San José. – Mega-sequía, deshielo de glaciares, lluvias extremas, inundaciones, deforestación y altas temperaturas terrestres y marinas exhiben sólo una parte del impacto continuado del cambio climático en América Latina y el Caribe, pero las secuelas del fenómeno describen una drástica disminución de los cultivos, un aumento de la inseguridad alimentaria en la zona y una afectación negativa en los mercados agrícolas mundiales.
El inquietante escenario quedó plasmado en “El estado del clima en América Latina y el Caribe 2021”, un informe de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) que comenzó a circular el pasado viernes y del que EL UNIVERSAL tiene copia. La OMM pertenece al sistema de la Organización de Naciones Unidas (ONU).
El estudio evidenció las profundas repercusiones del cambio climático “en los ecosistemas, la seguridad alimentaria e hídrica, la salud de las personas y la lucha contra la pobreza”, y lanzó las siguientes advertencias sobre lo ocurrido en 2021:
La lluvia en la región central de México fue entre 40% y 60% superior a lo normal, mientras que la registrada en el noroeste de México y Baja California fue alrededor de 20% inferior a lo normal.
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Los fenómenos meteorológicos extremos y los impactos del cambio climático, como la mega-sequía, las precipitaciones extremas, las olas de calor terrestres y marinas y el deshielo de los glaciares, están afectando a la región de América Latina y el Caribe, desde la Amazonia hasta los Andes y desde las aguas de los océanos Pacífico y Atlántico hasta las zonas más recónditas de la Patagonia cubiertas de nieve.
Los dos grandes océanos que flanquean el continente se están calentando y volviendo más ácidos, mientras que también sube el nivel del mar. Lamentablemente, es probable que, en el futuro, el impacto sea mayor en la región, ya que tanto la atmósfera como los océanos siguen cambiando rápidamente.
El suministro de alimentos y agua se verá interrumpido. Los pueblos y ciudades y la infraestructura necesaria para mantenerlos estarán cada vez más en peligro. La salud y el bienestar humanos se verán afectados negativamente, junto con los ecosistemas naturales.
La Amazonia, el noreste del Brasil, Centroamérica, el Caribe y algunas partes de México verán incrementadas las condiciones de sequía, mientras que el impacto de los huracanes podría aumentar en zonas centroamericanas y caribeñas.
La tendencia al calentamiento en América Latina y el Caribe continuó en 2021. La tasa media de aumento de las temperaturas fue de aproximadamente 0,2 grados centígrados por década entre 1991 y 2021, en comparación con los 0,1 grados centígrados por década registrados entre 1961 y 1990.
En 2021, la temperatura se situó por encima de la media de 1981-2010 en todas las subregiones, habiéndose registrado la anomalía máxima de +0,59 (±0,1 grado centígrado) en la región de México y Centroamérica, lo que corresponde a +0,97 (±0,1 grado centígrado) por encima del período de referencia de 1961-1990 de la OMM para el cambio climático.
El nivel del mar en la región continuó subiendo en 2021 a un ritmo más rápido que a escala mundial, sobre todo a lo largo de la costa atlántica de América del Sur al sur del ecuador y en el Atlántico norte subtropical y el golfo de México.
El aumento del nivel del mar amenaza a una gran parte de la población, que se concentra en las zonas costeras, ya que contamina los acuíferos de agua dulce, erosiona las costas, inunda las zonas bajas y aumenta el riesgo de mareas de tempestad.
En la cuenca del Paraná-Plata, que se extiende por Brasil, Paraguay y Argentina, la peor sequía desde 1944 está afectando la producción agrícola, reduciendo la producción de soja y maíz y afectando los mercados agrícolas mundiales. La exportación de cereales, el 80% de los cuales pasa por el río Paraná, también se vio afectada luego de que los niveles del agua cayeran a su nivel más bajo desde la década de 1940.
Las tasas de deforestación en la selva amazónica brasileña se duplicaron frente al promedio de 2009-2018 y alcanzaron los niveles más altos desde 2009. La selva tropical también fue afectada por incendios: en 2021 se reportaron 75 mil siniestros, la mayoría asociados a la actividad humana.
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Inseguridad alimentaria
La sequía es un saldo del cambio climático, provocado por la intensificación del efecto invernadero ante las emisiones industriales por la quema de combustibles fósiles, entre otros factores.
El informe de la OMM coincidió con uno que el Programa Mundial de Alimentos (PMA), también de la ONU, emitió en mayo de este año para alertar que la crisis podría agravarse por efecto del cambio climático y el incremento de la inflación de los productos alimentarios.
Por la pandemia del coronavirus y la guerra que Rusia lanzó desde febrero anterior contra Ucrania, la inseguridad alimentaria severa en América Latina y el Caribe aumentó en más de medio millón de personas de diciembre de 2021 a marzo de 2022, llegó a un total aproximado de 9.3 millones y, de proseguir el conflicto bélico entre rusos y ucranianos, podría sumar 13.3 millones de víctimas.
“Desafortunadamente, los riesgos hidrometeorológicos —como las sequías, las olas de calor y de frío, los ciclones tropicales y las crecidas— han causado la pérdida de cientos de vidas, han ocasionado graves daños en la producción agrícola y las infraestructuras y han provocado desplazamientos de población”, dijo el finlandés Petteri Taalas, secretario general de la OMM y doctor en Meteorología.
“Se prevé que la creciente subida del nivel del mar y el continuo calentamiento de los océanos sigan afectando a los medios de subsistencia, el turismo, la salud, la alimentación, la energía y la seguridad hídrica en las zonas costeras, en particular en las islas pequeñas y los países de Centroamérica”, describió.
Tras señalar que el deshielo de los glaciares representa para numerosas ciudades andinas “la pérdida de una importante fuente de agua dulce” para uso doméstico, riego y generación de energía hidroeléctrica, destacó que “la continua degradación” de la selva lluviosa amazónica es un factor de “preocupación” para Suramérica y para el clima mundial.
Mega-sequía, deshielo de glaciares, lluvias extremas, inundaciones, deforestación y altas temperaturas exhiben el impacto del cambio climático en América Latina y el Caribe. (Organización Meteorológica Mundial)
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