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San José. – Fatigados por más de 20 meses de azote del coronavirus y más de siete años de abismo socioeconómico, los venezolanos podrían entregar hoy en las urnas un triunfo a los candidatos chavistas que el cuestionado régimen gobernante en Venezuela utilizaría como una legitimación parcial interna, pese a que está acusado de crímenes de lesa humanidad por la represión política que se le atribuyó desde 2017.
Luego de más de 20 meses de azote del coronavirus, con un acumulado oficial a ayer de 423 mil 663 contagiados y 5 mil 66 decesos y alertas de subregistros, y más de siete años de escasez generalizada de bienes básicos, hiperinflación y megadevaluación, el Gran Polo Patriótico Simón Bolívar (GPPSB), que aglutina al chavismo, llegará hoy como favorito para vencer al amparo del abstencionismo.
En una contienda desigual entre chavistas y antichavistas con observadores de la Unión Europea y otros foros, 21,1 millones de venezolanos de sus 32 millones de habitantes podrán elegir a los 23 gobernadores de los 23 estados, 253 legisladores regionales, 335 alcaldes de igual número de municipios y 2 mil 471 concejales. Asumirán en diciembre próximo y ejercerán por cuatro años.
Si la abstención supera al 50%, en un proceso atizado por la presencia masiva de votantes entre los seis millones de venezolanos que migraron al exterior a partir de 2014, el oficialismo se beneficiará, afianzará su poder y prolongará el mando sobre Venezuela que logró desde 1999.
“Esto es todo menos una elección”, afirmó la venezolana María Corina Machado, jerarca del opositor partido Vente Venezuela, principal figura femenina del antichavismo y acostumbrada a acusar al cuestionado presidente de esa nación, Nicolás Maduro, de dictador y tirano y de reelegirse, en 2018, en comicios ilegítimos.
“Es contribuir a dar imagen de legitimidad y blanqueo al régimen criminal de Maduro para que la tiranía permanezca en el poder. Enfrentamos a un complejo sistema con soporte del crimen organizado y con fachada ideológica e intereses geopolíticos de Rusia, China, Irán y Cuba”, dijo Machado a EL UNIVERSAL.
Las elecciones son “una farsa para lavarle la cara a la tiranía”, acusó, para denunciar un disparejo escenario de ventajas del chavismo y desventajas a sus rivales.
En su defensa, y ante las presiones económicas y políticas de Estados Unidos y Europa para restablecer la democracia en Venezuela, Maduro contestó esta semana que “nadie va a venir a imponernos nada”, alegó que la institucionalidad democrática venezolana está “probada” y “fortalecida con libertades públicas totales y amplias”.
El saldo de este domingo podría simular una supuesta ruta de arreglo pacífico a la crisis en Venezuela. Otra aparente señal sería el diálogo que la Plataforma Unitaria—que reúne a un influyente bloque opositor y que, con la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), aceptó involucrarse en la cita de hoy—y emisarios de Maduro iniciaron en agosto de este año en México y se suspendió hace un mes.
Pero la controversia persistió. ¿Por qué negociar en México y acudir a votar en un proceso definido por un régimen acusado en 2019 por la Organización de Estados Americanos (OEA) en la Corte Penal Internacional (CPI) de crímenes de lesa humanidad? La CPI anunció este mes que abrió la indagación formal sobre Venezuela.
La Plataforma podría ganar distintos cargos, pero su decisión de aceptar ir a una lucha en la que el oficialismo preservó el control del Consejo Nacional Electoral (CNE) y prevé triunfar con abrumadora mayoría, significaría que el antichavismo concederá al chavismo un reconocimiento implícito… bendecido en las votaciones.
División
La disputa por cargos regionales será la primera con la MUD desde la de 2017, cuando Maduro ganó 18 de las 23 gobernaturas, ya que se negó a hacerlo en las presidenciales de 2018 y las legislativas de 2020 por catalogarlas como ilegítimas, farsa, fraudulentas y sin libertad ni transparencia.
“Maduro tomará estas elecciones para ganar cierto aire de legitimidad de su régimen”, adujo el politólogo venezolano Fidel Canelón, profesor de Teoría Política de la (estatal) Universidad Central de Venezuela. “Su legitimidad no tiene que ver con las regionales sino con las presidenciales fraudulentas en las que se reeligió en 2018”, explicó Canelón a este diario.
Maduro se reeligió en 2018 para un segundo sexenio de 2019 a 2025, pero en enero de 2019 fue desconocido por más de 50 países que calificaron su reelección como ilegítima y ese mes reconocieron como presidente interino al diputado opositor Juan Guaidó, elegido también ese mes como presidente de la Asamblea Nacional.
Al proclamarse en 2019 con el alegato se apegó a la Constitución de Venezuela, Guaidó prometió terminar con lo que definió como usurpación presidencial, dirigir un gobierno transitorio, llamar a comicios libres y retornar a la democracia.
Tras ganar las elecciones legislativas de 2015 y asumir en 2016 el control de la Asamblea, los antichavistas sufrieron desde 2018 una honda fractura. Un sector rechazó dialogar e ir a comicios, otro fue complaciente desde 2018 y accedió participar en los de 2018 y 2020 y el tercero—la Plataforma—desconoció ambas jornadas.
Aunque su propuesta base en México es que Maduro permita crear condiciones reales de libertad para comicios presidenciales y legislativos en fecha a pactar, la Plataforma admitió que los de hoy tampoco serán justos y que hay “obstáculos graves que ponen en riesgo la expresión de cambio del pueblo venezolano”.