San José
.- Carolina Olavarría Hurtado votará “rechazo”. Héctor Martínez Sanmartín votará “apruebo”.
“Voy a votar ‘rechazo’ porque es un cambio de incertidumbre para el futuro de Chile”, alegó Olavarría, de 44 años, casada, con tres hijos, ingeniera comercial y vecina de Santiago de Chile , en el centro de esa nación.
“Voy a votar ‘apruebo’ porque hay que modificar el futuro de Chile ”, argumentó Martínez, de 73, casado, con tres hijos, fotógrafo jubilado y de Iquique, en el norte de ese país.
Chile
realizará mañana un Plebiscito Nacional en el que 14.8 millones de sus ciudadanos en edad de votar entre sus 19.4 millones de habitantes determinarán si están a favor o en contra de que el país ingrese a una fase clave de su historia para dibujar un nuevo escenario político, socioeconómico e institucional y elaborar una nueva Carta Magna. Sin necesidad de hacerse chilenos, los extranjeros con cinco o más años de residir legalmente en Chile también podrán votar.
EL UNIVERSAL
buscó a dos personas nacidas en Chile que, con posiciones contrarias, justificaran el por qué votar “apruebo” o “rechazo”.
Con o sin dudas sobre el camino a seguir, convencidos de votar por una u otra opción, decididos a abstenerse de sufragar, hacerlo en blanco o anular la papeleta, los chilenos enfrentarán este domingo una crucial convocatoria en las urnas en un desafío con dos respuestas: decir sí o no a que Chile tenga una “Nueva Constitución”.
Cualquiera que sea el resultado, el futuro de Chile se decidirá en esa consulta que se consolidó como la de mayor relevancia del siglo XXI en la nación sudamericana.
Más allá de análisis, investigaciones, estudios, informes, estadísticas, encuestas, sondeos e instrumentos estatales, gubernamentales, partidistas, judiciales, legislativos, electorales, políticos, académicos o mediáticos, el único, verdadero y definitivo veredicto lo darán los chilenos con su voto, sin importar raza, género, religión, ideología, preferencia sexual, profesión u oficio y rango socioeconómico.
En la soledad de la urna, los chilenos se enfrentarán a dos papeletas con una pregunta y dos opciones cada una.
En una, se les cuestionará: “¿Quiere usted una Nueva Constitución?”. Podrán marcar la casilla “Apruebo” o la de “Rechazo” y hasta sufragar en blanco o anular su voto.
En la otra, se les inquirirá: “¿Qué tipo de órgano debiera redactar la Nueva Constitución?”, Tendrán las alternativas de “Convención Mixta Constitucional” o “Convención Constitucional” e, igualmente, con la vía abierta de votar en blanco o nulo.
Por eso es que en la elección estará en debate un hecho que se registró hace más de 47 años y alteró para siempre la historia de Chile: el golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973 que derrocó al presidente constitucional Salvador Allende e instaló la dictadura militar del general Augusto Pinochet.
La actual Carta Magna fue aprobada en agosto de 1980 y ratificada en septiembre de ese año. El 11 de marzo de 1981 entró en vigencia transitoria y asumió validez total el 11 de marzo de 1990, con la salida del régimen militar tras 17 años de gobernar con mano dura.
“Rechazo”
La chilena Carolina Olavarría Hurtado dice que votará “rechazo” en el plebiscito de este domingo sobre el futuro de la Constitución Política de Chile porque hay un escenario de incertidumbre. (Cortesía)
En una entrevista con este periódico, Olavarría adujo que votará en la casilla de “rechazo” porque “ Chile ha sido un país exitoso en los últimos 30 años con un alto crecimiento económico y un ejemplo en América Latina en la eliminación de la pobreza y de la desigualdad y de buena gestión económica”.
“El modelo ha funcionado y la Constitución actual ha tenido muchos cambios y adaptaciones en el tiempo. Por lo tanto, no es la misma de 1980”, subrayó.
