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Washington
Llegó la hora de dejar atrás el Make America Great Again y cambiarlo por Keep America Great. Donald Trump, otrora magnate inmobiliario de dudosa reputación, estrella de telerrealidad y muso de los tabloides neoyorquinos, lanza hoy de forma oficial su campaña de reelección a la presidencia de Estados Unidos con un cambio de mantra, pero con el mismo discurso y las mismas estructuras que hace cuatro años y dos días, cuando anunció la que por entonces era una atípica carrera hacia la Casa Blanca con el ya célebre descenso por las escaleras mecánicas de la Trump Tower de la Quinta Avenida, en Nueva York.
Es una falacia que hoy sea el inicio de la campaña de Trump. Su intención de competir la reelección empezó el mismo día que entraba por primera vez en al Despacho Oval, cuando presentó los documentos necesarios para una nueva postulación, algo que no había hecho ningún presidente antes.
Desde entonces no ha dejado nunca de hacer campaña: es en los mítines donde mejor está Trump, rodeado de fieles que saben las frases que tienen que gritar, sus mejores éxitos. Según datos de su equipo de reelección publicados por The Washington Post, el evento de esta noche será el número 550 desde que se lanzó en junio de 2015 hacia una primera y sorpresiva victoria electoral.
La selección de Orlando como sede del banderazo de salida oficial de su campaña de reelección no es baladí: Florida se prevé como un estado clave para ganar las elecciones de 2020 y, casualmente, una semana después y a sólo 380 kilómetros al sur, en Miami, los demócratas iniciarán su particular batalla de primarias con el debate televisado entre una veintena de precandidatos.
El de Orlando se prevé que sea un baño de masas. “Estamos construyendo grandes pantallas de cine para cuidar de todo el mundo: hay más de 100 mil solicitudes [de entradas]”, aseguró Trump en Twitter. Se estima que la capacidad de la arena donde hará el mitin no supera las 20 mil localidades.
Desde ayer a las dos de la madrugada, más de 42 horas antes del evento, comenzaron a llegar fanáticos del presidente para hacer fila en el lugar donde hablará Trump. La campaña ha preparado todo un sinfín de actos y espectáculos para convertir el día en una fiesta trumpiana del más alto nivel.
México repetirá como piñata
Desde hace tiempo Trump dejó en claro que quiere presentarse con el mismo discurso antiinmigrante que lo catapultó a la victoria en 2016, con México como una de sus piñatas favoritas y objeto de los ataques de forma recurrente.
“Seguridad, protección y gran economía”. Trump resumió en estos tres conceptos su lema de campaña en una reciente entrevista con ABC. Y en el centro, al menos por el momento, está el tema migratorio y la crisis en la frontera con México.
Todavía con la obsesión de construir el muro —aunque ya no es tan evidente que vaya a ser México el que pague—, Trump sigue usando la retórica antiinmigrante como llama para encender los ánimos viscerales de su base electoral.
“Es probable”, reflexionaba este fin de semana el joven demócrata Pete Buttigieg, candidato presidencial que está entre los favoritos para destronar a Trump, en una entrevista con Axios, “que quiera que empeore [el tema de los migrantes] para que se convierta en algo más divisivo y pueda beneficiarle políticamente”. La naturaleza combativa, irreverente y fuera de lo común, que ha mantenido durante los dos años y medio que lleva de presidencia, demostró que Trump no ha cambiado nada en cuanto a personalidad ni costumbres. Sigue convencido de que si fue elegido en 2016 fue por su capacidad de “salirse del guion” y, en parte, gobernar sin seguir la política ni las maneras al uso.
Sin embargo, su equipo de campaña ha evolucionado. Del pequeño núcleo familiar de 2016 se ha pasado a un plan profesional, con más de 80 personas en su sede central, grandes recursos económicos (ha recaudado en dos años más de 100 millones de dólares), el deseo de tener más de 2 millones de voluntarios y con un poder político inimaginable hace un lustro.
“Son las ventajas de ser presidente y tener el apoyo de 90% entre los republicanos”, decía recientemente Jason Miller, exasesor en la campaña de 2016. Tiene a su favor que no es lo mismo “presentarse a presidente” que “presentarse siendo el presidente”, recordaba recientemente una de sus asesoras más cercanas, Kellyanne Conway.
Hay muchas ventajas: el dinero, el tiempo y que su cargo le permite moldear el tempo mediático a su antojo, algo que, de por sí, hace de forma magistral con sus tuits incendiarios o sus declaraciones altisonantes.
El gran reto es congeniar un presidente tan visceral, inconsistente y anárquico con la estructura de orden y disciplina que quieren instaurar en su plan de victoria, tan estructurado que, según publicaba The Wall Street Journal este fin de semana, incluso tiene pautado qué tipografías y colores se pueden usar en los carteles y comunicaciones electorales.
“El magnetismo de su mensaje no ha cambiado ni un ápice”, asegura Michael Glassner, jefe operativo de la campaña. Sin embargo, a pesar de todas las ventajas y tener la visibilidad total, las encuestas no le auguran un viaje fácil ni victorioso.
Los nervios están empezando a cuajar en el cerebro de Trump, que incluso ha despedido a más de la mitad de las firmas de encuestas que trabajaban para él después de que se filtraran datos nefastos para sus intereses.
Sondeos internos de la campaña revelaron que Trump va por detrás del exvicepresidente demócrata Joe Biden en todos los estado clave, incluyendo Pennsylvania (16 puntos menos), Wisconsin (10 menos) o Florida (siete menos). En estados tradicionalmente republicanos, como Texas, la ventaja es pírrica, de sólo dos puntos.
Trump mintió la semana pasada cuando habló de la inexistencia de estas encuestas trágicas para sus intereses, y ayer insistió en la falsedad de los sondeos que lo ponen por detrás del “disparatado” grupo de demócratas. Su campaña asegura que el republicano va por delante en todos los estados bisagra, pero las encuestas publicadas dicen lo contrario, que los principales candidatos demócratas le ganan la partida casi siempre.
Una encuesta reciente de Quinnipiac pone a Trump 13 puntos por detrás de Biden, nueve por detrás de Bernie Sanders, ocho de Kamala Harris, siete de Elizabeth Warren y cinco de Buttigieg y Cory Booker.
Nada se sabe del discurso que dará hoy en Orlando. Lo que hace tiempo se dio a conocer es que el nuevo eslogan de campaña será Keep America Great (Mantengamos a Estados Unidos grande), secuela del Make America Great Again (Hagamos a Estados Unidos grande de nuevo) que lo ha acompañado.
Tampoco se sabe si habrán fabricado las características gorras rojas con el nuevo eslogan trumpiano.