Bruselas.— Al paso de los años ha quedado claro que el Reino Unido no experimentó los escenarios más catastróficos vaticinados por su salida de la Unión Europea (UE), aunque sí arrastra costosas secuelas por haber abandonado el bloque.
El Brexit igualmente ha quedado a deber a los que votaron por el “sí” a la separación, muchas de las promesas hechas por los promotores del divorcio no sólo no se hicieron realidad, los resultados han sido contrarios a los anticipados.
Dos factores fueron cruciales en el referéndum de 2016 a favor de la desunión. Uno fue el rechazo a la migración. Los ideólogos del Brexit, como el euroescéptico Nigel Farage, acusaban a los obreros polacos de quitarle empleo al británico de a pie y demandaban recuperar el control de las fronteras.
El otro argumento era el crecimiento económico y la diversificación del comercio. Los cómplices de Farage, incluyendo el populista conservador y antiguo premier, Boris Johnson, señalaban a Bruselas de ser responsable de frenar el potencial del reino por sus rigurosas normas y reglamentos disciplinarios. Contrario a lo esperado, el nuevo sistema introducido por el servicio migratorio británico hizo que la migración neta escalara, alcanzando un máximo histórico de 764 mil personas en 2022.
En diciembre de 2023, la migración neta fue de 685 mil personas, 10% menos que el año previo, pero 47% mayor en comparación con 2021, y el doble, si se toma como referente 2015, 333 mil, sostiene un estudio publicado el año pasado por Brunel University London.
“El nuevo sistema de migración flexibilizó algunas de las normativas que existían anteriormente para los trabajadores extracomunitarios. Aunque el sistema pos-Brexit logró el objetivo de frenar la migración de la UE, también produjo efectos no deseados”.
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La investigación realizada por los profesores Matteo Pazzona, Matilde Rosina y Federico Filauri señala que la salida de los comunitarios, como consecuencia de la supresión del principio de libre circulación de personas, dejó un vacío que perdura a la fecha.
El Reino Unido sigue siendo incapaz de llenar las vacantes en los sectores menos cualificados, como la industria manufacturera, el transporte, la construcción, el comercio mayorista y minorista, hostelería y restaurantes.
El sistema migratorio introducido en la era pos-Brexit produjo un déficit de 460 mil trabajadores de la UE, de los cuales sólo se han cubierto 130 mil con trabajadores de afuera de la Europa rica. En los sectores más calificados, las vacantes dejadas por los comunitarios han sido cubiertas mayoritariamente por personas de India y Nigeria.
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En cuanto a los indocumentados, los conservadores que gobernaron antes del retorno de los laboristas al poder llegaron a presumir un descenso de 36% en 2023. El análisis muestra que la caída no respondió a la política vigente, sino a un drástico descenso en el número de llegadas de albaneses, las cuales disminuyeron en más de 90% en comparación con el año anterior.
Respecto a la promesa de que habría más oportunidades comerciales y nuevos socios, el Brexit también ha quedado a deber. Desde el fin de la membresía en la UE el Ministerio de Comercio reporta sólo la entrada en vigor de los acuerdos comerciales con Australia y Nueva Zelanda, así como el ingreso al Acuerdo Amplio y Progresista de Asociación Transpacífico (CPTPP). El gobierno laborista retiró de su lista de prioridades a Canadá, México y Estados Unidos.
El mundo es muy distinto a 2016 y el sueño de que Reino Unido aprovecharía el comercio libre para fines de desarrollo y alivio de la pobreza es hoy más lejano que nunca, con el retorno a la Casa Blanca del máximo exponente del proteccionismo y la reinstauración de aranceles, Donald Trump.
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Para los estudiosos resulta extremadamente difícil establecer el impacto económico real del Brexit, que coincidió con la pandemia, la guerra en Ucrania, una escalada global inflacionaria, el encarecimiento de los precios de los energéticos y un largo periodo de inestabilidad política a causa del continuo colapso de administraciones tories (conservadoras): cinco entre 2016 y 2024. Sin embargo, el think tank UK in a Changing Europe, que se caracteriza por análisis imparciales sobre las relaciones entre Londres y Bruselas, afirma que “como era de esperarse, el Brexit ha perjudicado los resultados comerciales del Reino Unido (...) El impacto negativo se ha centrado en gran medida en el comercio de bienes, mientras que el comercio de servicios se ha mantenido. La inversión ha sido débil, aunque esto viene desde antes del Brexit”. En términos del PIB, los expertos suelen basar su estimación comparando los resultados económicos de los británicos con otros países de tamaño similar. Desde 2020, el desempeño de la economía ha sido en promedio 5% menor, estima UK in a Changing Europe en un reporte con fecha del 28 de enero en el que colaboraron 40 profesores, analistas y expertos.
La evolución negativa en materia económica, migratoria y de acceso a servicios públicos ha ido acompañada de un giro en la opinión pública. Desde el gobierno de Liz Truss, que duró sólo 50 días, las encuestas muestran un apoyo a la reincorporación a la UE de 57%. Entre aquellos que no votaron en 2016, hoy sí lo harían mayoritariamente a favor de la reincorporación y sólo 16% respaldaría el actual statu quo. “Los que votaron Leave en 2016 son ahora algo menos propensos a decir que votarían por quedarse fuera, 72%. Los votantes del Leave son ahora marcadamente negativos sobre las consecuencias de abandonar UE”.
Una encuesta de septiembre de 2024 señala que 56% de los que votaron por abandonar el Reino Unido afirman que el Brexit tuvo un resultado muy diferente del que muchos habían previsto en materia de migración, y 46% piensa que la economía empeoró.
A pesar de que estas evoluciones en la opinión pública y el convencimiento entre los europeístas de que el referéndum de hace casi nueve años no fue el último en Gran Bretaña, ni en Westminster ni en la Cámara de los Comunes hay apetito por reactivar el debate.