San José.— La abogada chilena Antonia Urrejola Noriega asumirá el próximo viernes como ministra de Relaciones Exteriores de Chile con el convencimiento de que en América Latina y el Caribe urge empoderar a las mujeres en los espacios empresariales.
“Es una vergüenza” que sean dominados por hombres, dijo Urrejola, de 53 años, casada y con cuatro hijos, en una entrevista exclusiva con EL UNIVERSAL.
Del futuro de las relaciones entre México y Chile, admitió que le gustaría compartir un taco mexicano y una torta chilena con el canciller mexicano, Marcelo Ebrard. “México es un gran aliado de Chile”, afirmó.
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Urrejola conoce de cerca la grave crisis de represión contra las mujeres en América Latina y el Caribe. En 2017 fue nombrada para laborar, a partir de 2018, como relatora para Nicaragua, Ecuador, Guyana y Colombia de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), instancia autónoma de la Organización de Estados Americanos (OEA), y también visitó Venezuela en misiones oficiales. En 2021 fue presidenta de la CIDH.
El presidente electo de Chile, el izquierdista Gabriel Boric, la designó el 21 de enero de 2022 como la próxima canciller para su mandato de cuatro años y emergió como uno de los personajes femeninos internacionales cuya trayectoria deberá seguirse con atención en 2022. El siguiente es un extracto de la entrevista, que se concentró en asuntos de género a propósito de que este martes se recuerda el Día Internacional de las Mujeres.
¿Le ha costado mucho llegar la posición en la que está?
—Soy una privilegiada principalmente en la educación, en comparación con mujeres indígenas, campesinas, defensoras de derechos humanos o madres que han tenido que trabajar y mantener a sus hijos y educarlos. La vida me ha dado oportunidades que he aprovechado con acompañamiento de mi familia y de amistades. Lo que más me ha costado son los espacios de hombres, sobre todo mayores, a los que les cuesta mucho cuando las mujeres estamos en esos espacios de poder y en respetarnos como pares. Eso sí lo he sentido. Es el acoso y eso sigue.
En mi desarrollo profesional me ha tocado cumplir las mismas funciones de gente igual de preparada que yo y más o menos de la misma edad, pero por alguna razón rarísima tienen mayor sueldo. Lo vivo y lo viví. Cuando yo era joven lo aceptaba, me daba mucha rabia, pero callaba. Ahora ya no callo.
Pero he sido una privilegiada. Con cuatro hijos, he podido hacer mi desarrollo profesional con acompañamiento de mi familia, de mi marido, de una señora que cuando mis niños eran pequeños los cuidaba ella como si fuera la madre y a mí me permitía estar fuera de la casa. Eso es un privilegio que muchas mujeres profesionales no tienen.
Las mujeres se empoderan en América latina, pero persiste la estructura patriarcal machista. ¿Cómo derrotar esas resistencias y desigualdades que afectan a las mujeres?
—Lo primero es ir ocupando espacios no solo políticos, sino los privados. Los espacios empresariales siguen siendo casi una vergüenza en América Latina porque los grandes empresarios son hombres y no mujeres. Esa es una vergüenza. Las mujeres tenemos que tomar esos espacios y abrírselos a las mujeres. Tenemos que crear una cultura que luche contra ese patriarcado. La educación es muy importante. Pongo un ejemplo: la junta directiva que presidí en la CIDH en 2021 fue la primera en 65 años de solo mujeres. La manera romper esas barreras es tomar esos espacios.
En su momento existieron las sufragistas. Siempre hay mujeres que van rompiendo obstáculos. Las que hablaron de los derechos reproductivos o la píldora anticonceptiva, temas que ya ni se discuten. Las mujeres abrieron esos espacios. En la sociedad civil están las buscadoras de los desaparecidos, las madres, hijas, parejas de los desaparecidos. Las grandes defensoras de los derechos humanos son mujeres para hacer justicia.
