Brasilia. El Óscar para llega en momentos en que debate su propio drama sobre la desaparición forzada y el golpismo, que volvió a mostrar en el país su cara el 8 de enero de 2023, cuando miles de ultras asaltaron el corazón del poder político en Brasilia.

La obra del director Walter Salles, que se llevó el premio al mejor filme internacional, narra la tragedia desatada en la vida de Eunice Paiva y sus hijos después del secuestro y desaparición de su esposo, el exdiputado Rubens Paiva, en el Río de Janeiro de 1971, un drama similar al sufrido por decenas de miles de suramericanos bajo cruentas dictaduras.

Este mes, el Supremo Tribunal Federal de Brasil decidió por unanimidad revisar si debe revocar la amnistía de los oficiales del ejército acusados de asesinar al diputado Paiva y a otras dos personas. La decisión se produjo después de que en diciembre un juez recomendara retirar la amnistía en otro caso de la época de la dictadura. En su fallo, el juez citó explícitamente Aún estoy aquí.

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Es el primer Óscar para el cine brasileño, que ha sido finalmente premiado en Hollywood por una historia real ocurrida durante lo que en el país se recuerda como "los años de plomo" de una dictadura que se instaló en 1964 y solo acabó en 1985, 21 años después.

Una dictadura enaltecida por el expresidente Jair Bolsonaro, un ultraderechista capitán de la reserva del Ejército que llegó al poder en 2019 por el voto popular y ahora está cerca de responder ante la Corte Suprema como supuesto mentor de una conspiración golpista que desembocó en los sucesos del 8 de enero de 2023.

Ese día, miles de activistas de extrema derecha asaltaron las sedes de la Presidencia, el Parlamento y la Corte Suprema exigiendo que las Fuerzas Armadas derrocaran al Gobierno del progresista Luiz Inácio Lula da Silva, que se había impuesto a Bolsonaro en las elecciones de octubre de 2022.

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Sin amnistía

En el bolsonarismo hubo silencio tras el para el cine brasileño, que en el gobierno y el mundo de la cultura del país potenció aún más el delirio del carnaval, la mayor fiesta popular de Brasil.

Sin ninguna mención directa a la coyuntura actual del país, celebró el Óscar de Aún estoy aquí, a la que consideró como "una extraordinaria obra que mostró a Brasil y al mundo la importancia de la lucha contra el autoritarismo".

Lula tampoco aludió a un proyecto de amnistía para los implicados en los sucesos de enero de 2023 que la extrema derecha impulsa en el Parlamento, pero sí lo hicieron muchos de los miles de brasileños que, en pleno Carnaval, celebraron el éxito de la película.

"Sin amnistía" fue un grito entonado en las fiestas de Carnaval que silenciaron por un momento sus tambores cuando llegó la hora del anuncio del Óscar a la mejor película internacional, en plena medianoche brasileña.

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Esa misma frase ha sido escuchada en los cines de Brasil al final de la exhibición de Aún estoy aquí, película que ha reabierto un viejo debate sobre una amnistía dictada en 1979 por el propio régimen militar, que perdonó crímenes de lesa humanidad cometidos por los agentes de la dictadura.

“Brasil todavía tiene muchas heridas abiertas”, dijo el hijo de Paiva, Marcelo Rubens Paiva, cuyo libro sobre la forma en que su madre trató la desaparición de su padre inspiró la película. “Creo que todo este movimiento ha hecho reflexionar a la sociedad, especialmente a los jóvenes, sobre qué tipo de país quieren”.

Al recibir el premio a mejor película internacional, el director de Aún estoy aquí, Walter Salles, dijo que el premio es "para una mujer que, tras una pérdida sufrida durante un régimen autoritario, decidió no doblegarse y resistir. Este premio es para ella”.

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Eunice nunca dejó de buscar a su esposo y se convirtió en emblema nacional para la lucha de un país afligido por la opresión.

De acuerdo con grupos de derechos humanos, más de 400 personas desaparecieron forzosamente y unas 20 mil fueron torturadas en Brasil durante la dictadura.

Sin embargo, a diferencia de lo que ocurrió en otros países, como Chile o Argentina, en Brasil prevaleció la impunidad a los crímenes de la dictadura, luego de que se aprobara en 1979 una ley de amnistía que protegió de la persecución a disidentes y militares.

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Con la película, eso podría cambiar. En diciembre pasado, el juez Flávio Dino citó la película en una sentencia para revocar la amnistía concedida a dos coroneles acusados de asesinar a activistas políticos durante la dictadura. Aún estoy aquí ha “conmovido a millones de brasileños”, escribió. “La historia de la desaparición de Rubens Paiva, cuyo cuerpo nunca fue encontrado ni recibió un entierro adecuado, pone de relieve el dolor imperecedero de innumerables familias”.

El juez Dino ha respaldado un argumento jurídico según el cual, en cualquier caso en que los cadáveres sigan desaparecidos, se trata de un “delito permanente” perseguible hasta que se encuentren los restos.

A principios de este mes, el Supremo Tribunal Federal también decidió revisar si debía revocar la amnistía en el caso de Paiva. En 2014, las autoridades brasileñas acusaron a cinco hombres de su tortura y muerte; nunca confesaron haber cometido delito alguno. Dos de ellos siguen vivos y han guardado silencio en su mayor parte; uno de ellos dijo a los fiscales que estaba de vacaciones durante la detención de Paiva, afirmación refutada por documentos de ese periodo.

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