San José.— Si el 24 de octubre de 1970 marcó a Chile con la victoria electoral del socialista Salvador Allende y el 3 de noviembre de ese año lo signó con su ascenso a la presidencia, el 11 de septiembre de 1973 lo dividió con el golpe de Estado que inauguró la dictadura militar de Augusto Pinochet y el 11 de marzo de 1990 lo reconcilió con el retorno de la democracia.
El 18 de octubre de 2019 Chile fue desnudado, con el estallido de grandes y violentas protestas que derribaron su imagen democrática. Nacido en 1908, Allende murió en el golpe de Estado. Nacido en 1915, Pinochet gobernó por casi 17 años sostenido en el poder militar y en la apertura económica y falleció de causas naturales en 2006, acusado de múltiples atrocidades en contra de los derechos humanos.
“A 30 años del término de la dictadura cívico-militar en Chile, la violación de derechos humanos y la desigualdad, lejos de disminuir, se han intensificado y extendido”, dijo la chilena Paulina Acevedo, coordinadora de Ciudadanía e Interculturalidad en el Observatorio Ciudadano. En el fondo del conflicto está la Constitución, aprobada en agosto de 1980, ratificada en septiembre de ese año y en vigor transitorio desde el 11 de marzo de 1981 y pleno a partir de marzo de 1990.
Los chilenos irán a las urnas el 26 de abril para decidir si aceptan o rechazan redactar otra Constitución. La Carta Magna fue “impuesta” por Pinochet con un plebiscito “fraudulento e ilegítimo” que instauró “un modelo económico neoliberal a ultranza y un Estado subsidiario” que privatizó “derechos esenciales” en salud, pensiones, educación, vivienda o acceso al agua y sumió a la población “en un sistema brutalmente injusto y desigual”, adujo.
La respuesta estatal a las protestas, que surgieron en repudio a un plan del gobierno de subir tarifas al Metro, fue “la represión, la tortura”, añadió a consulta de EL UNIVERSAL. Chile “carece de los mínimos democráticos”, alegó, al destacar que hay “retrocesos que llevan a los peores tiempos de la dictadura. La alegría que la democracia traería nunca llegó y las prácticas de los tiempos más oscuros del país son los que hoy gobiernan”. En defensa de su gestión, el presidente de Chile, Sebastián Piñera, rechazó estos y otros cuestionamientos.
Luego de casi 17 años de dictadura militar, que desintegró a la sociedad chilena, el demócrata cristiano y abogado Patricio Aylwin (1918- 2016) juró el 11 de marzo de 1990 como presidente de Chile y abrió la transición a la democracia. Aylwin ganó los comicios del 14 de diciembre de 1989 como candidato de la Concertación de Partidos por la Democracia, bloque de izquierda, centroizquierda y centro que gobernó 20 años con Eduardo Frei (1994- 2000) Ricardo Lagos (2000-2006) y de Michelle Bachelet (2006-2010).
Al asumir, Aylwin sentenció: “Esta criatura que está naciendo, esta libertad que estamos reconquistando, vamos a cuidarla en la medida que sepamos respetarnos los unos a los otros y no volvamos a convertirnos unos chilenos enemigos de otros”. Chile se consolidó en más de 20 años como símbolo exitoso del neoliberalismo, pero la realidad social exhibió otro rostro.
Los cálculos oficialistas establecieron que, por ingresos, en Chile hay un millón 500 mil pobres u 8.6% de 17.5 millones chilenos, pero al medir acceso a salud, educación, seguridad social o vivienda, la pobreza multidimensional llegó a 20.7%: 3 millones 600 mil, según la Fundación Superación de la Pobreza.
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) precisó que 1% más adinerado de Chile se quedó con 26.5% de la riqueza en 2017, mientras que 50% de los hogares de menores ingresos accedió a 2.1%. Así, Piñera celebrará el segundo año de su segundo cuatrienio e invitó a un acto en el Palacio de La Moneda, sede del Poder Ejecutivo, con una proclama: “Cuidemos de nuestra democracia”.