Bruselas.— El Covid-19 también ha puesto en cuarentena a la delincuencia. Las medidas extraordinarias dirigidas a limitar el contacto social para frenar la propagación del virus han dejado fuera de servicio a muchos malhechores, desde robacoches y ladrones de bicicletas, hasta narcomenudistas y especialistas en robo a casa-habitación.
En Bélgica han caído 30% los incidentes delictivos desde que introdujo medidas extraordinarias para contener el coronavirus el pasado 14 de febrero, de acuerdo con Nicholas Paelinck, titular del Comité Permanente de Policía, instancia que agrupa a todas las fuerzas policiacas del país.
Holanda no cuenta con datos oficiales, pero Oscar Dros, jefe de policía de la región más conflictiva y equipada con 7 mil agentes, reporta una drástica caída de las denuncias desde la semana pasada.
En tanto que en Italia, algunos amantes de lo ajeno también andan espantados por la pandemia. En la primera quincena de marzo, los delitos registrados por las fuerzas del orden en Bérgamo y su provincia disminuyeron un tercio en comparación con las mismas dos semanas del año pasado.
El cerrojazo por coronavirus ha liberado de carga de trabajo a la policía, debido a que la actividad social se ha paralizado; los bares, los clubes y las escuelas están cerradas, no hay eventos masivos ni manifestaciones, y el tránsito vehicular circula a cuentagotas.
Esto ha aumentado considerablemente la visibilidad de los agentes, son los únicos que deambulan por calles desoladas, y en puntos estratégicos suelen montar retenes improvisados para cuestionar a la gente sobre los motivos por los que no están en casa.
Por temor a caer en un retén o ser descubiertos, se piensa que muchos criminales han dejado de operar en el campo, según las indicaciones preliminares de las autoridades. Aunque no todos le tienen miedo al Covid-19, hay individuos que usan la crisis para defraudar a las personas, principalmente a los ancianos que enfrentan en solitario la pandemia.
La policía holandesa registró denuncias de personas que se hacen pasar por personal médico supuestamente encargado de controlar el coronavirus, mientas un individuo pregunta a la víctima, otro husmea entre sus pertenencias.
Hay embusteros que se ofrecen a ir de compras al supermercado, aprovechan que muchas personas de la tercera edad no quieren salir de casa por precaución.
Tampoco la crisis sanitaria ha inhibido a la delincuencia cibernética; es más, ha encontrado nuevas oportunidades de negocio al aprovechar que muchos europeos están pasando su confinamiento frente a una pantalla.
En el Reino Unido, Action Fraud, el centro nacional que administra las denuncias de fraudes y crímenes cibernéticos y opera bajo el mando de la policía de Londres, recibió 105 reportes de fraude desde el 1 de enero, equivalentes a pérdidas por alrededor de 970 mil libras. La primera queja fue el 9 de febrero; 46 más entre el 1 y 13 de marzo, y 38 entre el 14 y 18 de marzo.
“El incremento de los reportes de fraude relacionados al coronavirus aumentaron en 400% en lo que va de marzo”, informa la institución.
“Los estafadores utilizarán cualquier oportunidad que puedan para robar a personas inocentes. Esto incluye explotar tragedias y emergencias globales”, sostiene Sanjay Andersen, titular de la Oficina Nacional de Inteligencia contra el Fraude.
La mayoría de los reportes están ligados a estafas de compras en línea, protectores faciales, desinfectantes, entre otros productos que nunca llegan.
Otras estafas tienen que ver con supuestas actividades de caridad y préstamos.
La oficina británica además ha recibido 200 reportes sobre correos de phishing, mensajes engañosos que invitan al usuario a abrir archivos maliciosos que permiten a distancia el robo de información personal, contraseñas y datos bancarios.
Para motivar el clic pretenden pasar por autoridades fiscales, de la Organización Mundial de la Salud (OMS), instancias que ofrecen esquemas de inversión y portales que proporcionan información sobre el brote.