La Habana. La mitad occidental de permanecía el miércoles luego de una caída del sistema energético que abarcó desde las provincias de Mayabeque y Artemisa hasta Pinar del Río.

El incidente se produjo luego de varios días con cortes –algunos programados y otros sorpresivos— en medio de la de toda la red.

Los cubanos que residen del centro hacia el occidente de la isla, incluida La Habana, comenzaron su día sin , constató The Associated Press en un recorrido por la capital.

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Los semáforos estaban apagados y decenas de policías intentaban organizar el tránsito. Muchos niños que llegaron a las escuelas fueron devueltos a sus casas y pequeños negocios prendieron generadores para continuar con sus ventas, sobre todo de alimentos.

Como algunas áreas tenían un intermitente, muchos vecinos se preguntaban qué había pasado.

No hay conexión, no se sabe por qué está quitada la corriente... no dicen nada, todo es silencio”, dijo a AP Raúl Calderón, un retirado de 82 años quien esperaba escuchar por la radio los partes de las autoridades.

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La estatal (UNE) informó en una nota en redes sociales que el colapso se produjo sobre la cinco de la madrugada.

Según el funcionario del Ministerio de Energía y Minas —del cual depende la UNE—, Lázaro Guerra, una falla en una línea de transmisión que enlaza las centrales de Santa Cruz del Norte con Guiteras provocó una sobrecarga y la caída del sector occidental del .

“Ya se restablecieron los protocolos de la zona más occidental del país, que es un proceso más rápido que cuando se cae el sistema completo”, explicó Guerra a medios estatales locales. El regreso de la corriente será progresivo, agregó.

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La caída del sistema ocurre luego de dos días de desabastecimiento de energía en las horas pico a nivel nacional que superaron el 55% de déficit.

El lunes, por ejemplo, la UNE pronosticó un requerimiento de 3 mil 250 megavatios y una cobertura de mil 325. En septiembre se produjo un que tardó días en recuperarse.

La falta de energía, que se volvió crónica en los últimos años, no sólo afecta a la iluminación, pues en muchas personas cocinan con electricidad que también se utiliza para el bombeo de agua. Además del impacto en la industria y la producción.

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“Esto (la situación) está mala, se rompen mucho las termoeléctricas. Yo tengo dos niños, la comida está dura para buscarla”, manifestó a AP Liubel Quintana, de 47 años y dueño de una cafetería. “Está muy duro por donde se quiera”.

Cuba atraviesa una dura que se profundizó durante la –que paralizó al clave sector del turismo— y se agudizó por una reforma financiera interna fallida para unificar la moneda y un incremento de las sanciones de Estados Unidos.

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