San Luis, Arizona/Washington

Bajo la sombra de un árbol que aplaca el calor, el taxista José Rivera observa todos los días la nueva sección de la barrera metálica que mandó construir Donald Trump entre Estados Unidos y México, entre Arizona y Sonora, entre San Luis y San Luis Río Colorado.

“Ya ni me doy cuenta de que está allí, me resulta indiferente”, dice el originario de Baja California, sentado y con los brazos cruzados.

En el improvisado sitio de taxis ubicado en la entrada a Estados Unidos por el cruce peatonal de esta frontera, que conecta con San Luis Río Colorado, las unidades son color amarillo, negro y gris, llevan rotulados los nombres de Teresita, Adonai y Ruiz. Aquí Rivera tiene trabajando casi el mismo tiempo que Trump en la Casa Blanca.

“Cuando llegué ya estaban los fierros; lo único que han hecho es poner otros, más gruesos y altos, pero es la pura pantalla, el muro  doble se acaba más adelante, allá donde el sol pega refuerte, en pleno desierto”, dice mientras sus colegas rematan: “Sí, es cierto”.

A cuatro cuadras dentro de Estados Unidos, sobre la calle en la que falleció el legendario defensor de los derechos de los campesinos, César Chávez, en 1993, vive desde hace dos décadas Raúl Jiménez, nacido en Los Ángeles.

Desde su domicilio se observa la sección del muro que inauguró personalmente el presidente Donald Trump en junio pasado y que describió como el “más poderoso e integral”.

“No se acostumbra uno, pica los ojos cada vez que veo la reja, es como traer una espina de nopal atorada. Lo hace sentirse a uno como marginado”, admite.

A lo que ya se habituó es al constante pasar de las camionetas de la Patrulla Fronteriza y al tránsito de helicópteros. Según él, trasladan a hospitales de Arizona a altos mandos mexicanos heridos por atentados del narco. Emma Torres, directora ejecutiva de Campesinos Sin Fronteras, afirma que desde que tienen memoria siempre ha habido una estructura que separa a México y a Estados Unidos, llámese cerca, reja o muro.

Recalca que sin excepción, todos los presidentes estadounidenses le meten mano, ampliándola, retocándola o actualizándola. Aunque la diferencia entre el republicano Trump y sus predecesores es que el magnate ha utilizado la frontera con fines políticos y para avivar el odio y la discriminación.

“Toda la vida ha estado allí. El famoso muro de Donald Trump es sólo un reforzamiento de lo que ya existía, sólo que es un poco más alto, es hecho de puro acero, pero es un reforzamiento de los otros que han estado allí por toda la vida”, dice en entrevista.

Hija de activistas que acompañaron a César Chávez durante su lucha para acabar con la opresión de los campesinos, describe la estructura metálica como un intento por detener la relación entre las poblaciones mexicanas de un lado y del otro.

“Esa barrera crea la ilusión de que todo es mejor acá, pero en muchas ocasiones no es necesariamente verdad”, dice.

Manos paisanas 

El proyecto de crear un bello y hermoso muro genera sentimientos encontrados en Emma Torres. Durante un recorrido con EL UNIVERSAL por algunas secciones de la barrera, repudia la separación de familias y la selección de personas entre privilegiados y desfavorecidos, entre los que sí y no pueden cruzar.

Pero por otra parte, dice que las obras trajeron empleo y salarios bien remunerados al condado de Yuma, que de noviembre a marzo produce más de 90% de las verduras de hoja verde y vegetales que consume Estados Unidos, pero el resto de los meses padece altos índices de desempleo.

Arizona: "Cuando llegué, el muro ya estaba ahí"
Arizona: "Cuando llegué, el muro ya estaba ahí"

Por otro lado, afirma que la barrera es ilusoria, pues no cumple con sus fines de detener los cruces de personas ni tampoco el tráfico de drogas. Muestra a este diario dos domicilios en San Luis en los que fueron descubiertos túneles que conectaban con México. Los subterráneos cruzaban precisamente por debajo del “paredón” de Trump.

