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Brasilia.— El expresidente brasileño Jair Bolsonaro quedó ayer contra la pared tras la primera audiencia de un juicio en el que se le acusa de “abuso de poder” durante la campaña para las elecciones de 2022, ganadas por el actual mandatario, Luiz Inácio Lula da Silva.
El Ministerio Público, que es parte en el proceso, pide que se apliquen “las penas de ley”, que supondrían despojar a Bolsonaro, de 68 años, de sus derechos políticos por un plazo de ocho años.
El eje de la acusación es una reunión que Bolsonaro convocó con medio centenar de embajadores extranjeros en la residencia oficial de la Presidencia el 18 de julio de 2022, para descalificar la transparencia del sistema electoral y la propia democracia, y que incluso ordenó que fuera transmitida por la televisión pública.
El excapitán dijo que la supuesta vulnerabilidad del sistema podía servir para manipular el resultado electoral en su contra. Ese argumento atizó posteriormente a parte de sus seguidores radicalizados, que el 8 de enero de 2023, días después de la toma de posesión de Lula, invadieron las sedes de los tres poderes en Brasilia.
La fiscalía pidió que el exmandatario (2019-2022) sea declarado “inelegible” debido a “abuso de poder político y uso indebido de los medios de comunicación”.
“Como ustedes saben, comienza mi juicio político, o mejor politiquero, y malintencionado por parte de algunos. No estoy atacando al TSE, pero la fundamentación es una cosa inverosímil: reunirse con embajadores”, afirmó el líder ultraderechista en un acto con transportistas en Porto Alegre, en el sur del país.
El abogado de Bolsonaro comparó el caso al del célebre capitán judío Alfred Dreyfus, injustamente condenado en Francia a finales del siglo XIX.