Miami.— No hace mucho tiempo, durante su primer mandato, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, criticaba duramente los activos en criptomonedas, calificándolos de “fraude” y señalando su posible uso en actividades ilícitas. En 2019 escribió en Twitter: “No soy fan de Bitcoin ni de otras criptomonedas, no son dinero y su valor es altamente volátil”.
Cinco años después, durante su campaña para la reelección en 2024, Trump adoptó un enfoque diametralmente opuesto. Influenciado por el auge del criptomercado y el respaldo de influyentes figuras del sector, prometió convertir a Estados Unidos en la “capital mundial de las criptomonedas”. Según Mike Novogratz, CEO de Galaxy Digital, “Trump entendió que el mercado de criptomonedas no es sólo un espacio financiero, sino un campo de batalla cultural y político”.
Como parte de sus primeras acciones presidenciales en 2025, firmó una orden ejecutiva que creó un grupo de trabajo dedicado a regular las divisas virtuales. Este movimiento fue recibido con optimismo por gran parte del sector financiero. Brian Armstrong, CEO de Coinbase, comentó públicamente que “un marco regulatorio claro es lo que necesita la industria para atraer más capital institucional y crecer de manera sostenible”.
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Figuras como Peter Andreas Thiel, cofundador de PayPal, y Michael J. Saylor, CEO de MicroStrategy, jugaron un papel crucial en la transformación de la perspectiva de Trump. Thiel, con su visión geopolítica, argumentó que las criptomonedas podrían ser una herramienta para contrarrestar la creciente influencia del yuan digital chino, mientras que Saylor destacó su valor como reserva estratégica, presentando a Bitcoin como “el oro digital de nuestra era”. Este mensaje emocionó a Trump, quien siempre ha priorizado mantener la hegemonía económica de Estados Unidos.
Empresarios como Cameron Howard Winklevoss y Tyler Howard Winklevoss, fundadores de la firma de criptomonedas Gemini, reforzaron la necesidad de que Estados Unidos lidere el ecosistema cripto. En reuniones privadas destacaron cómo un marco regulatorio favorable podría atraer inversión extranjera y consolidar el liderazgo tecnológico del país.
La industria también ejerció presión directa. Organizaciones como Blockchain Association, respaldadas por empresas influyentes como Coinbase y Binance, intensificaron su cabildeo. Invirtieron millones de dólares en campañas educativas dirigidas a responsables políticos, mostrando cómo las criptomonedas podrían ser una oportunidad económica estratégica. Estas iniciativas no sólo persuadieron a Trump, sino que allanaron el camino para que su administración adoptara una postura favorable desde el inicio de su mandato.
La rápida expansión del yuan digital, impulsado por el Banco Popular de China, alertó a los estrategas de la Casa Blanca. Larry Alan Kud- low, uno de los principales asesores económicos de Trump, destacó que liderar la innovación en monedas virtuales y la tecnología blockchain es fundamental para mantener la competitividad global frente a China. Esta narrativa se alineó con el discurso de Trump sobre fortalecer la posición de Estados Unidos como potencia económica y tecnológica.
Finalmente, influyó la conexión con su base política. Jóvenes conservadores, pequeños inversionistas y emprendedores tecnológicos vieron en las criptomonedas un símbolo de independencia financiera y resistencia al sistema bancario tradicional. La creciente popularidad de plataformas como Robinhood y el éxito de memecoins como Dogecoin mostraron a Trump que había un electorado entusiasta que podría consolidarse si apoyaba abiertamente los activos digitales.
Criptomonedas presidenciales
“El lanzamiento de las criptomonedas Trump y Melania no es casual. La Unión Americana vive, hoy más que nunca, en un entorno político cargados de simbolismos y la creación de estas monedas virtuales representan un emblema de la nueva era económica que Trump prometió llevar a Estados Unidos”, dice a EL UNIVERSAL el economista Iván Jiménez.
