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Washington.— El Partido Demócrata de Estados Unidos demandó judicialmente al gobierno ruso, familiares del presidente Donald Trump, la campaña electoral del magnate y WikiLeaks, acusándolos de haber sido partícipes de una conspiración a gran escala y principalmente tecnológica para influir en las elecciones presidenciales de 2016.
Antes de que el fiscal especial para la trama rusa, Robert Mueller, haya terminado su investigación, el Partido Demócrata decidió adelantarse y demandar a todos los personajes principales del Rusiagate.
En un movimiento sorpresa, los demócratas presentaron una demanda multimillonaria por los daños causados por la conspiración que, según argumentan, penetró con éxito en los sistemas informáticos del Comité Nacional Demócrata (DNC, por sus siglas en inglés) con ciberataques que minaron sus habilidades para comunicarse con los votantes, recaudar fondos y, en general, operar la campaña de la candidata Hillary Clinton. “Durante la campaña presidencial de 2016, Rusia realizó un asalto total a nuestra democracia y encontró un socio deseoso y activo en la campaña de Donald Trump”, explicó Tom Pérez, presidente del DNC.
Para Pérez, la conspiración es una “traición sin precedentes”, y argumentó que su acción debe servir para demostrar que nadie está por encima de la ley y mostrar la importancia de “prevenir futuros ataques a la democracia”.
Lejos de ser una coincidencia, el gesto de los demócratas recuerda a la misma estrategia táctica que usaron en 1972 durante el escándalo del Watergate. En ese momento demandaron al entonces presidente Richard Nixon por 1 millón de dólares como contraprestación por haber allanado las oficinas del DNC en el complejo Watergate de Washington.
Trump no está entre los demandados, pero sí las principales piezas del Rusiagate. En su lugar aparecen los personajes que, presuntamente, estuvieron en contacto con los supuestos actores de los ciberataques. Entre ellos destacan el yerno y principal asesor del presidente, Jared Kushner, así como el primogénito del magnate, Donald Trump Jr.
Ambos forman parte del núcleo cercano al presidente que, supuestamente y en una misión orquestada desde el Kremlin y los servicios de inteligencia rusos —también demandados—, habrían cometido la conspiración ilegal para dañar el Partido Demócrata.
La tercera pata de la ecuación es WikiLeaks y su fundador, Julian Assange, encargados de la difusión del material informático pirateado. “Esta demanda está basada en hechos, admisiones de acusados en múltiples procesos criminales, incluyendo sus propias palabras, documentos que han sido dados a conocer en procedimientos legales, las conclusiones de la comunidad de inteligencia de los Estados Unidos y por extensivos reportes de noticias confirmados”, explicó el DNC, apoyado en la certeza de las agencias de inteligencia de EU de que el presidente ruso, Vladimir Putin, ordenó una campaña para socavar las elecciones atacando a Clinton.
La reacción de la Casa Blanca a la noticia fue tímida. Trump sólo reaccionó con un tuit: “Acabo de escuchar que la Campaña ha sido demandada por los demócratas obstruccionistas”, dijo el mandatario, esperando que el caso permita mostrar los servidores demócratas y los correos electrónicos de Clinton que, según Trump, son parte del verdadero crimen de todo el embrollo: el mal uso de material clasificado por parte de la ex secretaria de Estado.
El FBI ya la exoneró de cualquier culpa en ese sentido.
El movimiento es, de momento, sólo una proclama política, una declaración de intenciones. Falta ver ahora qué recorrido real tiene la demanda, que será determinado en función de si un juez acepta o no el caso.
La demanda se presenta en momentos en que Trump enfrenta otras tormentas: además del allanamiento, por parte del FBI, de las oficinas de su abogado personal Michael Cohen, está la divulgación de notas confidenciales del ex director del FBI, James Comey, que muestran a Trump obsesionado con la investigación sobre la injerencia rusa.