¿Cuál es la importancia de que la política exterior de Chile tenga rostro femenino?
—La primera canciller de Chile fue Soledad Alvear (de 2000 a 2004). La diferencia es que en el gobierno del presidente Boric somos más mujeres que hombres en el gabinete. Eso es algo que nunca había pasado en Chile. Va a ser un gobierno con agenda feminista. Será un eje fundamental de la política exterior. Eso no ocurrió con la anterior canciller. Generar una política exterior feminista es definir cómo vamos insistiendo en la defensa de la paridad de género, los derechos reproductivos y los derechos de cuidado, el reconocimiento del rol de las mujeres en distintos ámbitos y cómo empujamos esos debates en los organismos multilaterales.
Eso tiene un efecto en lo interno de la Cancillería, que está distante en paridad de género. Hay mucho por trabajar y eso va desde aumentar el número de mujeres en la academia diplomática y de embajadoras. Hay una brecha gigante: solo hay nueve embajadoras en toda la cancillería.
¿Es consciente de las altas expectativas que ha generado Boric en las luchas de las mujeres por la igualdad?
—Sí. El propio presidente, su gabinete y de ahí para abajo somos conscientes de esas expectativas, pero también con realismo. Uno tiene que trabajar para responder a esas expectativas y ser cuidadoso cuando hay mucho por hacer: se quiere hacer todo a la vez y se termina no haciendo nada.
Hay que responder a esas altas expectativas de manera pragmática para cumplir las metas, establecer prioridades y en diálogo permanente con las mujeres. Esa es una instrucción importante del presidente. Hay un plan integral de género. El gabinete está consciente de las altas expectativas y de la necesidad de responderlas.
Una realidad es que, por pensar, actuar, opinar, las mujeres sufren la represión política en varios países de América Latina y el Caribe. ¿Cómo analiza la situación regional?
—La pandemia del coronavirus obligó a mujeres que se habían integrado al ámbito laboral a volver a la casa a cuidar a los hijos. Las enfermas siguen ahí y no han podido volver al espacio laboral. No quiero menospreciar el rol de las mujeres en su trabajo en la casa, que tampoco es remunerado.
Hay mujeres presas por aborto espontáneo. Ni siquiera voy a hablar de los derechos reproductivos ni el derecho al aborto con una decisión de la autonomía de la mujer. En El Salvador hay mujeres que han tenido abortos espontáneos y han sido detenidas y presas por aborto. Tenemos presas políticas que son defensoras de los derechos humanos. La violencia de género ha sido un arma de represión sexual. Represión política y violencia sexual. Lo vimos en el Cono Sur. En El Salvador, en Guatemala, Colombia.
Lo hemos visto en Nicaragua, donde hay un mayor maltrato a las mujeres que son lideresas de derechos humanos o políticos. Están en aislamiento y es una manera de violencia terrible, que lamentablemente sigue siendo tema fuerte en América Latina sin distingos de filiación ideológica. Son las mismas mujeres agredidas las que se han atrevido a hablar. Del tema de violencia sexual se habla bien poco. Las víctimas de la violencia sexual han ido abriendo espacio para ser escuchadas en los países democráticos, pero todo se centró en la brutalidad, las ejecuciones, pero han silenciado la violencia sexual.
Las defensoras de derechos humanos salen en busca de justicia por sus hijos, sus maridos, sus padres. Uno ve México que se han organizado, en Nicaragua después de la grave crisis (a partir de 2028) con más de 300 muertos. Quienes se organizaron fueron mujeres, siempre son mujeres. Eso es impresionante.
A propósito de México, ¿cómo ve el futuro de la relación de Chile con México, que con el golpe de Estado en Chile en 1973 se convirtió en hogar de miles de chilenos que huyeron de la represión política del régimen dictatorial que gobernó de 1973 a 1990? ¿Piensa compartir una torta chilena con un taco mexicano con el canciller de México, Marcelo Ebrard?