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Era el cumpleaños de su padre, el primero en el que Júlia solo tendría su recuerdo para celebrar.
La joven de 16 años recogió la caja de cosas que tenía con sus pertenencias: ropa con su olor, su celular, el perfume que usaba y algunas cartas. En el celular, abrió el bloc de notas y lo que vio la hizo llorar.
"Cuando salga del hospital, quiero...", iniciaba la lista de deseos de su padre. Continuaba con "ver casarse a Ju", "cuidar de mis nietos", "construir una casa entre arbustos", ayudar a los "niños del hospital", "cocinar para Ju", "hacerme un tatuaje con ella" e "ir a Fátima".
El padre de Júlia nunca completó los deseos de su lista.
El 21 de diciembre del año pasado, Ramon do Vale Vicente murió a los 53 años tras pasar dos luchando contra la leucemia.
Dejó a su hija Júlia, de 16 años, su madre, hermano y exmujer Fernanda, a la cual volvió a acercarse en los últimos años de su vida.
Tras encontrar la lista de deseos de su padre en septiembre, meses después de su muerte, Julia posteó en Twitter, emocionada:
"Por eso siempre digo que hay que disfrutar. Encontré esta lista que mi padre escribió en el hospital antes de morir"¡¡¡Pueden estar seguros de que completaré esta lista de mi papá!! ¡¡¡Y estoy seguro de que estará conmigo en estos momentos especiales!!!".
La publicación recibió 145 mil me gusta y casi 15 mil retweets.
Para ella, es un mensaje para "disfrutar de las personas cuando todavía las tenemos, sobre todo para aquellos adolescentes que pelean con sus padres".
"Es horrible cuando perdemos a alguien. Creo que la gente debería disfrutarlo mientras pueda, más aún en tiempos de pandemia. Tenemos que aprovechar a los que amamos, pasar más tiempo, disfrutar, contar cosas, acercarnos...", dice Júlia.
La exesposa Fernanda, de 47 años, agrega: "También es importante que la gente se movilice para donar médula ósea y sangre a los necesitados".
"Aprovechar la vida"
Nacido en Cataguases, una pequeña ciudad de Minas Gerais en Brasil, Ramon pasó su infancia en Recreio, una ciudad próxima.
Allí, abandonó la escuela y se fue a trabajar con motos, como le dijo a su hija, porque se consideraba "el mejor conductor de motos de la ciudad". También tenía pasión por los coches. Con 1,90 metros de estatura, se le consideraba un tipo fuerte, que llamaba la atención.
En Juiz de Fora se licenció como técnico en electrónica. Posteriormente, trabajó en Belo Horizonte realizando el mantenimiento de torres de radio para telefonía.
Ramon conoció a Fernanda, una psicóloga que trabajaba en recursos humanos, en 1996.
"Es realmente gracioso las coincidencias de nuestras vidas. La primera vez que salí con Ramón, me preguntó cuándo era mi cumpleaños. Cuando le dije que era el 26 de septiembre, no se lo podía creer. Resulta que también era su cumpleaños. Trabajamos en el mismo edificio y nunca nos habíamos conocido, nos conocimos en un lugar totalmente diferente, lejos de donde trabajábamos", dice.
Era una persona alegre y juguetona, describe Fernanda. "No hay nadie que no diga no era un buen tipo. Nunca le oí hablar mal de nadie. Le gustaba vivir, disfrutar de la vida".
Se casaron en 1999 y Júlia llegó cuatro años después.
Luego se separaron. "Nos llevábamos 10 años de diferencia y estuvimos distanciados un tiempo, pero luego volvimos a acercarnos".
Entonces llegó 2018.
Ramon se sintió débil, que algo iba mal.
"Estuve con Ramon un mes antes de que supiéramos que estaba enfermo. Mencionó que estaba débil", dice Fernanda.
A la semana siguiente, le dijo a su exesposa que tenía cálculos renales y que estaba hospitalizado. Allí descubrieron que también había un cambio en el recuento de sus leucocitos, unas células que componen nuestro sistema inmunitario.
Quince días después le diagnosticaron leucemia. Este tipo de cáncer produce un aumento desordenado de los leucocitos en la sangre.
"El primer ingreso duró 30 días. Estuve con él todo ese tiempo sin salir del hospital. Durante ese período curamos nuestras heridas y retomamos la relación", dice Fernanda.
"Nuestra historia es triste y hermosa al mismo tiempo. Dicen que Dios tiene un propósito para todos. Nos mudamos, lo hicimos bien y reanudamos".
"Ramon era fuerte y animado, una persona que amaba la vida en todos lo sentidos. La quimioterapia fue dura, pero siempre decía que se encontraba fuerte y que íbamos a vencer".
