Kabul.— Los talibanes entraron ayer a Kabul y clamaron victoria desde el palacio de gobierno, horas después de que el presidente Ashraf Ghani huyó al extranjero en el dramático epílogo de 20 años de intervención militar extranjera y una ofensiva relámpago insurgente de tres meses.

“Los talibanes ganaron”, declaró Ghani en Facebook, asegurando que abandonó el país para evitar un “baño de sangre”, pues “innumerables patriotas habrían sido martirizados y Kabul destruida” si se hubiera quedado. Ashraf Ghani no precisó dónde se encuentra, pero según el canal afgano Tolo News, estaría en Tayikistán.

“Unidades militares del Emirato Islámico de Afganistán entraron en la ciudad de Kabul para garantizar la seguridad”, tuiteó el portavoz de los insurgentes, Zabihullah Mujahid. “Su avance continúa con normalidad”, añadió. Por la noche, la televisión afgana difundió imágenes de combatientes afganos dentro del palacio y clamando victoria.

“Nuestro país ha sido liberado y los muhajedines son victoriosos en Afganistán”, dijo un militante al canal de noticias Al Jazeera desde el palacio presidencial.

Pero para muchos afganos, el recuerdo del régimen que impusieron los talibanes (1996-2001), con su interpretación estricta de la ley islámica, la casi nulidad de derechos de las mujeres, entre otras medidas, tiene aterrada a la sociedad afgana y muchos corrieron a retirar su dinero y tratar de obtener pasaportes y visas para intentar salir del país.

“Se siente como el fin de todas mis esperanzas, mis sueños y ambiciones”, dijo Diyana, residente de Kabul, citada por NBC News. “He llorado mucho hoy”.

En 10 días, el movimiento islamista radical, que había comenzado una ofensiva en mayo aprovechando el inicio de la retirada de las tropas estadounidenses y extranjeras, tomó el control de casi todo el país.

Veinte años después de haber sido expulsados por una coalición liderada por Washington, a raíz de su negativa a entregar a Osama bin Laden, líder de Al-Qaeda, tras los atentados del 11 de septiembre en Estados Unidos, los talibanes están de regreso y afirman que quieren una “transición pacífica” del poder. También aseguran que no quieren venganzas, aunque muchos ciudadanos no confían en sus palabras. La partida de Ghani dejó a los afganos a su suerte: “Dejó Afganistán en momentos difíciles. Dios le exigirá cuentas”, dijo Abdullah Abdullah, líder del Consejo Afgano de Reconciliación Nacional.

La derrota es total tanto para el gobierno como para las fuerzas de seguridad afganas, a las que EU ha estado financiando con decenas de miles de millones de dólares. Ante el deterioro de la situación, Estados Unidos aceleró la operación de evacuación hacia el aeropuerto —única vía de salida del país— de sus diplomáticos y de civiles afganos que trabajaron para Washington y que teman por su vida, es decir, unas 30 mil personas, y tomó medidas para asegurar la zona. Un alto responsable de la Defensa estadounidense subrayó que centenares de empleados de la embajada ya abandonaron Afganistán.

El presidente estadounidense, Joe Biden, anunció que enviará mil militares más para ayudar a la evacuación, con lo que el contingente estadounidense se compondrá en total de 6 mil efectivos. El secretario General de la OTAN, Jens Stoltenberg, indicó que la alianza estaba ayudando a garantizar la seguridad y el funcionamiento del aeropuerto, adonde fluyen occidentales y afganos para huir del país. Además, EU y más de 65 naciones pidieron a los talibanes permitir a los afganos que quieran irse hacerlo.

Biden defendió su decisión de poner fin a 20 años de guerra, la más larga que haya conocido EU. “Esto no es Saigón”, aseguró el secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, a la cadena CNN, aludiendo a la caída de la capital vietnamita en 1975, un recuerdo todavía doloroso.

Reino Unido y otros países europeos empezaron a sacar del país a su personal diplomático. La ONU llamó a los talibanes a ejercer “máxima moderación”. Hoy habrá reunión del Consejo de Seguridad sobre el tema.

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