se graduó como cirujano oftalmólogo, pero en vez de ello, se convirtió en el líder terrorista más buscado , uno por el que el Departamento estadounidense de Estado ofrecía 25 millones de dólares de recompensa.

El egipcio, de quien se dice fue abatido este fin de semana en una operación de Estados Unidos en Afganistán , ayudó a fundar en Egipto la Yihad islámica , un grupo islamista, que eventualmente se fusionó con Al-Qaeda , la organización que fundó Osama bin Laden y que estuvo detrás de los atentados del 11 de septiembre de 2001 (11-S).

Tras la muerte de Bin Laden, quien fue abatido por las fuerzas estadounidenses durante una operación en Abbottabad, Paquistán, el 2 de mayo de 2011, Al-Zawahiri, considerado la mano derecha de Osama, y principal ideólogo de Al-Qaeda, se convirtió en el líder de la organización.

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Al-Zawahiri era apenas un adolescente cuando se volvió parte de la Yihad Islámica. Fue encarcelado dos veces por su ayuda en los complots para matar a dos líderes egipcios.

A través de la Yihad, Al-Zawahiri quería crear un Estado Islámico en Egipto. Cuando las fuerzas soviéticas invadieron Afganistán, Al-Zawahiri y su grupo se unieron a los muhajedines para combatirlas. Fue así como conoció a Osama.

Después de que Bin Laden declarara la guerra santa contra Estados Unidos, Al-Zawahiri se convirtió en uno de los rostros más conocidos de Al-Qaeda. Aparecía con frecuencia en videos y en audios, pidiendo atacar objetivos occidentales. “Es el número dos de Osama”, dijo en su momento el analista en terrorismo, Peter Bergen.

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A decir de algunos expertos, fue Al-Zawahiri el verdadero “cerebro operativo” de los atentados del 11-S.

Tras esos ataques, que destruyeron las torres gemelas de Nueva York, así como una parte del Pentágono , y dejaron casi 3 mil muertos, Osama se convirtió en el hombre más buscado por el gobierno de Estados Unidos y Al-Zawahiri en el número dos. A la muerte del líder de Al-Qaeda, el cirujano egipcio asumió el lugar de enemigo público número uno de Washington .

De Al-Zawahiri se sabe que nació el 19 de junio de 1951, en el seno de una familia de clase alta, en El Cairo.

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“Solía escribir poesía a su madre”, dijo Mahfouz Azzam, tío de Al-Zawahiri, señalando que su sobrino era profundamente religioso.

“Era conocido como un buen musulmán, al que le gustaba rezar en la mezquita”, añadió, en declaraciones citadas por la cadena CNN.

Durante su estancia en prisión –fue condenado a tres años de prisión por cargos de posesión de armas en relación con el plan para asesinar al presidente egipcio Anwar Sadat-, su carisma, y su fluidez con el inglés lo convirtieron en vocero de activistas islámicos presos.

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Para cuando salió de la cárcel, Al-Zawahiri era ya un líder entre los islamistas.

En 1985 dejó Egipto y se mudó a Peshawar, Paquistán, donde trabajó como cirujano atendiendo a los combatientes que enfrentaban a los soviéticos en Afganistán.

Su cercanía con Osama bin Laden los volvió conocidos como los “árabes afganos”. Tras la guerra en Afganistán, Al-Zawahiri se unió a Bin Laden en Sudán, donde planeó ataques terroristas como el ocurrido en la Embajada de Egipto en Paquistán. También se le ligó con diversos intentos de asesinatos de políticos egipcios.

En 1998, con Bin Laden, anunciaron la formación del Frente Islámico Mundial para la Yihad contra los Judíos y los Cruzados, fusionando la Yihad y Al-Qaeda. Emitieron juntos una fatwa, que decía: “Matar y combatir a los estadounidenses y sus aliados, ya sean civiles y militares, es una obligación de cada musulmán”.

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Ese mismo año, Al-Zawahiri fue acusado por su papel en los atentados contra las Embajadas de Estados Unidos en Kenia y Tanzania. Para algunos egipcios, lo que desató la ira de Al-Zawahiri con Estados Unidos fue lo que sintió como una traición de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), al no apoyar su causa después de que los soviéticos salieron de Afganistán y el país se hundió en la anarquía.

En noviembre pasado se difundió un audio atribuido al egipcio, en el que acusaba a Naciones Unidas de ser “hostil” con el Islam y advertía a la nación islámica de la “amenaza que representa la ONU ”.

Aunque nunca alcanzó el estatus que tuvo Osama, y aunque Al-Qaeda no es ya el grupo fuerte que solía ser, tras perder terreno contra otras agrupaciones, como el Estado Islámico, el asesinato de Al-Zawahiri es una importante victoria para Estados Unidos en la lucha contra el terrorismo. Más porque se produce casi un año después del retiro de tropas de Estados Unidos de Afganistán.

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Tras el retiro, ordenado por la administración de Joe Biden, el presidente estadounidense aseguró que la lucha contra el terrorismo de Al-Qaeda continuaría.

“El golpe que mató al líder de Al-Qaeda, Ayman al Zawahiri, es un gran éxito de los esfuerzos antiterroristas de Estados Unidos. Es el resultado de innumerables horas de recopilación de información durante muchos años”, dijo Mick Mulroy, ex funcionario del Pentágono y oficial de operaciones paramilitares de la CIA retirado, a Politico. “El mensaje para todos los miembros de Al Qaeda y sus afiliados debe ser que Estados Unidos no cejará nunca en su misión de hacer rendir cuentas a quienes pretendan dañar a Estados Unidos y a su pueblo”, añadió.

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aosr

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