“La droga la pasan por la entrada principal oculta en personas y autos. También están empleando drones. Ingenio sobra”.

En cuanto al lado humanitario, está provocando que la gente asuma mayores riesgos, unos caen en manos de la delincuencia organizada, otros se exponen a temperaturas extremas.

El Centro Colibrí de Derechos Humanos, con sede en Tucson, estima que al menos 7 mil 805 migrantes han perdido la vida intentando entrar a Estados Unidos desde 1998; de ellos, 3 mil 241 habrían muerto en el sur de Arizona hasta el pasado 8 de octubre. También tiene informes de 3 mil 500 personas reportadas como desaparecidas.

Obsesión 

Para Donald Trump, el muro ha sido una obsesión que terminó por enfurecer a líderes mundiales y erosionar alianzas, como describe el libro Border Wars, de los reporteros de The New York Times, Julie Hirschfeld Davis y Michael Shear.

También se convirtió en un potente símbolo de todo lo que defiende y acabó moldeando su presidencia. “En la mente de Trump, la construcción del muro  y su apariencia física estaba directamente relacionada con el éxito de su presidencia, un descomunal reflejo físico de su gigantesca marca política, y estaba obsesionado por todos y cada uno de sus aspectos”, describen los autores.

“Trump tenía muy claro un punto: el muro tenía que ser suficientemente peligroso para disuadir a los migrantes de intentar escalarlo. Más de una vez instruyó a los funcionarios del Departamento de Seguridad Nacional que vieran cómo electrificarlo, para que cualquiera que lo tocara recibiera una descarga”.

El pasado jueves el Departamento de Seguridad Nacional y la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza conmemoraron los casi 30 años de construcción de barreras en la frontera, anunciando la terminación de casi 644 kilómetros del nuevo muro fronterizo.

César Martínez, analista para las Américas de la firma privada de inteligencia Stratfor, propiedad de RANE, puntualiza a EL UNIVERSAL que el dinero y la falta de consenso político han sido clave para frustrar el sueño de Trump.

“El financiamiento ha sido un problema importante para el proyecto debido a la falta de apoyo político. La administración Trump originalmente pidió 18 mil millones, pero la resistencia del Congreso llevó a retrasos presupuestales. La administración ha desviado fondos de otras agencias y proyectos para compensar el déficit”.

Citando al think tank Brookings, explica que en 2005 la barrera abarcaba 241 km. Para 2013, tras una inversión de 2.4 mil millones, se extendió la infraestructura a mil 46 kms, casi 93% del paso terrestre con México; el río Grande formaba la barrera natural de más de 2 mil kms.

Hasta el 19 de octubre, la barrera promovida por Trump cubría 597 kms. Martínez explica que gran parte de este sistema consistió en mejorar las barreras menos robustas en las secciones más remotas. El costo por milla (1.6 km) se estima en aproximadamente 19 millones de dólares.

“La definición de [muro] completo ha evolucionado al paso de los meses, con datos diversos sobre el sistema edificado y en preconstrucción, es igualmente difusa la distinción entre nuevos segmentos versus reemplazo de infraestructura existente”, indica.

“Debido al estilo de la administración Trump, es probable que los funcionarios estén bajo presión para retratar el proyecto de una manera más positiva con fines políticos”, apunta.

Martínez señala que debido a los impactos de la pandemia por Covid-19 en la frontera, se necesitarán entre dos y tres años para determinar si el sistema actualizado es efectivo para frenar el tráfico de drogas, armas, dinero y personas, aunque independientemente de los resultados, la polémica sobre costo y beneficio continuará por los años venideros.

“La reforma de la política de migración de Estados Unidos podría tener un impacto mayor, pero es igualmente un tema políticamente polémico”, precisa.

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