Un estudio que El Mercurio, principal rotativo chileno, publicó a inicios de este mes puntualizó que la Constitución Política de Chile sufrió 257 reformas desde 1990 y que fueron modificados 14 de los 15 capítulos de la promulgada en 1980, de la que queda el 36% , ya que el restante fue emitido después del inicio del proceso democrático o es un saldo de constituciones previas.
“Es una carta fundamental de principios y valores que rigen a los chilenos, es bastante general y no habla ni se hace cargo de los problemas que aquejan hoy a los chilenos, principalmente la desigualdad, la calidad y los precios de la educación y de la salud”, dijo Olavarría.
“Son problemas que la gente reclama a través de las protestas, y que comparto al 100% , no se van a arreglar con una nueva constitución. Se van a arreglar con reformas a las leyes, que no están en la Constitución. Nuestros parlamentarios han tenido todos estos años para hacer esas reformas y han priorizado las cosas que no son las que le duelen a la gente”, reprochó.
“Cambiar la Constitución es una jugada de los políticos, que siempre están permanentemente mirándose el ombligo en vez de mirar los dolores de los chilenos. El peligro está precisamente en que no se sabe lo que va a pasar. No se sabe en qué va a terminar esto”, advirtió.
“El peligro”, fundamentó, “está en la incertidumbre que esto genera, no en la certeza de que esto va a ser peor. Es un riesgo, porque es poner en jaque al modelo que hasta ahora nos ha funcionado. No sé si esto irá a algo peor, pero cuestiono el por qué no sabemos hacia dónde vamos a ir. Hay demasiadas dudas de cómo esto va a terminar”.
“Apruebo”
El chileno Héctor Martínez Sanmartín aduce que votará “apruebo” en el plebiscito de este domingo sobre el futuro de la Constitución Política de Chile porque hay que despojarse de las herencias de la dictadura militar. (Cortesía)
Entrevistado por este diario, Martínez adujo que votará “apruebo” porque “es una manera de deshacernos de ciertas condiciones que nos dejó la Constitución de Pinochet”.
“Queremos definir para siempre cuál es la posición del Estado chileno con relación a sus ciudadanos. ¿Por qué? En la Constitución de 1980 todos los nacidos en Chile tenemos derecho a vivir en un Estado que les dé las condiciones suficientes para vivir tranquilo sin problemas”, recordó.
“Pero entablaron leyes que tenemos en Chile en las que tenemos ‘zona de sacrificio’, donde la empresa privada tiene supremacía sobre los ciudadanos. Yo puedo instalar una empresa contaminante y la Constitución no tiene cómo responder a eso. Hay muchos vacíos”, afirmó.
Martínez aportó varios casos.
“Los tribunales de justicia en Chile hacen lo que la ley les permite y no pueden hacer nada más. Si uno se roba una gallina, se le aplica un año de cárcel. Si uno se roba 200 millones de dólares, se la manda a un curso de ética. Esas cosas pasan”, lamentó.
“Un senador promueve una ley para defender a una empresa y esta empresa le paga. Y todo eso se comprueba con documentos, con transferencias bancarias y con todo. Pero la ley no castiga a ese senador. Esos son asuntos profundos que hay que cambiar. Ese es el país profundo que queremos cambiar. No queremos esas cosas”, planteó.
“A un senador lo elijo para que me represente, pero no le doy facultades para que sea poco menos que un agente del empresariado. Esos son los temas que se están tocando con el plebiscito y que tendrían que ser resueltos con la próxima constitución”, recalcó.
El plebiscito se realizará en el contexto convulso que estalló el 18 de octubre de 2019 en Chile y que se prolongó en 2020, con sangrientas protestas y disturbios callejeros antigubernamentales para exigir solución a acuciantes problemas socioeconómicos en salud, educación, empleo, inflación, salarios, pensiones, vivienda, seguridad social, calidad de vida e injusta distribución de la riqueza.
agv