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Sao Paulo.— El expresidente brasileño Michel Temer fue detenido ayer como presunto cabecilla de “una organización criminal” que habría desviado cientos de millones de dólares a lo largo de cuatro décadas.
El político conservador, de 78 años, fue arrestado en Sao Paulo y trasladado a Río de Janeiro por determinación del juez Marcelo Bretas, a cargo en este estado de la megaoperación Lava Jato contra la corrupción.
El caso que motivó la orden de detención provisional de Temer y otras siete personas, incluyendo al exministro de Minas y Energía Moreira Franco, está relacionado con sobornos recibidos en 2014 a cambio de contratos de obras en la usina nuclear Angra 3, en el sur del estado de Río.
La operación investiga “crímenes de corrupción, desvío de fondos y blanqueo de dinero”, con pagos ilícitos”, señaló el Ministerio Público Federal (MPF). El núcleo de esa red fue constituido por Temer cuando era secretario de Seguridad Pública en Sao Paulo, a mediados de los años 80, y Lima Filho. La prisión preventiva se justifica, según el MPF, por la sospecha de que la presunta banda sigue “en plena actividad”.
“Las investigaciones apuntan a que la organización criminal practicó crímenes diversos que involucraron a varios organismos públicos y empresas estatales, habiendo obtenido la promesa, el pago o el desvío hacia la organización de mil 800 millones de reales” [unos 470 millones de dólares al cambio actual]”, señaló el MPF en un comunicado.
La defensa de Temer presentó un recurso de habeas corpus para obtener su liberación inmediata. El caso es una de las 10 investigaciones criminales contra Temer. “La falta de sustento para este arresto es completamente evidente, lo que sirve sólo para exponer al expresidente como un trofeo ante aquellos que, bajo el pretexto de combatir la corrupción, se burlan de las leyes básicas de la Constitución”, dijo el abogado de Temer, Eduardo Pizarro Carnelos, en un comunicado.
Temer, del Movimiento Democrático Brasileño (MDB), fue de 2011 a 2016 vicepresidente de Dilma Rou- sseff, a quien sustituyó en mayo de 2016 cuando la mandataria fue destituida por un impeachment en el marco de una investigación por manipulación de las cuentas públicas.
Él es el segundo exmandatario detenido en la causa de Lava Jato (Lavado de Autos). Luiz Inácio Lula da Silva cumple una condena de 12 años y un mes por corrupción pasiva y lavado de dinero en otro caso relacionado con esa operación.
El 1 de enero pasado Temer entregó el cargo a su sucesor, el ultraderechista Jair Bolsonaro, quien se impuso en las urnas en parte debido al desencanto de los brasileños ante la corrupción de la élite política tradicional.
Bolsonaro, de gira en Santiago de Chile, aseguró sobre el encarcelamiento de Temer que “la justicia nació para todos” y que “cada uno responde por sus actos”.
El real de Brasil y el índice Bovespa cayeron cerca de 1% debido a la probabilidad de que nuevos arrestos de políticos destacados eviten un debate de las reformas económicas. También existe el temor a que se retrase la aprobación de la reforma de las jubilaciones, reclamada por los mercados.