Miami.— Expertos advirtieron a EL UNIVERSAL que los aranceles de 25% a México y Canadá tendrán consecuencias negativas para la economía de la Unión Americana, comenzando por la inflación, además de tacharlas de una “granada” a las finanzas.
Economistas del Peterson Institute for International Economics anticiparon un incremento de hasta 1% en la inflación anual en la Unión Americana a partir de la entrada en vigor de los aranceles. Además, se prevé que estas medidas arancelarias reduzcan el crecimiento económico de Estados Unidos, con posibles efectos negativos en el empleo y la inversión empresarial.
En un análisis del Wilson Center compartido con este medio se compara la medida con “una amenaza que resulta contraproducente”, al señalar que, si bien estos aranceles dañarán a exportadores mexicanos, “causarían un daño mucho más inmediato a los consumidores estadounidenses, quienes asumirán los costos de precios de importación más altos y a la economía”.
Scott Lincicome, director de economía general y política comercial del think tank Cato Institute, calificó la tarifa de 25% como “una granada” arrojada al engranaje industrial de Norteamérica: “Las piezas de automóviles cruzan la frontera varias veces antes de convertirse en un vehículo terminado, si lanzas un arancel de 25% en todo eso, es como detonar una granada”, advirtió.
El Center for American Progress alertó que aranceles de esta magnitud “podrían interrumpir las cadenas de suministro y afectar directamente a los consumidores estadounidenses”, dado que las empresas importadoras trasladarán ese costo a los precios finales.
Según esta organización, el sobreprecio causado por la tarifa de 25% a México podría costar a las familias estadounidenses, en promedio, hasta mil 300 dólares anuales (el equivalente a 26 mil pesos).
De forma coincidente, instituciones como el Peterson Institute for International Economics estimaron un costo similar, en torno a mil dólares (equivalente a 20 mil pesos) adicionales por hogar, como resultado del incremento de precios en la Unión Americana.
Mientras tanto la opinión pública estadounidense sobre la política arancelaria de Trump hacia México se muestra dividida, aunque con una ligera inclinación negativa.
Una encuesta nacional reciente de la empresa Public First, realizada en febrero, reveló que, si bien los estadounidenses están polarizados en torno a la aplicación de aranceles a México y Canadá, cuando se les preguntó específicamente por México, la medida es impopular. Sólo 35% de los adultos se manifestó a favor, mientras que 39% expresó estar en contra y el resto se declaró indeciso.
Además, 61% de los electores de Trump aprueba su plan arancelario, confiando en que beneficiará a su país. En cambio, entre demócratas sólo 16% apoyan los aranceles.
En estados exportadores de la Unión Americana, incluyendo varios que votaron por Trump, hay temor a daños económicos locales.
Un 41% de los encuestados en el estudio de Public First cree que los aranceles dañarán la economía de su país, frente a únicamente 33% que piensa que la mejorarán.
Tres industrias clave, la automotriz, la agrícola y la manufacturera destacan como las más afectadas por esta política, dada la intensa integración comercial con México en esas áreas.
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Si los aranceles entran en vigor, el sector automotor de Norteamérica seria profundamente afectado. Esta industria está íntimamente integrada entre México, Canadá y Estados Unidos.
“México y Canadá se han consolidado como los principales socios de Estados Unidos en comercio de vehículos y autopartes, ambos países en conjunto representan casi la mitad de las importaciones y exportaciones estadounidenses de esos bienes, por lo que es completamente absurdo pensar en afectarlos de esa manera, dice a este medio el economista Iván Jiménez.
Esto significa que innumerables componentes cruzan la frontera varias veces antes de que un automóvil llegue al consumidor final.
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También varias voces de la industria advierten que un arancel de esta magnitud es “insostenible” para el sector de alimentos frescos y que forzará precios más altos al consumidor. Además, dado que Estados Unidos no produce suficiente cantidad de muchos de estos alimentos para satisfacer su propia demanda interna, “seguirá dependiendo de las importaciones mexicanas, sólo que pagando más por ellas”, dice Jiménez.
“Las pequeñas empresas realmente estarían en la primera línea de tener que soportar esos costos y no tendrían más opción que trasladarlos a sus consumidores”, advierte Ramiro Cavazos, presidente de la Cámara de Comercio Hispana de Estados Unidos, a EL UNIVERSAL.
“Carniceros, ferreteros y tenderos locales reportan estar listos para remarcar muchos de sus productos provenientes de México a pesar de afectar a sus clientes”, dijo.