"A veces se levantaba por la mañana en el hospital y abría la ventana para ver el sol y deseaba salir del hospital para ir a la playa".
Un año y ocho sesiones de quimioterapia después, se fue a casa. "El médico dijo 'está genial, curado, la quimioterapia fue excelente y la médula ósea está funcionando normalmente'. Se quedó en casa y continuamos con nuestra vida".
Cuatro meses después, comenzó a sentirse mal nuevamente. La leucemia había vuelto. Fueron otros cuatro meses en el hospital.
"Hicimos campaña por la donación de médula ósea, la recolectamos con los parientes más cercanos para ver quién era compatible", dice Fernanda.
La hija, Julia, era compatible al 50%, lo que permitiría realizar una innovadora técnica de trasplante de médula ósea. "Todo estaba preparado, la autorización para que ella donara, todo. Solo estábamos esperando la última quimioterapia que necesitaba para recibir la médula".
Pero Ramón no resistió. El 21 de diciembre de 2019 falleció.
La lista
Cuando vio la lista que había escrito su padre, recordó que eran notas de todos los planes que habían hecho juntos en el hospital, dice Júlia.
"Se acostaba y me decía todo lo que quería hacer. Dijo que después íbamos a hacer esto, luego aquello..."
La mayoría de los elementos de la lista involucran a "Ju", quien ahora quiere llevar a cabo todos los planes que tenían juntos, excepto uno, dice.
No quiere cambiar el apellido "Vale" por "Valle", como es el apellido del resto de los familiares, modificación que hizo el abuelo al registrar a su hijo y que, para Júlia, hace a ambos "únicos".
"Solo él y yo tendremos el apellido así, será nuestro y único".
Algunos de los otros planes ya se llevaron a cabo. En enero, le pidió a su madre que la llevara a Cabo Frio, en Río de Janeiro, la playa favorita de su padre a la que estaba como loco por ir. Fue el primer elemento de su lista.
El tatuaje que habían acordado hacerse juntos, una reproducción de una foto que Julia tomó de los latidos del corazón de su padre en el monitor de la UCI, ya está hecho también.
Ayudar a los niños en el hospital fue algo que Julia y Fernanda hicieron por él antes incluso de ver la lista.
En el tramo final de la hospitalización de Ramon, hicieron campaña con amigos y familiares para donar sangre (consiguieron más de 100 donantes) y recaudar una suma para pagarle a un profesional que lo ayudara en casa después del trasplante de médula ósea.
El monto recaudado, cerca de 8.000 reales (más de US$1.000), fue dividido y donado en parte a un proyecto llamado "Missão Sofia", que produce pelucas para niños con cáncer, y otra parte para un conocido, una persona humilde de la ciudad de la madre de Ramon que tenía un linfoma, para ayudarlo con su dieta.
Este conocido, Helder, se recuperó bien de la enfermedad.
La casa de la madre, que quería arreglar, ha sido renovada poco a poco este año por su nieta y nuera.
Júlia se quedó con el Jeep de su padre, quien ya le había puesto un volante rojo.
Ahora Júlia quiere completar todas las modificaciones que tenía en mente. Ella dice que él le enseñó mucho sobre automóviles y también a conducir.
Ramon también escribió que quería pagarle un tratamiento con botox a su madre, pero eso era una broma.
"Solía bromear que con el tratamiento renovaría tan intensamente a Fernanda que volvería a ser joven. Y yo, que estuve en el hospital 24 horas, le dije que también estaba envejeciendo y que quizás debía ponerme botox para así lucir parecidos", dice Júlia entre risas.
La joven, a su vez, también sueña con completar los viajes de la lista. Quiere ir a Nueva York y ver la nieve, algo que su padre siempre quiso conocer pero que nunca tuvo la oportunidad. También quiere ir a Fátima (en Portugal), una promesa de su padre, que era devoto.
Y en momentos importantes de la vida, como casarse o tener hijos -si quiere-, Julia dice que "seguro" tendrá presente a su padre.
"En cierto modo nos hizo reflexionar más sobre el sentido de la viday nuestro día a día. La vida tiene muchas sorpresas y no siempre son agradables. Nos quejamos por poco y aprendimos esa lección con lo que vivimos. Incluso con mucho dolor, vale la pena luchar por la vida", dice Fernanda, quien agradece a quienes ayudaron en el camino.
Para Julia, la lista es solo otro recordatorio de su padre.
"Todo el tiempo lo recuerdo. Todo lo que hago, lo recuerdo. Completar la lista es otra forma de tenerlo".
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