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Beijing.— Escenas inéditas en dos años de pandemia de gente protestando, peleándose con sanitarios en traje protector e incluso escapando para no ser aislados muestran cómo el cansancio y la impaciencia empiezan a hacer mella en China frente a la estricta política oficial de “tolerancia cero” contra el Covid-19.
La variante ómicron se coló en el gigante asiático provocando rebrotes en numerosos lugares, incluidas ciudades de enorme importancia económica como Shanghái y Shenzhen, y los aislados pasaron de ser unas pocas decenas a cientos de miles, más de 370 mil contando sólo contactos cercanos. “¡Déjennos salir!”, claman en un video difundido en las redes sociales los vecinos de un complejo residencial de Shanghái, donde también quedaron registradas escenas tensas durante el frenesí de la población para abastecerse ante el confinamiento general que comenzó esta semana y quejas por las malas condiciones higiénicas de las instalaciones públicas de aislamiento.
China informó ayer de 6 mil 886 enfermos en todo el país, de los cuales más de 4 mil 400 se detectaron en Shanghái, epicentro del peor brote desde que empezó la pandemia. Las estanterías de algunos supermercados de la ciudad quedaron totalmente vacías, mientras los residentes se apresuraban a abastecerse antes de que cerraran.
En Shanghái, la zona confinada el lunes es el extenso distrito de Pudong, en el este, que incluye el principal aeropuerto internacional y un centro financiero.
El confinamiento durará hasta el viernes, y luego se aplicará en Puxi, una zona más poblada del oeste, donde se encuentra la zona histórica del Bund, junto al río.
“El casero me dice que pague el alquiler. El banco me dice que pague el préstamo. El gobierno me dice que no vaya al trabajo y el vecindario me dice que no salga. ¿Pero de dónde saco el dinero? Eso nadie me lo dice”, reza un mensaje ampliamente compartido en Weibo, el Twittter chino.
La detección de un solo caso puede conllevar el encierro de cientos de personas de un edificio, e incluso más allá, de centros comerciales y colegios.
Hay incluso planteles internacionales que en Beijing han pedido a los padres de los alumnos que envíen una manta para que sus hijos la tengan en la escuela por si acaso tienen que pasar ahí la noche.
La exigencia continua de pruebas PCR, obligatorias en algunos lugares a diario para acceder al trabajo o al propio edificio de viviendas, es otra de las constantes de los últimos meses que ha provocado protestas por las largas colas a la intemperie.
En las grandes ciudades se han instalado casetas en cada esquina donde es fácil, rápido y asequible hacerse la prueba. Pero en los entornos rurales la cosa se complica y la población puede llegar a mostrarse más reticente.
También se han difundido imágenes de peleas a manotazos y patadas entre personal con traje protector y vecinos, que aunque no son la tónica general recogen reacciones que tampoco se habían visto hasta ahora.