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Washington.— Después del fracaso en el Supermartes, al filántropo multimillonario exalcalde de Nueva York Michael Bloomberg no le quedaba otra que retirarse de la carrera a la nominación demócrata y aclarar de forma definitiva lo que todo el mundo ya veía: que la candidatura para luchar contra Donald Trump es cosa de dos hombres blancos septuagenarios en las antípodas ideológicas, Joe Biden y Bernie Sanders.
La inversión de más de 570 millones de dólares no sirvió para nada al magnate neoyorquino. Todavía falta terminar algún recuento y repartir decenas de delegados de la jornada del martes, pero Bloomberg sufrió una humillación tan enorme que, a primera hora del miércoles, su aspiración quedaba enterrada después de 100 días de campaña.
Los cheques en blanco no se convirtieron en votos. “Entré en la carrera a la presidencia para derrotar a Donald Trump y me voy de la carrera por la misma razón, porque quedarme en ella significaría hacer más difícil conseguir ese objetivo”, resumió ante sus seguidores.
La salida de Bloomberg es el último capítulo en una serie de días frenéticos que han aligerado la lista de contendientes, beneficiando directamente a un único candidato: el exvicepresidente Joe Biden. Ayer, el millonario le dio apoyo explícito a “su amigo”, de quien dijo que “claramente” será el candidato y quien además de buenas palabras recibirá también una chequera ilimitada.
Biden, gran vencedor del Supermartes que ayer añadió a su lista de victorias el estado de Maine, es ahora el gran favorito, tras un renacer histórico. No sólo revivió su candidatura, sino que lo hizo con una fuerza avasalladora.
Según las estimaciones de Associated Press, y con una decena de estados del Supermartes aún por terminar de recontar y repartir delegados, Biden dio la vuelta a la contienda y tiene una ligera ventaja sobre Sanders (566 contra 501 delegados), ambos muy lejos de los mil 991 que se necesitan para ganar la nominación de forma automática.
“Uniremos a todos los estadounidenses, lo demostramos”, dijo ayer ante un reducido grupo de seguidores desde California, antes de volver a la carretera para la próxima parada de las primarias, en menos de una semana.
Biden se siente favorito ante su oponente Sanders y recuperó una retórica presidencialista que había desaparecido hace unas semanas, cuando su aura de inevitable se esfumó. Recuperada la aureola, volvió a hablar de forma grandilocuente: “No tenemos que convertir esta campaña en una de ataques negativos, para lo único que serviría es para ayudar a Donald Trump”.
El mensaje iba dirigido directamente a su rival en las primarias, un Sanders “decepcionado” por los resultados de un Supermartes que le dieron la espalda y ajustaron una carrera que una semana antes tenía ganada. Entre los problemas que detectó, según afirmó en conferencia de prensa de análisis de resultado, fue el poco éxito en hacer que los jóvenes salieran a votar, segmento fundamental de su base para la “revolución” que pregona.
Con Biden aglutinando el voto moderado y con el aparato del partido a su favor, Sanders empezó una campaña más agresiva contra el exvicepresidente. No sólo lanzó anuncios televisivos que destacan sus lazos con el expresidente Barack Obama, uno de los puntos fuertes de Biden; sino que además subió un poco más el tono de contraste entre ellos.
“Joe Biden es alguien que conozco desde hace muchos años. Me gusta, pienso que es un ser humano decente, pero tenemos un historial de voto muy diferente, una visión muy diferente para el futuro de este país, y Joe y yo estamos haciendo campañas muy diferentes”, remató Sanders. Con este panorama establecido, nadie puede evitar mirar de reojo a la senadora Elizabeth Warren, quien dedicó toda la jornada del miércoles a pensar qué hacer con una candidatura llamada a hacer grandes cosas, pero que se quedó a las puertas de todo, con resultados decepcionantes en las primarias.
Las apuestas apuntan a que se va a retirar para convertir la batalla demócrata en un cuerpo a cuerpo entre Biden y Sanders, pero habrá que ver cómo lo hace: si decide abandonar apoyando a uno, al otro, o a ninguno de los dos.