Cuando los soldados rusos irrumpieron en la casa de Valerii Koriachenko , en un pueblo al este de Kiev , le dijeron que su casa y todas sus pertenencias eran ahora de ellos.
"Le quitaron la seguridad al rifle y 'amablemente' nos dijeron que fuéramos a donde quisiéramos porque ahora ellos vivían aquí", recuerda el panadero de 50 años, con voz temblorosa. Incluso se quedaron sus "calcetines y ropa interior", agregó.
Moscú asegura que está desescalando sus ataques alrededor de Kiev, pero los civiles que huyen de localidades alrededor de la capital afirman que las fuerzas rusas siguen con su brutal ocupación.
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El martes, Koriachenko hizo fila para recibir ayuda afuera de un edificio municipal en la localidad de Brovary, a 20 km del centro de Kiev, que se ha convertido en un centro de acogida para desplazados.
Koriachenko dice que huyó de su poblado en el distrito de Brovary con su esposa, hijos y familia política luego de que los militares rusos llegaran con un mortero a su jardín y comenzaran a disparar a las fuerzas ucranianas. Después les dijeron que se quedarían en su casa.
Ucrania
ha logrado algunas victorias en localidades alrededor de Kiev y resiste a las fuerzas rusas que han intentado rodear la capital desde el inicio de la invasión, el 24 de febrero.
Las esperanzas aumentaron después de que, el martes, el viceministro ruso de Defensa, Alexander Fomin , afirmó que Moscú reduciría "radicalmente" la actividad militar en Kiev y la ciudad norteña de Chernígov.
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Pero cuando un par de autobuses maltrechos escoltados por policías llegaron el martes a Brovary con personas desplazadas de Rudnytske, 50 km al este, quedó claro que la ocupación está lejos de terminar.
Una mujer con gorra rosa cargaba un gato pardo y blanco mientras miraba por la ventana del autobús. El felino era de lo poco que pudo llevarse consigo.
Perplejos y agotados, los civiles desplazados salieron de los autobuses bajo la lluvia y fueron llevados a carpas de lona, donde les ofrecieron bebidas calientes y bocadillos.
Cerca de allí estaba Yulia, quien huyó de Shevchenkove, a 25 km de Brovary, y lloraba de furia contra los invasores rusos. A su lado, su hija Viktoria, de seis años, hacía pompas de jabón con un juguete que le dieron los voluntarios.
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"El gas, la electricidad, no son problema. El problema es que ellos (soldados rusos) están en el pueblo, simplemente ocupan las casas de la gente y se quedan a vivir", reclamó.
"Yo les pido a ustedes, a todo el mundo, que despierten y nos ayuden a sacar a estos enemigo", agregó.
Brovary, una ciudad dormitorio de Kiev, está situada a unos 15 km del frente de combate.
En un enorme centro de acopio de alimentos, los voluntarios recogen la comida donada por países europeos y la envían a puntos de distribución.
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Algunas ventanas del centro fueron destruidas por un proyectil ruso.
Las autoridades ucranianas también mostraron los restos calcinados de una bodega que almacenaba miles de toneladas de alimentos, que dicen fue destruida por un ataque ruso con misiles.
Un trabajador de los equipos de emergencia aseguró que las fuerzas rusas atacaban deliberadamente los almacenes de alimento.
El alcalde de Brovary, Igor Sapozhko, dijo que otros centros de reserva de comida en la zona también fueron atacados, pero insistió en que las fuerzas rusas no doblegarán a su país.
"Ucrania vencerá, no hay otro camino", aseguró.
aosr