones idóneas para la proliferación de padecimientos oftalmológicos, respiratorios agudos, leptospirosis, diarreicos y otros, como el dengue mediante la reproducción del insecto. El contagio sólo ocurrirá por la vía del animal y no entre seres humanos.
Tras esos fenómenos climáticos persistirán condiciones propicias para la propagación de dolencias oftalmológicas, respiratorias agudas, leptospirosis, diarreicas y otras, como el dengue.
La OPS recordó que el dengue repitió su “comportamiento estacionario” en América. “En el hemisferio sur la mayoría de los casos ocurren durante la primera mitad del año, en cambio, en el hemisferio norte (…) ocurren mayormente en la segunda mitad. Este patrón de comportamiento corresponde a los meses más cálidos y lluviosos”, puntualizó.
Al reconfirmar que el Aedes aegypti se afianzó como el vector principal para el dengue que está ampliamente distribuido en el hemisferio, aclaró que sólo dos de las 35 naciones —Canadá y Chile— quedaron libres de la enfermedad y del mosquito. Uruguay siguió sin reportar pacientes, pero con presencia del vector. Estados Unidos alcanzó 94 en este año, sin la aparición del grave ni decesos, de acuerdo con la OPS.
Por zonas, en su orden y según esa instancia del sistema de la Organización de Naciones Unidas (ONU) al integrar la Organización Mundial de la Salud (OMS), las más golpeadas en 2024 fueron el Cono Sur (Brasil, Argentina y Paraguay) con 800 mil 356; Centroamérica y México con 52 mil 875; Subregión Andina (Colombia, Bolivia y Perú) con 52 mol 362 y sin datos de Venezuela y Ecuador; y Caribe No Latino (anglosajón, francés, neerlandés), con 10 mil 102.