San José.— Escudado en negocios que pactó hace unos 20 años con los cárteles mexicanos de Sinaloa y Los Zetas para vender y transportar cocaína del sur al norte de América, el colombiano Dairo Antonio Úsuga David, alias Otoniel y jefe del Clan del Golfo, emergió como el narcotraficante más poderoso de Colombia del siglo XXI y uno de los latinoamericanos con uno de los más surtidos expedientes mafiosos.
Tras su creación en 2007 y emerger como uno de los más fuertes de México, el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), entró en componendas con el Clan para garantizarse el suministro de droga, en un proceso paralelo al decrecimiento de la presencia de Los Zetas en el narcotráfico en Colombia.
Aunque las tres mafias son rivales, Otoniel operó por separado sus rutas para abastecer a cada una por separado, confirmaron fuentes colombianas a EL UNIVERSAL. Detenido el 23 de octubre por fuerzas militares y policiales colombianas en el norte de Colombia en una tarea en la que, directa e indirectamente, participaron la Agencia Central de Inteligencia (CIA), de EU, y el Servicio Secreto de Inteligencia (SIS) o MI6, de Reino Unido, Otoniel, de 50 años, consolidó al Clan como la más importante y peligrosa red del contrabando de drogas en su país.
“Una ventaja del Clan es que ha sido muy dinámico en sus vínculos con otras agrupaciones del crimen organizado transnacional”, afirmó el colombiano John Marulanda, coronel en reserva activa del Ejército de Colombia y presidente de la Asociación Colombiana de Oficiales de las Fuerzas Militares de Colombia en Retiro. “Es emblemático en México que Sinaloa y CJNG no se quieren. Sin embargo, el Clan sacó beneficio y se relacionó con ambos, pero teniéndolos en áreas muy distantes dentro de Colombia de modo que no se encuentren y los dos están en el mismo negocio”, describió Marulanda a este diario.
“El Clan estableció muy buenas relaciones con Sinaloa para delinquir en todo el andén del [litoral] Pacífico colombo-ecuatoriano, por donde sale 70% de la cocaína colombiana”, aseguró al explicar que, con el CJNG, los operativos son el sector de Colombia y Venezuela en el mar Caribe. “El Clan también ha tenido emisarios del CJNG, pero que actúan en otro lado de Colombia, en los nororientales departamentos [estados] de Norte de Santander y La Guajira, fronterizos con Venezuela y colindantes con los estados [venezolanos] de Zulia y Táchira y por donde sale vía aérea el resto de cocaína de Colombia”, agregó.
Como proveedor de 80% del consumo global, Colombia es el principal productor de cocaína con cálculos que oscilan de mil 600 a mil 900 toneladas al año que se multiplican con mezclas para reducir pureza. Al caer Otoniel, el futuro del Clan inquieta en Colombia como fuente de la cocaína que se envía a Centroamérica, México, EU, Europa, Asia y África.
Los delitos contra Úsuga en Colombia son por crímenes de lesa humanidad, terrorismo, asesinato, secuestro, extorsión, vacunas extorsivas (impuestos revolucionarios), desaparición forzada, narcotráfico, paros armados, masacres, concierto para delinquir, reclutamiento forzado de menores, abuso sexual, desplazamiento forzado, homicidio agravado, homicidio en persona protegida, conformación de grupos armados y fabricación, tráfico y porte ilegal de armas.
Por su extenso historial, este hombre que, siendo menor de edad, a mediados de la década de 1980 se unió en Colombia a la guerrilla comunista del Ejército Popular de Liberación (EPL) y, en 1996, se sumó a las autodefensas paramilitares anticomunistas de esa nación, fue el blanco de una intensa persecución desde 2015 y sería extraditado a EU.
El proceso en EU contra Otoniel y sus socios colombianos se remonta a 2009, con cargos judiciales en el Distrito Sur de Nueva York por conspiración, tráfico de drogas y terrorismo, y a 2015, con acusaciones en el Distrito Sur de Florida por tráfico de drogas, conspiración criminal, conspiración de drogas, distribución de cocaína y conspiración de asesinato. En las dos causas surgió el eslabón México. Otoniel y su Clan coordinaron la “producción, compra y transferencia” de los “cargamentos de varias toneladas de cocaína” a Centroamérica y México para importar a EU, aseguró la acusación. Los investigadores estadounidenses concluyeron que, con un promedio anual de 2003 a 2012 de unos 30 envíos de mil 600 kilogramos a 12 toneladas, el total traficado llegó a unas 75 toneladas.
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