Miami.— El 4 de mayo, el presidente de EU, Donald Trump, dijo que había ofrecido a su homóloga de México, Claudia Sheinbaum, apoyo militar directo para combatir a los cárteles en territorio mexicano. “Ella rechazó esa ayuda”, afirmó. La revelación, señalan expertos, es una presión a dos vías sobre el gobierno de México.
Trump señaló que Sheinbaum “le tiene tanto miedo a los cárteles que ni siquiera puede pensar con claridad”. Sheinbaum respondió que “la soberanía no se vende”, y que México mantiene “una relación respetuosa y de cooperación” con EU.
Trump reavivó un debate creciente sobre la posibilidad de que Estados Unidos actúe de manera unilateral contra grupos criminales en México, especialmente tras la decisión del Departamento de Estado de clasificar, el mes de febrero pasado, a seis cárteles mexicanos como Organizaciones Terroristas Extranjeras: los cárteles De Sinaloa, el CJNG, Del Noreste, Del Golfo, Cárteles Unidos y la Nueva Familia Michoacana.
“La oferta que Trump le hizo a Sheinbaum puede haber sido una formalidad. Pero el rechazo se convierte en el argumento, en la excusa que necesita Trump para decir: lo intenté”, subraya el abogado internacionalista Jaime Ortiz. Considera que la propuesta de Trump debe leerse en el marco de un proceso más amplio de redefinición de las relaciones bilaterales en materia de seguridad. “Con la designación de los cárteles como Organizaciones Terroristas Extranjeras, el gobierno [de EU] construyó una vía legal para actuar incluso sin autorización mexicana. La oferta formal de ayuda podría entenderse como un paso previo antes de activar esa ruta unilateral”, señaló.
El Council on Foreign Relations estima que al menos un tercio del país presenta signos de gobernanza paralela o presencia operativa del crimen organizado. La DEA ha documentado que los cárteles De Sinaloa y el CJNG mantienen redes logísticas, armadas y financieras en más de 20 estados mexicanos. La Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito identifica a México como el principal centro de procesamiento y tránsito de fentanilo hacia EU.
“La violencia no cedió, los cárteles no se replegaron; se consolidaron. Tomaron municipios, expulsaron comunidades, establecieron rutas y peajes, corrompieron alcaldías”, señala Ortiz. Ahora “la combinación de una violencia persistente y la presión externa por parte de Washington, especialmente por la cantidad de muertos [en EU] a causa del fentanilo, coloca” al gobierno mexicano “ante un escenario complejo”: distanciarse del modelo de seguridad heredado por Andrés Manuel López Obrador, sin desmontar del todo su discurso.
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Para Ortiz, “más allá del resultado inmediato, el hecho de que Trump haya hecho pública la conversación obliga a México a enfrentar una realidad incómoda, la percepción internacional de que el gobierno de México ha perdido el control de parte de su territorio y de que ya no basta con reafirmar principios si no se acompañan de acciones”.