La policía española realizó ayer un “gran operativo policial” en la región de Cataluña, en busca de uno de los presuntos miembros de la célula yihadista que atacó en Barcelona y Cambrils el jueves y viernes pasados.

Mientras los españoles aún no se recuperan del susto por los atentados que dejaron 14 muertos y cientos de heridos, las investigaciones revelaban la magnitud de los planes de los terroristas. El objetivo prioritario era lanzar un gran camión con más de 100 bombonas de butano y explosivos de fabricación casera contra objetivos simbólicos de Barcelona. El principal de ellos sería, según las teorías policiales, la catedral de la Sagrada Familia, visitada por millones de turistas al año.

Tras la muerte de cinco miembros del comando a causa de los disparos de la policía, del fallecimiento de dos más en una explosión accidental y la detención de cuatro sospechosos, el Ministerio del Interior de España dio ayer por desarticulada la célula. Sin embargo, los Mossos d’Esquadra, la policía autonómica catalana al frente de la investigación, aseguraron que “la investigación sigue abierta”, en una muestra de las desavenencias entre las administraciones españolas y catalanas.

En otra delicada polémica institucional, el ministerio del Interior decidió ayer no elevar la alerta terrorista del nivel 4 a 5, el máximo contemplado por la ley española. Esta medida habría implicado desplegar al ejército en Cataluña por la inminencia de un ataque. El gobierno autonómico de Cataluña, presidido por Carles Puigdemont, ya había manifestado su rechazo a esta posibilidad, en momentos en que la región se prepara para el referéndum sobre la independencia de Cataluña que está convocado (de forma no consensuada con el gobierno español) el 1 de octubre.

Pese a mantener el nivel 4, se optó por tomar medidas adicionales en lugares o eventos de afluencia masiva, con “especial énfasis” en la zonas de turismo.

Una de las razones que sustentaban el aumento del nivel de alerta es que uno de los presuntos miembros de la célula terrorista responsable de los atentados continúa sin aparecer. Se trata de Younes Abouyaapoub, de 22 años. No ha sido identificado entre los detenidos o los cinco abatidos por la policía catalana en el segundo ataque terrorista, la madrugada del viernes, otro intento de atropello masivo en la localidad turística de Cambrils. Están pendientes de reconocimiento los restos de tres personas encontrados el viernes en una casa del municipio de Alcanar que explotó el miércoles. Allí guardaban los terroristas 106 botellas de gas butano y el explosivo casero triperóxido de triacetona (TATP), conocido como “Madre de Satán” y que el Estado Islámico, que reivindicó los ataques, suele utilizar en sus acciones.

La policía cree que Younes Abouyaapoub conducía la furgoneta que el jueves mató a 13 personas en La Rambla de Barcelona y dejó un centenar de heridos de 35 nacionalidades. Una de las teorías es que el joven pudo escapar por la frontera francesa. Los terroristas yihadistas muy a menudo no se dan por rendidos hasta que terminan muriendo en sus ataques. Por eso las autoridades europeas buscan a contrarreloj a Abouyaapoub o alguna prueba de que sigue vivo para evitar que vuelva a golpear. También se busca el imán de Ripoll, Abdel Baki Essati, quien se cree pudo radicalizar a los jóvenes, y a Youssef Aalla, hermano de uno de los terroristas fallecidos en Cambrils.

La Sagrada Familia acogerá precisamente un homenaje a las víctimas esta mañana. Ayer el rey de España y responsables políticos catalanes y españoles celebraron también un homenaje en La Rambla. Otra gran manifestación de repulsa al terrorismo ha sido convocada en la ciudad el 26 de agosto, cuando se espera que se haya disuelto la situación de emergencia. Con información de agencias

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