Bruselas. En este año que agoniza, la Unión Europea (UE) finalmente entendió que el epicentro de la política global se encuentra en el Indo-Pacífico y no más en la región del Atlántico.
El bloque aprendió la lección luego de que su único miembro en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas , Francia, fuera excluido de la nueva alianza formada por las democracias occidentales para hacer frente a una China cada vez más asertiva en el contexto global y más totalitaria en casa.
Australia optó por la recisión de un contrato de submarinos nucleares con Francia, y en su lugar apostó por una nueva asociación de defensa con Estados Unidos y el Reino Unido (AUKUS), con la finalidad de responder a la creciente influencia china, clasificada por la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) como amenaza.
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El agravio a Francia encendió las alarmas en Bruselas, que comprendió que de quedarse estática, corre el peligro de convertirse en un satélite irrelevante en medio de Washington y Beijing .
Stefania Benaglia
, investigadora del Centre for European Policy Studies (CEPS), afirma que la alternativa que le queda a la Unión, no es la elegir entre dos titanes, sino la de posicionarse como alternativa entre ambas potencias, defendiendo los valores universales, las normas internacionales y los derechos humanos.
Durante la administración del presidente estadounidense Donald Trump , quedó claro que Estados Unidos no es más un socio de fiar, luego de fichar a la UE como “enemiga” de Washington. Además, en el futuro no hay nada que impida la vuelta a la Casa Blanca de un mandatario hostil a los intereses comunitarios.
El que la UE triunfe o fracase en el contexto del creciente antagonismo entre EU y China , dependerá de la habilidad para atender los reclamos de los países que se encuentran atrapados en medio del conflicto bipolar, aseguró en su momento Benaglia a EL UNIVERSAL.
El presidente del Consejo Europeo, Charles Michel , anunció que “2022 será el Año Europeo de la Defensa”, un reconocimiento de la urgencia por darle forma a la marca europea de seguridad exterior, la cual se en fase de definición.
China es mayor socio comercial de la UE
, concentró 16% del comercio total de mercancías en 2020. Alemania encabeza la actividad comercial, al facturar 178 mil millones de euros en importaciones y exportaciones a la nación asiática, seguido por Holanda con 106 mil millones y Francia con 53 mil millones.
Las relaciones entre Bruselas y Beijing han ido de más a menos en la última década. Hace ocho años, en el pacto de formación del gobierno alemán, se alababa al gigante asiático un socio estratégico importante. En 2018, en la firma del cuarto mandato de la canciller alemana Angela Merkel, se destacó la dimensión económica y estratégica.
Pero al año siguiente, el tono dejó de ser favorable. En un documento divulgado en 2019 por Federica Mogherini, entonces Alta Representante de la Política Exterior, China fue clasificada como un socio potencial para promover el multilateralismo y el combate al cambio climático, pero también como un competidor económico, así como un rival sistémico que promueve modelos alternativos de gobierno.
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En 2020 parecía que un nuevo capítulo se abriría en las relaciones bilaterales, concretamente en el ámbito comercial. En la recta final de la presidencia semestral alemana, el 30 de diciembre, las partes pactaron un acuerdo de principio sobre inversión con la finalidad de atender la falta de piso parejo para las empresas europeas que comercializan en China .
Sin embargo, el proceso para un nuevo acercamiento entró en reversa como consecuencia de los reclamos del Parlamento Europeo ante la situación de las minorías de uigures y kazajos de la Región Autónoma Uigur de Xinjiang y los desarrollos en Hong Kong. El 5 de enero de 2021, 53 opositores y activistas fueron detenidos en virtud de la Ley de Seguridad Nacional de la antigua colonia británica.
En las resoluciones del 17 de diciembre de 2020 y del 21 de enero de 2021, la Eurocámara fue más allá de denunciar los abusos y exigir la libertad inmediata e incondicional de las personas detenidas: pidió al Consejo Europeo afinar sin demora un paquete de castigo dirigido a personalidades chinas y hongkonesas, entre ellas la Jefa Ejecutiva de Hong Kong, Carrie Lam y su Secretaria de Justicia, Teresa Yeuk-wah Cheng.
El Consejo Europeo respondió a las masivas detenciones arbitrarias en Xinjiang, imponiendo sanciones contra cuatro funcionarios chinos. Fue la primera vez, desde la masacre de Tiananmen en 1989, que la UE incluía en su lista negra a representantes del Estado asiático. Entre los fichados figura el director de la Oficina de Seguridad Pública de Xinjiang y vicepresidente de la región de Uigur en Xinjiang, Mingguo Chen .
El régimen chino contestó con sanciones contra cinco eurodiputados, tres miembros de Parlamentos nacionales europeos, el Comité Político y de Seguridad del Consejo de la UE, dos académicos y dos think-tank, “por dañar gravemente la soberanía y los intereses de China y difundir maliciosamente mentiras y desinformación”.
El 2021 marcó las horas más bajas en las relaciones entre la UE y China, y no hay indicadores de mejora para el 2022, año en el que se prevé cambien las formas y el tono de discurso como resultado del relevo de mando en el gobierno en Alemania tras 16 años de Merkel.
En las pocas referencias que el acuerdo de coalición alemán, formado por socialistas, verdes y liberales, hace a la política exterior, se mencionan de manera destacada la situación en Taiwán, las violaciones de los derechos humanos en Xinjiang y la situación en Hong Kong, lo cual no solo fue sorpresivo y totalmente nuevo, sino un indicador del tono del discurso con el que Berlín, principal interlocutor europeo, se dirigirá al régimen del presidente Xi Jinping .
Además, los temas que abordará la política exterior del gobierno del canciller Olaf Scholz , similares a los de la UE, tienen una profunda dimensión china, van desde digitalización y cambio climático, hasta la transición energética.
“Business as usual no es la respuesta correcta para estos temas, y este parece ser el consenso entre todas las partes que dirigirán el rumbo político de Alemania en los próximos años”, sostiene Janka Oertel, directora del Programa para Asia del European Council on Foreign Relations.
La investigadora anticipa que los dichos en papel por la coalición alemana trasciendan pronto a la acción, “el nuevo gobierno no parece ser paciente”.
“Hay una apertura real para un enfoque europeo seguro de sí mismo que acepte el desafío de China invirtiendo en las fortalezas y la competitividad de Europa. Hasta ahora, el nuevo gobierno alemán parece dispuesto a asumir esa tarea”, asegura la experta.
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