El gobierno español es objeto de fuertes críticas por la gestión de la pandemia que mantiene al país ibérico en una situación crítica, agravada por la insuficiencia de equipos médicos, material sanitario y pruebas de detección rápida del coronavirus.

Además, a medida que las cifras de fallecidos aumentan exponencialmente en un país que registra una de las tasas de propagación más rápidas del mundo, también arrecia la polémica sobre la reacción tardía del presidente Pedro Sánchez, quien no habría sido capaz de percibir a tiempo la magnitud del contagio.

Las autoridades ibéricas autorizaron manifestaciones multitudinarias con motivo del Día Internacional de la Mujer el 8 de marzo, cuando el Covid-19 se había cobrado ya las primeras víctimas mortales en España y estaba causando estragos en China, Irán e Italia.

El gobierno de coalición liderado por el socialista Sánchez alega que siguió en todo momento las recomendaciones de los expertos al permitir las marchas feministas y también la derecha española convocó en esas mismas fechas varios encuentros masivos.

A pesar de la lucha contrarreloj emprendida por el equipo de Sánchez contra el coronavirus y de las duras medidas de emergencia adoptadas para frenar su expansión, el incesante aumento de las víctimas mortales y la incertidumbre sobre cuándo se alcanzará el pico de la epidemia en un país recluido y cada vez más atemorizado, hacen que el gobierno esté sometido a examen de manera constante, sobre todo por parte de la oposición de derechas que aprovecha la coyuntura para ventilar sus errores y debilitarlo políticamente.

La presión sobre Sánchez es mayúscula. No sólo por la envergadura de la pandemia en uno de los países más afectados del mundo, sino por la carencia de medios para poder combatirla con eficacia.

Sanitarios españoles, extenuados por la carga de trabajo, siguen denunciando la falta de insumos básicos en los hospitales, como cubrebocas y batas impermeables que suplen como buenamente pueden, utilizando en algunos casos bolsas de basura para protegerse.

Además, la falta de personal, camas y respiradores, agravada por los recortes implementados en los últimos años por los gobiernos conservadores, también está contribuyendo al aumento del estrés social, sobre todo ante el previsible colapso de las unidades de cuidados intensivos si la epidemia no remite y continúa ascendiendo el número de muertos y enfermos en la nación ibérica.

En Madrid, la comunidad más afectada por el coronavirus, el fallecimiento de más de mil ancianos en varias residencias, muchos de ellos abandonados a su suerte, también puso en evidencia el mal funcionamiento de las administraciones locales en la atención a las personas de la tercera edad.

En situaciones de emergencia, los errores cobran mayor dimensión, como sucedió con la compra fallida a una empresa china por parte del gobierno español de más de 600 mil test de detección rápida del coronavirus que resultaron ser defectuosos.

Su sensibilidad de diagnóstico apenas alcanzaba 30%, según comprobaron las autoridades al llegar la primera remesa.

“El personal de la sanidad pública afronta sus tareas con indignación, incredulidad y agotamiento ante las últimas informaciones sobre la adquisición de test fallidos, la escasez de medios y la saturación de los centros hospitalarios”, alertó en un comunicado el sindicato mayoritario del sector público (CSIF).

La patronal española también mostró su descontento con la decisión del gobierno de paralizar todas las actividades económicas no esenciales.

También calificó las medidas de precipitadas y lamentó que no se hubiera consultado a los empresarios con el tiempo suficiente.

Presuntos errores, en manos de la justicia

Algunas de las presuntas fallas en la gestión de la pandemia están ya en manos de los jueces.

Un tribunal de Madrid investiga si hubo delito al permitir las grandes manifestaciones de principios de marzo, mientras varios magistrados decretaron que la administración está obligada a dotar a los sanitarios de material de protección, lo que podría servir de base para futuros reclamos.

La gestión de la crisis sanitaria tampoco ha pasado desapercibida para la prensa internacional, que lanza varios reproches a las autoridades españolas.

¿Cómo España se equivocó tanto en su respuesta al coronavirus?, se preguntaba el diario británico The Guardian, tras subrayar la demora con la que actuaron las autoridades españolas al inicio de la pandemia.

También el diario The New York Times balconeó la gestión del gobierno español, al asegurar que España se convertía en el último epicentro del coronavirus en Europa luego de una reacción lenta y vacilante.

Los máximos responsables del combate a la pandemia se esfuerzan por explicar a la población las medidas que están adoptando y no ocultan el tamaño del desafío, pero el continuo incremento de las víctimas mortales y del número de contagiados, los errores cometidos, las carencias hospitalarias y la recesión en la que se encuentra el país, con su economía prácticamente detenida, son realidades que juegan contra Sánchez. Todo ello mientras en el mercado exterior los productos sanitarios se hallan prácticamente agotados.

El presidente español se enfrenta a la etapa más dura de su mandato. Está acusando el desgaste y difícilmente saldrá indemne de una crisis sanitaria que, además del impacto social, dejará un paisaje desolador en materia económica y laboral en un país aquejado todavía por la depresión financiera que se desató hace más de una década.

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