Desde que fueron creadas y presentadas, la criptomoneda Trump, el 17 de enero, y Melania, el día 19, han estado respaldadas por una fuerte campaña publicitaria y promocionadas como una oportunidad de ‘inversión patriótica’; estas monedas nacieron con el objetivo de atraer tanto a inversionistas como a simpatizantes políticos.
El contexto en el que se introdujeron fue clave para su éxito inicial. Según Anthony Pompliano, inversonista y promotor del sector, el lanzamiento coincidió con un momento de creciente interés en los activos digitales debido a la incertidumbre económica mundial. “Trump y Melania llegaron en un momento en que los mercados buscaban refugio en activos alternativos. Su conexión política y cultural les dio un impulso inicial que otros memecoins no tienen”, afirmó Pompliano en un reciente análisis.
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Desde el primer día, la criptomoneda Trump demostró ser un activo atractivo para especuladores. Su valor inicial alcanzó un pico de 75 dólares por token (unidad de valor emitida por una entidad), para después descender bruscamente a 24.60 dólares. A pesar de esta volatilidad, el volumen de operaciones superó los 7 mil millones de dólares. Es un indicio, dice Jiménez, de “que tanto pequeños inversores como grandes fondos están dispuestos a apostar en este tipo de activo”.
La criptomoneda Melania mostró un comportamiento más modesto, pero igualmente volátil, con un valor máximo de 70 dólares antes de estabilizarse en torno a 5 dólares. Aunque su volumen de operaciones, con 126 millones de dólares, palidece frente al de Trump, sigue siendo notable en comparación con otros activos emergentes en el mercado.
Economistas como Nouriel Roubini, conocido crítico de las criptomonedas, calificaron este tipo de activos como “el equivalente financiero de las apuestas en un casino”. Roubini advirtió que los inversionistas atraídos por la popularidad de los nombres Trump y Melania podrían enfrentar pérdidas significativas debido a la falta de fundamentos económicos sólidos que respalden estas divisas.
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Sin embargo, otros expertos como Cathie Wood, CEO de ARK Invest, señalaron que el fenómeno refleja un cambio en la percepción de los inversionistas hacia activos más arriesgados, pero potencialmente lucrativos. “El atractivo de estas monedas no radica en su tecnología, sino en su capacidad de captar la imaginación y el capital de las masas. En un mercado saturado, esto es una ventaja estratégica”, afirmó..
En el ecosistema de las criptomonedas, Bitcoin y Ethereum representan pilares fundamentales con adopción institucional, aplicaciones prácticas y una base tecnológica sólida. “A diferencia de estas, $Trump y $Melania se posicionan como activos especulativos impulsados por el fenómeno cultural más que por la utilidad en sí misma”, explica Jiménez.
Sin embargo, esta naturaleza especulativa no es necesariamente una desventaja. Según Dan Held, estratega de Kraken, “las memecoins como Trump y Melania llenan un nicho en el mercado al ofrecer retornos rápidos, aunque riesgosos. Su valor no está en su tecnología, sino en su capacidad de captar la atención del público”.
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Fenómeno cultural y político
Más allá de su desempeño financiero, las criptomonedas Trump y Melania representan un fenómeno cultural único que combina política, economía y sicología de masas. En palabras de Paul Krugman, premio Nobel de Economía, “las criptomonedas como estas no son sólo activos financieros, son símbolos de la incertidumbre de nuestra era. Reflejan una mezcla de esperanza y desesperación que define a los mercados modernos”.
El ascenso de estas monedas también destaca cómo la política puede influir en la economía digital. Al asociar estas criptomonedas con el nombre de Trump, se han convertido en un vehículo de expresión política y una extensión de su marca personal. “Hay que reconocer que estas dos criptomonedas —$Trump y $Melania— ofrecen oportunidades para ganancias rápidas, pero no hay que perder de vista que también son un recordatorio de los riesgos inherentes en los mercados especulativos”, concluye el economista Iván Jiménez. Y como dice el también economista John Kenneth Galbraith: “La especulación siempre es una fiesta… hasta que deja de serlo”.