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Dublín.— El Brexit y la pandemia de coronavirus están avivando las tensiones en Irlanda del Norte, donde los disturbios de los últimos días en áreas protestantes de la provincia británica han causado cuantiosos daños y heridas a medio centenar de policías.
La violencia callejera, protagonizada principalmente por grupos de unionistas, en su mayoría jóvenes, alcanzó el miércoles su punto álgido con el secuestro e incendio de un autobús urbano en Belfast y la agresión a un fotógrafo de prensa.
Los alborotadores buscan ahora, además del enfrentamiento con la Policía autónoma (PSNI), el choque con la comunidad católica-nacionalista en las zonas que dividen a ambos bandos en la capital norirlandesa, las llamadas eufemísticamente “líneas de paz”. Estos intentos por extender el conflicto ha hecho saltar las alarmas entre los partidos de la región y los gobiernos de Belfast, Dublín y Londres, que realizó un llamamiento a la calma para evitar una escalada de la violencia.
A pesar de sus diferencias internas, el Ejecutivo norirlandés, de poder compartido entre protestantes y católicos, emitió un comunicado para pedir el fin de los “deplorables” ataques contra los funcionarios y los vecindarios, en los que, según la PSNI, han estado implicados grupos paramilitares lealistas (leales a la corona británica). Algunos observadores atribuyen el rebrote de la violencia al enfrentamiento entre la policía autónoma y el Partido Democrático Unionista (DUP), molesto porque las autoridades decidieron la pasada semana no imputar a miembros del Sinn Féin, brazo político del ya inactivo Ejército Republicano Irlandés (IRA), que asistieron en junio al funeral de un antiguo líder paramilitar pese a las restricciones por la pandemia.
Además, el sentimiento de agravio que acusa la comunidad unionista-protestante también tiene sus raíces en el Brexit y, en concreto, en el controvertido Protocolo Irlandés, incluido en el acuerdo de salida del Reino Unido de la Unión Europea.
En virtud de este mecanismo, Irlanda del Norte sigue vinculada al mercado único comunitario, por lo que las mercancías que cruzan entre ese territorio y el resto del Reino Unido deben pasar controles aduaneros, con una nueva carga burocrática que ha provocado escasez de productos y tensiones políticas.
El premier británico, Boris Johnson, ha condenado los disturbios y los ataques contra la PSNI, al tiempo que ha insistido en “resolver las diferencias” a través del “diálogo, sin violencia o criminalidad”. EU también expresó su preocupación por la situación.